Capitulo 83: Estas bajo arresto.

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Hood fijó la mirada en la puerta secreta, sus dedos dudaron un momento antes de empujarla lentamente. La madera crujió apenas, y en ese instante, la mano de Proctor detrás de su espalda se sujetaban fuertemente tratando de controlarse asi mismo. 

Con un movimiento firme Hood tomó la puerta, terminando de abrirla con una calma expectante, la noche anterior había estado aquí y sabia exactamente lo que iba a encontrar.

Proctor se quedó inmóvil en el umbral, sus ojos fríos clavados en los de Hood, como si buscara descifrarlo. Ethan, intrigado dio un paso adelante hacia la habitación secreta. La oscuridad en el interior parecía devorar la luz del pasillo, pero sus dedos tropezaron con un interruptor en la pared.

Lo accionó con un clic que resonó como un disparo en el silencio, y las luces parpadearon unos segundos y luego se encendieron, bañando la estancia con un resplandor frío. Ethan dejó escapar un leve silbido mientras observaba el interior, todo el día le había insistido  a Hood que le dijera lo ocultaba Proctor detrás de esa puerta, pero Hood había evadido cada una de sus preguntas, alimentando su curiosidad.

—Esto no significa nada.- dijo Proctor con frialdad y una calma inesperada.

Hood respondió con una sonrisa orgullosa:

—Te equivocas. Significa muchas cosas para muchas personas.

 Frente a la puerta, una pequeña cruz colgaba en la pared, con una inscripción grabada en letras diminutas, apenas visibles bajo la tenue luz.

Ethan dio un paso al frente, sus ojos clavados en el interior. Lo que vio lo dejó completamente boquiabierto.

Aquello no era solo una habitación secreta para almacenar armas; era un arsenal cuidadosamente planeado y mantenido. Una colección tan imponente que hacía que cualquier cosa que Job hubiera acumulado pareciera insignificante en comparación.

Justo bajo la cruz, una formación impecable de rifles AR-15 captó su atención. Diez unidades estaban alineadas con precisión milimétrica, sus culatas brillaban bajo las luces blancas de la habitación. Sobre ellos, un soporte exhibía un variado surtido de armas blancas: machetes con filos afilados, nunchakus oscilantes, pesadas mazas y espadas largas de diseño tradicional, cada una mas letal que la anterior.

En el lado opuesto de la estancia, otra pared presentaba una colección de armas antiguas. Entre ellas, un rifle destacaba por su tamaño desproporcionado: un cañón delgado y alargado que medía más de dos metros. Su diseño, aunque anticuado, emanaba una elegancia letal que atraía la mirada de Ethan como un imán.

El aire parecía cargado de historia y peligro.

—Gracias por tu generoso regalo —dijo Brock al entrar junto a Emmett, incapaz de contener su asombro.

Ethan, mirando debajo de las armas antiguas, tragó saliva. Sobre una mesa de madera, había veinte o treinta granadas explosivas, y no tenía idea de dónde había conseguido Proctor tantas de esas cosas.

Sobre otra mesa había docenas de pistolas de diversos modelos, mientras que en una esquina se apilaban cajas de municiones, una tras otra. No era de extrañar que Sugar siempre insistiera en que Proctor no podía ser enfrentado por la fuerza.

Tomó una espada, aferró la empuñadura y tiró con fuerza, revelando una hoja afilada que relucía bajo la luz. Luego la dejó a un lado, agarró un AR15 y se dirigió hacia la puerta.

—Señor Proctor, ¿tiene licencia para poseer estas armas de fuego?

Proctor permaneció en silencio.

Hood se acercó y, con una sonrisa, le informó:

—Kai Proctor, está bajo arresto. Tiene derecho a permanecer en silencio. Si no lo hace, todo lo que diga podrá y será utilizado en su contra ante un tribunal. Tiene derecho a un abogado. Si no puede costear uno, el Estado le proporcionara uno. ¿Entiende sus derechos?

Reencarne en Banshee TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora