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Jiho estaba en su habitación, sentado en el borde de la cama con la cabeza entre las manos. Se golpeaba suavemente la frente, una y otra vez, mientras sus pensamientos se llenaban de culpa y remordimiento. No podía creer lo que había hecho, y el miedo de haber lastimado a Haneul lo consumía.

¿Cómo pude perder el control de esa manera? ,se repetía a sí mismo, apretando los dientes mientras un nudo se formaba en su garganta. ¿Y si Haneul nunca me perdona? ¿Qué si lo he arruinado todo?

Cada golpe suave que daba en su frente era como una penitencia autoimpuesta, como si el dolor físico pudiera redimir lo que había hecho. Pero no había nada que pudiera aliviar la culpa que sentía.

Pasaron unos minutos, aunque para Jiho se sintieron como horas, cuando la puerta de su habitación se abrió lentamente. Sun-hee entró en silencio, observando a su hijo con una mezcla de preocupación y compasión. Sabía que Jiho estaba destrozado por lo sucedido, y aunque también estaba preocupada por Haneul, su prioridad en ese momento era calmar a su hijo.

—Jiho… —llamó Sun-hee suavemente mientras se acercaba a él.

Jiho levantó la mirada, sus ojos enrojecidos y llenos de lágrimas contenidas. No dijo nada, solo miró a su madre con una expresión de desesperación, como si esperara algún tipo de castigo o reproche.

—Mamá, lo siento tanto… No quise… no quise hacerlo —dijo Jiho con voz quebrada, mientras las lágrimas finalmente comenzaban a correr por su rostro—. ¡No quise lastimarlo!

Sun-hee suspiró y se sentó a su lado en la cama. Colocó una mano suave sobre el hombro de Jiho, tratando de transmitirle algo de calma.

—Lo sé, Jiho —respondió Sun-hee con voz tranquila—. Sé que no lo hiciste a propósito. Fue un accidente, algo que sucede cuando los instintos se descontrolan. No eres el primero ni serás el último en enfrentarte a esto.

Jiho se secó las lágrimas con el dorso de la mano, pero el dolor en su corazón seguía allí, persistente y pesado.

—Pero Haneul… él estaba tan asustado… —Jiho se interrumpió, temblando ante el recuerdo de la expresión de Haneul cuando lo marcó—. Y yo… yo lo arruiné todo. ¡Ni siquiera me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta que ya era tarde!

Sun-hee lo abrazó con fuerza, dejando que Jiho se desahogara.

—Haneul está asustado, sí. Pero también está a salvo, y nosotros vamos a cuidar de él —le dijo con ternura—. Esto no significa que todo esté arruinado, Jiho. Tienes que ser fuerte ahora, por Haneul y por ti mismo. Ambos necesitan tiempo para procesar lo que pasó, pero eso no significa que no puedan superar esto juntos.

Jiho se quedó en silencio, tratando de asimilar las palabras de su madre. Parte de él quería creerle, quería aferrarse a la esperanza de que todo podría arreglarse, pero la otra parte estaba aterrada de que Haneul nunca lo mirara de la misma manera otra vez.

—¿Crees que… crees que Haneul pueda perdonarme? —preguntó Jiho finalmente, con voz temblorosa.

—Eso es algo que solo Haneul podrá decidir, pero yo creo que sí. Tienes que darle tiempo y espacio, y sobre todo, ser honesto con él cuando estén listos para hablar de lo que pasó —le aconsejó Sun-hee—. El amor y el respeto son clave en una relación, y creo que Haneul sabe que lo amas y que lo respetas.

Jiho asintió lentamente, aunque la duda seguía presente en su mente. Sun-hee lo soltó del abrazo y lo miró directamente a los ojos.

—Por ahora, es importante que te calmes, Jiho. Tienes que ser fuerte, no solo por ti mismo, sino también por Haneul. Él necesitará saber que estás aquí para él, que no vas a dejarlo solo en esto.

The power of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora