Capítulo 28

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Imra esperaba paciencia a que Ben llegara. Estaba sentada sobre los escalones del centro cultural, una construcción gigantesca y escalofriante. Uno de los más importantes monumentos arquitectónicos de la ciudad que había sido construido en el siglo XVII y utilizado como cede de un colegio jesuita. La construcción, aunque imponente, siempre causaba un temor irracional en la joven, que trataba de evitarlo en la medida de lo posible.
De hecho, fue el último lugar en el que pensó para tener aquella conversación, pero por alguna razón, el más apropiado para hacerlo.
La primera opción fue su casa, pero dado que sus padres habían adoptado la mala costumbre de entrar y salir sin siquiera avisar, lo descartó enseguida. No quería que en medio de la discusión, alguno de sus padres apareciera en la sala.
Luego pensó en algún café, o alguna plaza, pero tampoco eran buenas opciones. Las cosas podían ponerse feas, y no quería ser el centro de atención de las miradas de los demás.
No. Tenía que buscar un lugar más privado. Un lugar que tuviera poca concurrencia. Un lugar que… fuera digno de aquella conversación.
Sinceramente no sabía por qué había pensado en el centro cultural. Pero en cuando envió el mensaje:
“TENEMOS QUE HABLAR”
Fue el primer lugar que se le vino a la mente.
Ahora estaba ahí. Sola. Junto a la estatua de un sujeto que tocaba una guitarra. Desasiendo una servilleta de tanto torcerla entre sus manos. Esperando mientras que formulaba en su cabeza cientos de oraciones que iba a decir, cientos de formas de abordar el tema, y ninguna le parecía la correcta.
Llena de frustración, soltó la servilleta y se llevó las manos a la frente tratando de darle sentido a todos sus pensamientos. Cerró los ojos con tanta fuerza, que también tuvo que apretar la mandíbula.
Cuando los abrió, lo primero que vieron fueron el par de zapatos negros que tenía frente a ella.
Siempre tan limpios, tan lustrados, tan perfectos.
— Hola — saludó el joven en cuanto levantó la mirada.
Ella sonrió.
— Creí… — él, contempló las impresionantes torres — Creí que este lugar te daba miedo.
— Me da miedo— confirmó Imra inclinándose hasta que su barbilla roso sus rodillas.
— ¿Entonces qué hacemos aquí?
— Tenemos que hablar.
— Eso decía tu mensaje, pero… — Ben volvió a levantar la mirada, sintiendo el viento frio — ¿Qué cosa terrible tienes que decirme que elegiste un lugar que odias para hacerlo?
Imra no dijo nada. Ni siquiera tuvo el valor para levantar la cara y mirarlo. Ben se sentó junto a ella y esperó a que decidiera hablar. Pasaron los minutos y el silencio seguía.
— ¿Vas a terminar conmigo, verdad?
La pregunta que lanzó el chico, provocó que el corazón de Imra se detuviera.
— Es eso, ¿cierto?
— Ben… — Imra por fin lo miró. Pero al hacerlo, al verse reflejada en aquellos dulces ojos, en aquella expresión de ternura y amor infinito, sintió como el corazón se desgarraba de dolor y un nudo le apretaba la garganta, impidiéndole decir una sola palabra.
Avergonzada y amedrentada, volvió a apartar la mirada a un lado.
— ¿Por qué?— preguntó Ben con sosiego — ¿Hice algo mal?
— No — respondió ella, con la voz quebrada.
— ¿Entonces por qué de pronto…?
— ¡Tengo que hacerlo! — Lanzó en un grito, porque de otra manera no iba a poder decirlo — Es por el bien de los dos. Yo te quiero, Ben… — las lágrimas comenzaron a nacer en sus ojos — Te quiero… y por eso sé que lo mejor para ti es alejarte de mí…
—  ¿Por qué estás diciendo esto? — la interrumpió y se puso de pie — ¿Qué es lo que pasa en realidad? — dio un para de pasos y luego se detuvo de golpe — ¿Hay alguien más?
Imra abrió la boca para hablar, pero volvió a cerrarla de inmediato y desvió la mirada tensando todo el cuerpo. Eso fue suficiente para que Ben se diera cuenta de que había dado justo en el blanco. Su novia lo estaba terminando por culpa de otra persona.
— ¿Quién es? — quiso saber.
— Nadie.
— ¡No me mientas! — Ben regresó los y se inclinó sobre Imra, sujetándola por la muñeca — Dime quien es.
Era la primera vez que lo veía comportándose así. Agresivo. Furioso. Un hombre posesivo al que acababa de herir profundamente y que como cualquier ser humano normal, quería conocer toda la verdad.
El problema era que Imra no se creía capas de poder decírsela.
Podía sentir la fuerte mano de Ben apretarla más y más. La estaba lastimando, pero quizá tenía derecho de hacerlo.
— No tiene caso que lo sepas — en cuanto pronuncio aquellas palabras se arrepintió de hacerlo. Vio reflejados en los ojos de Ben el alma que se le hacía pedazos. No había sido necesario que dijera “sí” para confirma que había alguien más.
Desilusionado y abatido, fue soltándola poco a poco y volvió a alejarse de ella.
— ¿Lo amas?
Buena pregunta. Pensó Imra.
Ese era justo el problema.
No sabía lo que sentía por Kara. No estaba segura de nada. Amarla… amar a Ben… ¿cómo podía saber cuál era real? ¿Cómo podía diferenciar el amor de la amistad? ¿Cómo saber cuál sentía por cada uno de ellos?  Todo estaba patas ariba y mientras le encontraba sentido a sus sentimiento, lo mejor era alejar al chico del que hasta hace unas semanas, estaba segura de amar abismalmente.
— No lo sé — terminó diciendo en medio de un suspiro — Estoy confundida. No sé qué es lo que siento por ti o por…
— ¿Confundida? — Ben parecía más enojado que hace solo unos segundos — No hace ni dos semanas dijiste que me amabas, y ahora estas confundida.
— Estas haciendo esto difícil.
— ¡Oh! Lo siento. Pero me importa un carajo que te sea difícil ¡Me botas por culpa de otro! ¡No quieres decirme quien es! ¡Y estas “confundida” por lo que sientes por nosotros! — se alejó varios pasos más — ¡Tengo el puto derecho de hacer de tu vida un infierno si quiero!
Como un resorte la chica por fin se puso de pie.
— No lo tomes así.
— ¡Lo voy a tomar como se me de mi puta gana!
Imra se asustó e intentó dar un paso atrás, pero terminó resbalando con la orilla de la banca.
Ben corrió a sujetarla para impedir que se lastimara.
La sujetó por la cintura pasando un brazo por su espalda y la atrajo a él para mantener el equilibrio. Sus fuertes y protectores brazos la rodearon. Su cara, quedo contra el pecho de Ben, y en el silencio, escuchó el palpitar suave de su corazón. El olor de su fragancia la embriago y al levantar un poco la cara, se topó de frete con los labios que durante largo tiempo la habían vuelto loca, y sintió la inmensa necesidad de besarlos.
Su deseo, la impulso hacia ellos, pero antes de que sucediera, Ben la tomó de los hombros, y la alejó.
— No quiero… — parecía no estar muy seguro de lo que iba a decir. Paso saliva para limpiar su garganta del dolor y siguió — No quiero que me vulvas a buscar.
Pasó a un lado de ella, sin mirarla y fue escaleras abajo.
El nudo que apareció en la garganta de Imra la estaba ahogando. Juntó las manos y en puño se las llevó a la barbilla como si quisiera comenzar una oración. Estaban confundida, mucho más que antes. Y ahora estaba sola.
Se giró para ir tras él, pero Ben ya había subido a su auto y arrancó haciendo rugir el motor enfurecido.

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora