Capitulo 54: Perdido

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Job vaciló por un momento y luego dijo— No hay nada malo con tus diamantes, ¿cierto? porque si es asi el precio será muy diferente.

Ethan respondió con decisión:

—No te preocupes, están limpios.

—Está bien, primero buscaré a alguien que los valore y se asegure de que estén limpios antes de ponerlos en el mercado —Job tomó otro sorbo de vino, dejando que el líquido rojo acariciara su paladar—. Debes tener en cuenta que, dado que no podemos dejar registro de las transacciones y asumiendo que estos diamantes no tienen problemas, podrías obtener entre un 30% y un 40% de su valor real, menos mi comisión.

Ethan miró a Marie, y ella asintió con la cabeza hacia él.

—Está bien, no tengo problema con ello, lo dejare en tus manos. Sabes ahora creo que necesitare un buen contador, ¿puedes buscar a uno, que se ajuste a mis necesidades.? —Ethan se detuvo a reflexionar por un momento antes de asentir, sintiendo que había llegado a un acuerdo.

—Déjalo todo en mis manos, yo me encargare. Y  en cuanto al contador creo que conozco a la persona indicada, pero llevare algo de tiempo contactarlo, ya que es algo reservado. 

—Está bien —asintió Ethan—. Cuando llegue el momento, divide el total entre Marie y yo, porfavor ayúdala tambien para que no tenga problemas para obtener su parte.

—Considéralo hecho. —Job estaba tan feliz que rápidamente se levantó y dijo— Tomemos una copa y los felicito por adelantado por la buena fortuna.

—No lo dejaremos para después fue un día difícil Job, nos iremos primero.

Ethan negó con la cabeza. Aunque Marie, que estaba sentada a su lado, estaba un poco emocionada por la perspectiva del dinero, su rostro mostraba un evidente cansancio.

—Está bien, no te preocupes, tu auto esta al final de la calle.—Job sacó las llaves del auto de Ethan de debajo de la mesa y se las arrojó.

Después de salir del apartamento de Job, esa noche se quedaron en la casa de Marie. La atmósfera era tranquila, y el suave murmullo de la lluvia contra las ventanas se convertía en una melodía reconfortante. Ethan se despertó y al abrir los ojos, notó que la colcha a su lado estaba levantada, como si alguien hubiera salido apresuradamente. Un ligero sonido de agua corriendo llegó hasta él, proveniente del baño. Se estiró, sintiendo la suavidad de la cama y la familiaridad del lugar.

—¿Necesitas que te lave la espalda? —bromeó, con una sonrisa traviesa dibujada en sus labios.

La respuesta fue inmediata: una exclamación sorprendida proveniente del interior, seguida de un ligero ruido de agua que pareció intensificarse de inmediato. La tensión se disipó en el aire, y una risa nerviosa surgió de detrás de la puerta.

Ethan no pudo evitar reír también mientras se asomaba. La imagen de la persona dentro del baño, envuelta en vapor y agua, era una mezcla perfecta de sorpresa y comodidad. El ambiente, cálido y lleno de la fragancia de jabones y toallas, parecía encerrar un instante suspendido en el tiempo.

—¿Vas a entrar o solo vas a quedarte ahí mirando? —preguntó, la voz aún teñida de un tono juguetón.

Con una chispa en los ojos, Ethan cruzó el umbral, listo para disfrutar de un momento que prometía ser tanto ligero como revelador. La chica estaba de pie bajo el agua caliente, los chorros de agua deslizándose por su piel como un manto de cristales líquidos. Su cabello, oscuro y mojado, caía en mechones suaves sobre sus hombros, enmarcando su rostro. Las gotas resbalaban por su cuello, acentuando la delicadeza de su figura. Tenía una complexión esbelta, con una piel tersa que brillaba sutilmente bajo la luz del baño.

Reencarne en Banshee TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora