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Kara se quedó acurrucada en el callejón por un largo tiempo.

Después de verlos marchar, se había desmayado mientras sus heridas seguían punzando y sangrando.

El frio de la noche fue lo que la despertó. Rodó sobre su espalda para poder mirar el cielo. Estaba a punto de oscurecer.

Con dificultad, se levantó y al hacerlo el mundo a su alrededor giró. Se tocó algunas partes del cuerpo y lo único que sintió fue dolor.

Necesitaba ayuda y solo tenía un nombre en la cabeza.

Balanceándose, comenzó a andar. Su destino no estaba tan lejos. Salió del callejón y se recargó un momento en la pared para recuperar el aliento. Se llevó una mano al costado para tratar de atenuar el dolor. Tomó una bocanada de aire sintiendo fuego sobre sus costillas y decidida, se echó a andar.

°°°

— ¿Quién te golpeó? — preguntó Lena.
Kara abrió los ojos y sonrió débilmente.

— Es una larga historia.

El líquido rojo y tibio manchó las manos y la ropa de Lena mientras la arrastraba dentro de la casa y la llevaba con dificultad a la sala.

En cuanto la recostó, Kara volvió a perder la conciencia.

Lena intentó despertarla, se apresuró a tomar dos toallas del baño debajo de la escalera, abrió la llave del agua caliente del lavamanos y cuando el agua tibia comenzó a salir las empapo en ella, exprimio un poco y regresó corriendo junto a Kara. Se puso de rodillas y comenzó a limpiar sus heridas con cuidado.

Algunos minutos después, Kara volvió a abrir los ojos.

— Vuelvo enseguida… — dijo Lena intentnado ponerse de pie — Voy a llamar a Diana.

— No… — Kara la agarró del brazo. Tenía los dedos helados, como el resto del cuerpo — No te vayas. No necesito a esa… estoy bien.

— ¡Tienes golpes por todos lados, necesitas…!

— Escucha. Si traes a tu novia, hará demasiadas preguntas.

— Pero…

Kara meneó la cabeza y dejo caer la mano helada lejos del brazo de Lena.

La más joven no podía quitarse de la cabeza que lo mejor era llamar a Diana. Ella sabría qué hacer, incluso podrían llevarlas al hospital. Y si, haría preguntas, pero eran las mismas preguntas que ella misma tenía atoradas en la boca.

Unos minutos después, la rubia recobro algo de calor.

Quizá, Kara decía la verdad sobre su herida en la cabeza, el corte parecía superficial. Pero, Lena prefería que un experto la revisara. Por eso, seguía tentada en llamar a Diana.

De pronto, Kara se inclinó a un lado intentando levantarse.

— Creo que debes quedarte acostada.
Kara obedecio de inmediato.

Lena le quitó un mechón de cabello de la frente y trató de limpiarle con cuidado el rostro para no lastimarle los golpes que habían comenzado a hincharse.

— ¿Tienes una herida en alguna otra parte?

— Creo que hay algo malo con mis costillas — Kara se levantó la playera y descubrió su perfecto abdomen, Lena se habría sonrojado de no ser por los horribles hematomas que lo cubrian.
— Por todos los dioses — la ojiverde se llevó las manos a la boca para ahogar un grito, soltando la toalla.

Era inverosímil lo que le habían hecho.

Luego de la impresión, se apresuró a colocar las toallas con cuidado sobre su piel y esperó que de alguna manera, el calor ayudara y le brindar algún alivio. Tuvo cuidado de tocarla solo con la toalla. No quería provocarle más dolor.

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora