Al ver que Janie se iba apresuradamente con su marido, Ethan se tocó el bolsillo de su camina buscando algo. En ese momento, sonaron pasos y una cajetilla de cigarros voló en su dirección.
Ethan levantó la mano para atrapar la cajetilla. Pronto apareció un hombre vestido de manera peculiar, un par de pantalones y botas de cuero negro, caminaba hacia él. Llevaba una camisa blanca y una faja negra alrededor de la cintura. Su maquillaje incluía una sombra de ojos llamativa, y peinado estilo mohawk coronaba su cabeza.
Ethan sacó un encendedor para encender un cigarro y al hombre frente a el como gesto de agradecimiento le ayudo a encenderle el suyo.
—Vaya si que se hizo un gran escandalo es vez. —dijo el extraño, con una expresión indiferente en el rostro.
Ethan golpeó su propio cigarrillo con el dedo, pero la colilla recién encendida no arrojó ninguna ceniza.
—Te recuerdo. Te detuve hace un tiempo, conducías una motocicleta ¿verdad?.
—Yo también te recuerdo, solo llámame Job —respondió el hombre, observando a Ethan de arriba abajo—. ¿Cómo mantienes tu piel tan bien? ¿Qué tipo de cosméticos usas?
Ethan se quedó sin palabras, sin esperar esa pregunta. Desde que había tomado la poción de regeneración, había notado cómo su piel mejoraba día a día. Siobhan también le había hecho esa pregunta varias veces, con un brillo de envidia en sus ojos. Pero esta era la primera vez que un hombre le preguntaba algo así.
Ethan tosió y murmuró en voz baja:
—Soy heterosexual.
—¡Jodete!, a quien le importa, no eres mi tipo.
—¿Qué pasó con tu cabello? —Ethan cambió rápidamente de tema, señalando la parte superior de su cabeza. La última vez que lo había visto, Job estaba calvo.
—¿Acaso no conoces las pelucas? ¿O no existen en este lugar apestoso a mierda de vaca?
Ethan se atragantó, sin saber qué responder. Job no habló más, observó en silencio a Hood a lo lejos, y luego desvió la mirada hacia Carrie Hopewell, más alejada, su cigarrillo tembló y sus ojos mostraron una mirada asesina. Los Hopewell estaban abrazando a Diva, completamente ajenos a la mirada de Job.
Job maldijo para si mismo y arrojó el cigarrillo al suelo. Ethan fingió no ver nada y fumó en silencio. Sabia como era la situación y porque Job estaba tan molesto con Carrie, ya que los había traicionado dejando a Hood en prisión.
Hood finalmente terminó de tratar con el agente del FBI, Dean Xavier, y al ver a Ethan y Job juntos, se acercó con una expresión cansada en el rostro.
—Ethan, este es mi amigo Job. Job, este es Ethan —dijo Hood, haciendo un gesto casual para presentarlos.
Ethan entrecerró los ojos al notar un círculo de cicatrices moradas en las muñecas de Hood, idénticas en ambas manos. Por su experiencia, este tipo de lesión solía ser causada por estar esposado y luchar por liberarse, algo común en presos con adicción a las drogas.
—Nos vimos hace tiempo.—comentó Ethan.
—¿Puedes decirme qué pasó con tu mano? —preguntó Ethan, levantando la suya para señalar.
Los ojos de Hood parpadearon, buscando una excusa adecuada. Pero Job frunció los labios y no pudo evitar responder:
—¿Qué más podría ser? Esa perra de Anast...
—¡Job, cállate! —Hood gritó en voz baja, y la atmósfera se volvió más tensa.
Job no tuvo más remedio que apretar los dientes, cruzarse de brazos y mirar con enojo en dirección a Carrie.
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Reencarne en Banshee Town
ActionEn el vasto universo de series y películas icónicas, los casos policiales y las tramas de gánsteres se conectan en un entramado más amplio. Desde Banshee Town, surge una historia en la que lo imposible se convierte en parte del día a día. Personajes...