Capitulo 37: Asalto

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Hood tomó una nuez y se la metió en la boca antes de continuar:

—Tranquilo, esta vez es un trabajo que podría dejarnos buenas ganancias. Nos hemos estado preparando para un trabajo. El plan está casi completo pero nos falta un hombre, me pregunto si estás interesado.

Ethan se enderezó y preguntó:

—¿Qué trabajo?

Hood se dio la vuelta y miró a los bebedores a lo lejos, luego se volvió y susurró:

—Robo del vehículo de depósito.

Al escuchar esto, Ethan sintió una sensación de absurdo. Miró el uniforme y la placa del Sheriff que colgaba del pecho de Hood y le preguntó con seriedad:

—¿De cuanto estamos hablando? - pregunto interesado en el tema,  según la trama original el asalto al camión blindado debía ocurrir pronto, pero no pensó que lo incluirían.

—No estoy seguro, pero el riesgo valdrá la pena.

—Entonces, ¿cuál es el objetivo?

—¿Quieres unirte?

—¿Por qué no?

Hood tomó un trago de su cerveza y susurró:

—El camión de valores del Casino de la tribu Kinaho.

Después de escuchar a Hood decir el objetivo, Ethan asintió, tomó un sorbo de cerveza y se reclinó en su silla.

—¿Cuál es nuestro plan?

Hood levantó el brazo, miró su reloj y dijo:

—Te lo contare hasta que llegue Job.

Sentarse y esperar era aburrido, así que Ethan jugó al billar con Hood. Cuando se fue el último invitado del bar, Ethan metió cuidadosamente la bola ocho en la tronera.

—Ha nacido un vencedor —dijo Sugar, levantando el brazo y emitiendo un veredicto. Hood no tuvo más remedio que sacar su billetera nuevamente y dejar diez dólares sobre la mesa.

—Una mas, creo que pueda ganarte.

Hood limpió el taco con fuerza y sopló en la punta del palo.

Ethan sonrió y guardó el dinero en el bolsillo, obteniendo felizmente cien dólares de Hood.

—Olvídalo, Hood, ¿por qué no juegas con Sugar y ves si puedes recuperar tu dinero? —le dijo, entregándole el taco a Sugar.

—Ho ho ho, ¡Sugar Daddy ha estado jugando durante décadas! Hood, ¿estás seguro? —bromeó Sugar.

—Deja de decir tonterías y lanza la bola.

Hood, enojado, sacó su billetera y la golpeó en la mesa de billar.

—Buenas noches, chicos. ¿Me extrañaron, bastardos? —dijo Job, entrando con un bolso en los brazos.

—Bastardo, te escapaste después de beber todo mi whisky. No te he visto en unos días, ¿dónde has estado? —Ethan se adelantó y chocó los puños con Job.

—Aún tienes el descaro de decirlo. Después de emborracharme, nos dejaste a mí y a ese viejo durmiendo en el suelo de la sala. La próxima vez que vaya a tu casa, arrancaré esa maldita cabeza de venado que tienes colgada y te asustaré al despertar.

—Fui a Nueva York. Este estúpido pueblo en el campo huele a estiércol de vaca por todas partes. Si me quedo aquí mucho tiempo, me volveré loco.

Job se quitó la peluca, dejó el bolso y caminó hasta la barra para coger una botella de whisky.

Reencarne en Banshee TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora