El hombre del traje, con los ojos inyectados en sangre, parecía una bestia salvaje enloquecida. Gruñó, y en lugar de retroceder ante el golpe, se lanzó hacia adelante con una fuerza arrolladora. Su cuerpo, pesado y sólido, se estrelló contra Ethan, derribándolo hacia atrás con un impacto brutal.
Las sillas y mesas del restaurante fueron volcadas en su camino, el sonido de la madera astillándose y el metal retorciéndose llenando el aire. Ethan sintió el mundo girar a su alrededor, pero se negó a perder el control. Mientras caía, su mente trabajaba a toda velocidad, buscando cualquier ventaja.
El hombre del traje aprovechó el momento de confusión y lo agarró con fuerza, empujando con todo su peso para aplastarlo. Sin estar preparado para la embestida, Ethan fue llevado con una fuerza imparable hacia la pared del restaurante. Su espalda chocó contra la superficie dura, el aire escapando de sus pulmones en un jadeo sofocado.
Pero Ethan no estaba dispuesto a rendirse. A pesar del dolor que ardía en su hombro, levantó el brazo que aún sostenía el tenedor. Con una precisión desesperada, apuntó a los vasos sanguíneos palpitantes en el cuello del hombre del traje y, con toda su fuerza, lo apuñaló. La punta del tenedor penetró en la carne, el metal desgarrando la piel y hundiéndose en el músculo.
El hombre del traje soltó un alarido de dolor, un sonido gutural que resonó en las paredes del restaurante. Se tambaleó, pero no soltó a Ethan, su mano aferrándose con una fuerza casi inhumana. El impulso de la pelea no disminuyó, y ambos hombres, enredados en un combate , se estrellaron contra una mesa cercana, derribándola en el proceso.
En ese momento, Daria, que había estado en la cocina preparando el batido, escuchó el ruido de la pelea y salió corriendo. Sus ojos se agrandaron de horror al ver la escena ante ella: las mesas volcadas, la sangre manchando el suelo, y los dos hombres luchando ferozmente por su vida.
Con un grito de sorpresa, dejó caer la taza que tenía en la mano. El batido se esparció por el suelo, salpicando de rosa las baldosas blancas. Se tapó la boca con ambas manos, aterrorizada, pero incapaz de apartar la vista.
Ethan y el hombre del traje, aún enredados en su violento combate, tropezaron hacia la enorme ventana de vidrio que daba a la calle. La fuerza de su lucha fue imparable, y en un instante, ambos cuerpos se estrellaron contra el vidrio con un estruendo ensordecedor.
El impacto resonó por todo el restaurante. La ventana, incapaz de soportar la presión, se rompió en mil pedazos con un fuerte "bang", enviando fragmentos de vidrio volando en todas direcciones. Ethan y el hombre del traje cayeron a la calle, envueltos en una lluvia de esquirlas brillantes.
Rodaron por el pavimento, ambos cubiertos de cortes y moretones, sus cuerpos magullados por la intensidad de la lucha. El aire de la noche estaba impregnado de tensión, el sonido de su respiración agitada y el crujido del vidrio bajo sus cuerpos.
—Infeliz, te voy a matar —Ethan miró con molestia el tenedor de acero inoxidable que había caído a un lado y rápidamente sacó la Glock 17 de uso oficial de su cintura.
Estaba a punto de disparar cuando notó que el hombre del traje también buscaba su arma con su mano mano.
Bajo la amenaza de muerte, ambos reaccionaron en un instante. Ethan se lanzó hacia la izquierda mientras el hombre del traje rodó hacia la derecha. Ambos buscaron cobertura al mismo tiempo, deslizándose entre los autos en el estacionamiento.
Los movimientos fueron rápidos, cada uno protegiéndose tras cualquier cosa que ofreciera un respiro del fuego enemigo. A medida que se distanciaban, las armas en sus manos cobraron vida, disparando en ráfagas rápidas. Las balas atravesaban el aire, impactando en paredes. Las chispas y los fragmentos volaban a su alrededor, mientras ambos hombres se movían.
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Reencarne en Banshee Town
ActionEn el vasto universo de series y películas icónicas, los casos policiales y las tramas de gánsteres se conectan en un entramado más amplio. Desde Banshee Town, surge una historia en la que lo imposible se convierte en parte del día a día. Personajes...