Capitulo 35: Canario

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  Al día siguiente, el sueño de Ethan fue interrumpido por un despertador que vibraba violentamente.

  Después de apagarlo, se quedó mirando a los pájaros que saltaban sobre las ramas fuera de la ventana durante un rato y luego levantó la colcha.

  Anoche Sugar, Job y el bebieron en el Savoy Gentlemen's Club hasta pasadas las dos de la madrugada y luego que volvieron a casa bebieron hasta casi el amanecer.  Si no hubiera tenido que ir a trabajar hoy, habría dormido hasta la tarde —bostezó, caminando hacia la sala de estar.

 Vio a dos personas acostadas en el suelo, cubiertas con mantas. Ethan se dio una palmada en la cabeza y se apresuró a regresar a la habitación para ponerse los pantalones.

—¡Despierten! —Ethan pateó el pie de Job y lo sacudió para despertarlo.

— Jodete bastardo.—dijo Job, frotándose los ojos ante la luz deslumbrante.

—Voy a trabajar. Recuerda cerrar la puerta cuando te vayas.

—Está bien, lo entiendo. Vete rápido y no me molestes mientras duermo.

 Job tiró de la manta, volviendo a dormirse. Sugar, a su lado, tampoco tenía intención de despertar y seguía profundamente dormida.

 Ethan miró impotente su vitrina de vinos. Estos dos bastardos casi se bebieron todo mi whisky anoche, pensó. Tras ponerse el uniforme y salir, miró el lugar donde se quemó la ropa del atraco anoche. Solo quedaban algunas cenizas.

 Tomó una pala y cubrió las cenizas con un poco de tierra antes de irse.

 Al salir de la comisaría para desayunar, inesperadamente vio a alguien que no había visto en mucho tiempo. Rápidamente estacionó el auto.

—Oye, tiempo sin verte. Te haz estado escondiendo o algo asi. —dijo.

 Rebecca, vestida con un vestido blanco, estaba apoyada contra la pared de la estación de policía. Jugaba con sus dedos, aburrida, hasta que escuchó la voz de Ethan. Levantó la cabeza felizmente.

—Te he estado esperando, supongo que te divertiste anoche.

—¿Qué haces aquí? —Ethan señaló su atuendo, sorprendido—No estas vestida como una Amish, pago algo.

—Podemos hablar un momento. —respondió Rebecca, forzando una sonrisa.

—Claro, te invito a desayunar —dijo Ethan, mirando su reloj.

 Caminó con Rebecca al Restaurante Miles. Tras saludar a Daria, que estaba ocupada, se sentó en su lugar habitual, una esquina tranquila del restaurante.

 Rebecca se acercó y se sentó frente a él.

—Tráeme un sándwich con papas fritas y café, gracias —pidió Ethan casualmente, mirando a Rebecca—. ¿Qué deseas?

—Igual que el.

—Está bien, dos entonces.

 Dalia asintió, anotó el pedido y se dirigió a la cocina, mientras giraba su trasero de manera coqueta.

—¿Tú y ella...? —preguntó Rebecca, llevándose las manos a la barbilla.

—Solo somos amigos. Hace mucho que no te veo. Te envié un mensaje, pero no respondiste.

 Rebecca se reclinó en la silla, sus ojos oscureciéndose.

—Mi tribu me castigó por un tiempo. Ayer me expulsaron de casa.

—¿Por qué?

—Encontraron mi teléfono, cosméticos y revistas... —Rebecca bajó la voz—

 En ese momento, Dalia llegó con el desayuno. Ethan le agradeció y tomó su comida, mirando a Rebecca, que miraba el sándwich con confusión.

Reencarne en Banshee TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora