Capitulo 62: Bajo Presión

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Al escuchar la voz extraña pero familiar, Ethan miro hacia la barra con atención, sostenía el taco de billar en sus manos, pero no se había movido en absoluto. El humo del cigarrillo le entró en los ojos y sus pestañas se movieron rápidamente, la tensión en el aire se podía sentir y el silencio fue roto por el hombre recién llegado.

 —Jason, ¿dónde está el dinero?.— exclamo con una voz calmada.

 El sonido de Jason tragando saliva pudo escucharse, y dijo con voz seca:

 —Lo siento, no sé de qué estás hablando.

En ese momento, Ethan dejó a un lado su taco y se levantó lentamente. Sus ojos se clavaron en la entrada del bar, donde dos hombres custodiaban la puerta con una postura imponente. Uno de ellos, el que iba al frente, llevaba un abrigo de piel negro que golpeaba sus tobillos que caía pesadamente sobre sus hombros, dándole un aire intimidante. Pero lo que captó la atención de todos no fue el abrigo, sino la Uzi que colgaba de su cintura, balanceándose peligrosamente bajo la mano firme del hombre.

 Detrás del hombre vestido de cuero, había un hombre con el pelo ligeramente calvo. Vestía un traje oscuro de alta gama hecho a medida, sin una sola arruga, luciendo un aspecto impecable. Al notar el movimiento en el interior, el hombre giró la cabeza para mirar a Ethan. Sus ojos se llenaron de alegría después de estar confundido por un tiempo.

 —Qué sorpresa, debe ser mi día de suerte. Nos volvemos a ver Ethan.

 —No más que la mía, Quentin.—las comisuras de la boca de Ethan se elevaron lentamente, mostrando una sonrisa depredadora que dejaba ver sus dientes blancos—

Antes de que las palabras terminaran de salir de su boca, Ethan desenfundó la Glock 17 en un movimiento fluido, como si fuera una extensión de su brazo. El hombre vestido de cuero al otro lado de la habitación captó al instante la situación. Sus ojos se abrieron con sorpresa y el instinto lo hizo levantar la Uzi colgada en su cintura, pero Ethan ya estaba un paso por delante.

¡Bang, bang, bang!

Las balas de la Glock atravesaron el aire con precisión letal, como ráfagas calculadas. El sonido de los disparos retumbó en el local, mientras las lenguas de fuego brotaban del cañón del arma. La primera bala impactó en la frente del hombre de cuero, haciendo que su cabeza explotara en una nube de sangre y fragmentos de hueso. Sin embargo, su cuerpo, aún respondiendo a los últimos impulsos de su cerebro, logró apretar el gatillo de la Uzi.

El rugido de la Uzi llenó el bar, escupiendo balas en una trayectoria descontrolada. Las mesas volaron en pedazos, los vasos se hicieron añicos y las lámparas cayeron en pedazos con estruendosos estallidos. Las sillas giraban por el aire como hojas secas, y las ventanas del bar explotaron hacia fuera, esparciendo vidrio por todos lados, llevandose la vida del hombre a su lado como daño colateral.

Sin previo aviso, Hood y Job, reaccionando por puro instinto, se lanzaron al suelo, esquivando las balas que volaban a centímetros de sus cabezas. Pero no todos tuvieron la misma suerte.

Jason, que estaba tomando un trago en la barra, vio cómo su botella de cerveza explotaba en su mano. El vidrio le cortó la piel, y un calor repentino recorrió su entrepierna mientras gritaba, sorprendido por la sensación de sangre mezclada con el alcohol derramado.

Ethan, en medio del caos, mantuvo su postura firme. Las balas de la Uzi seguían rebotando por el bar, pero él se movía como una sombra entre el fuego cruzado. Avanzó sin perder un solo paso, apuntando con una precisión despiadada. A medida que el humo se levantaba en el aire, sólo quedaba un hombre en pie... y ese era Ethan, con la Glock aún humeante en su mano.

Reencarne en Banshee TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora