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En cuanto desperté aquella mañana, me aterró darme cuenta de la posición en la que estaba.

¿Cómo había terminado entre los brazos de Kara? ¿En qué momento había pasado?

Ella también me estaba abrazando, así que con mucho cuidado, comencé a moverme para salir de su agarre y bajar de la cama. No quería despertarla y que se diera cuenta. Así que fui deslizandome poco a poco entre las sabanas. Casi estaba libre, cuando Kara se removió. Me quedé quieta esperando a que no se hubiera despertado.

Con el corazón acelerado, la vi tomar la almohada y darse la vuelta sobre la cama sin notar mi ausencia.

Me puse lo primero que encontró en el armario, y salí de la habitación tratando de hacer el meno ruido posible. En cuanto estuve fuera, corrí a toda prisa por el pasillo hasta salir de la mansión.

El aire era fresco, incluso un poco frio, pero me sentó bien. El césped estaba lleno de roció, y en los límites de la casa adentrándose en el bosque, se podía apreciar la neblina que cubría gran parte del territorio. Comencé a caminar hacia donde comenzaban a levantarse los árboles y me adentré en lo profundo del bosque. Necesitaba calmarme y pensar. Caminar siempre me ayudaba.

Anduve por la vereda inmersa en sus pensamientos, sin  darme cuenta de donde estaba o a donde iba. Solo me detuve hasta que encontre el manantial del que me había platicado Winn algunos días atrás.

Era justo lo que necesitaba. Un lugar apartado, hermoso y tranquilo. La naciente de agua caía en forma de cascada por unas enormes y apiladas piedras hasta un estanque natural rodeado de tierra que contenía el cauce del agua.

Me asome a la orilla de la cascada para comprobar qué tan profundo era el estanque. El agua tenía un color azul cristalino que permitía ver algo del fondo.

Era lo suficientemente profundo para lanzarme desde ahí y zambullirme sin problema. Me quite los zapatos y el pantalón, pero me dejó puesta la playera. Respire hondo, di tres pasos atrás y luego, corrí hasta la orilla de la cascada para lanzarme al precipicio.

El agua estaba más fría de lo que había imaginado pero no demasiado. Me quede bajo el agua unos minutos, sorprendida de lo clara que era. Luego subí a la superficie para tomar aire. El agua estaba fría y fresca y mis músculos se sintieron aliviados por liberar la tención de los últimos días, nadando.

Estuve allí sun importarme el tiemmpo. Necesitaba cansar mi cuerpo para lograr que mis pensamientos me dieran un respiro. Mantenerme distraída y no pensar en Kara.

Bajaba al fondo del estanque y me quedaba ahí hasta que los pulmones  exigían una nueva bocanada de aire. Cuando estuve cansada, me quedó flotando boca arriba, sintiendo los rayos de sol sobre la piel.

— ¿Qué estoy haciendo? — me preguntó en voz alta, sin obtener respuesta.

Recordé entonces las últimas palabras de Diana
“Ve, y pon tus sentimientos en orden. Esta es tu oportunidad.”

— ¿Cómo le digo a Kara que me enamoré de ella?— Abrumada, volví a nadar al fondo y de regreso — No es un buen momento pero… yo la quiero — estaba ajitada y el corazón latia fuerte en mi pecho — Quiero estar con ella y… — dejé la frase inconclusa. Me sentía demasiado nerviosa.

“Aprovecha la oportunidad”

Dijo una voz en el interior de mi mente.

— ¿Oportunidad? — me pregunté — Esta destrozada por lo que siente por Imra. Por lo que le hizo.

“Nunca estuvo realmente enamorada de ella. Tú lo sabes”

— No. No lo sé.

“Kara siempre coqueteaba contigo”

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora