—Parecen militares, tal vez estén en algún tipo de entrenamiento —exclamó Ethan, observando al equipo uniformado que se acercaba a la torre desde la distancia. Llevaban equipo táctico completo, moviéndose con precisión y coordinación, lo que hacía evidente su entrenamiento profesional. Seguramente ellos tendrían equipo de comunicación funcional, pensó. Esa sería su salvación.
—¿Y qué esperamos? Ellos deben tener una radio, podemos pedir ayuda —dijo Jessie, su voz emocionada, casi desesperada al ver la oportunidad de escapar de aquella pesadilla.
Ethan, manteniendo la calma, la miró un momento y luego respondió con firmeza:
—Voy a ir yo. Ustedes quédense aquí, no sabemos quiénes son o qué están haciendo.
Jessie abrió la boca para protestar, pero la mirada decidida de Ethan la hizo callar. Él ya había tomado la decisión. Carly, que estaba sentada en el suelo con el rostro pálido y la mirada perdida, no dijo nada. Solo asintió levemente, sabiendo que su energía estaba demasiado agotada para discutir.
Ethan se ajustó la camisa manchada de tierra y sangre, se pasó una mano por el rostro, intentando despejarse, y comenzó a descender la larga escalera metálica que crujía bajo su peso. Cada paso resonaba en la estructura vacía, acompañado por el sonido del viento que silbaba entre los barrotes oxidados.
Finalmente, después de unos minutos, sintió el suelo firme bajo sus botas. El aire en la base de la torre era más denso, cargado con el olor a tierra húmeda y pino.
Cuando sus pies tocaron el suelo, los soldados ya lo habían visto. Ethan levantó una mano en señal de saludo, pero apenas dio un par de pasos hacia ellos cuando, en un movimiento sincronizado, los militares levantaron sus armas y lo apuntaron directamente al pecho. Los láseres rojos danzaban sobre su torso, el reflejo de la amenaza evidente.
—¡Identifícate! —gritó el que parecía ser el líder del equipo. Su voz resonó autoritaria, como si no aceptara vacilaciones.
El corazón de Ethan se aceleró. Manteniendo las manos en alto, intentó controlar su respiración mientras hablaba con calma, sin hacer movimientos bruscos.
—¡Soy Ethan Morgan! Oficial de Policía de Banshee, Pensilvania. —Tomó aire rápidamente antes de continuar—. Mis amigas y yo fuimos atacados por una... —vaciló un momento, buscando las palabras correctas para describir lo que habían visto sin sonar como un loco—. Una tribu de caníbales, una especie de grupo salvaje que vive en estas montañas. Apenas logramos escapar. Nos refugiamos en la torre, pero estamos atrapados aquí. No tenemos forma de comunicarnos con el exterior.
Los militares mantuvieron las armas en alto, sin bajar la guardia. El hombre al frente a el era idéntico al actor David Boreanaz de Bones aunque un poco mas mayor, con un rostro endurecido, lo observó detenidamente. Había algo en su mirada que indicaba que no estaba dispuesto a confiar fácilmente en extraños.
—¿Dónde están las personas de las que hablas? —preguntó con dureza, sin apartar la mirada de los ojos de Ethan.
—Arriba en la torre —respondió Ethan, con una ligera inclinación de cabeza hacia la estructura metálica a sus espaldas.
El líder no apartó la vista de él, y después de un tenso silencio, hizo un gesto con la mano.
—Alpha 2 y Alpha 3, suban a la torre y corroboren la historia —ordenó con voz firme.
Dos de los soldados se movieron rápidamente, manteniendo sus armas en alto mientras se dirigían hacia la base de la escalera. Ethan los vio comenzar a subir con eficiencia militar, cada uno cubriendo el avance del otro. Sus pasos eran firmes y precisos, y pronto desaparecieron entre las sombras de los niveles superiores de la torre.
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Reencarne en Banshee Town
ActionEn el vasto universo de series y películas icónicas, los casos policiales y las tramas de gánsteres se conectan en un entramado más amplio. Desde Banshee Town, surge una historia en la que lo imposible se convierte en parte del día a día. Personajes...