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Kara fue al centro comercial para comprar dos enorme botes de helado de fresa.

Esa tarde, vería a su novia, y por lo que habían platicado, sus padres no estarían en casa por un par de días, así que podía quedarse a dormir con ella sin problema.

Esa era una buena noticia, ya que había estado esperando la oportunidad para poder estar solas. No quería presionar a Imra pero ya no podría esperar mucho más. Cada rechazo que le había mostrado le había hecho perder la confianza. Y su negativa a dejar que la besara no le parecía de todo racional.
No ha estas alturas.

Al llegar a la puerta, hizo algunos malabares con los botes de helado, mientras intentaba tocar el timbre. Casi termina soltando uno, pero logró sujetarlo lo suficiente para que el padre de Imra apareciera detrás de la puerta y la ayudara a mantenerlos a salvo.

— Hola — saludo Kara algo sorprendida de que aun estuvieran en casa.

— Parece que tendrán una larga noche — le dijo el hombre con una gran sonrisa señalando los helados y las frituras que había llevado — Pasa.

— ¡¿Quién es?! — gritó la madre de Imra desde la sala.

— ¡Kara! — grito él en respuesta.

— Discúlpenme. Pensé que ya no los encontraría aquí.

— ¿Nos estas corriendo tan pronto? — bromeó el padre de Imra.

— No, no — se apresuró a decir ella moviendo las manos, apenada — Claro que no, señor. Es Solo que…

— Kara, por fin llegas — la madre de Imra había llegado al recibidor con un par de maletas. Saludó a la joven con un par de besos en las mejillas y le pidió ayuda a su esposo para que llevara sus cosas hasta el auto.

La madre de Imra, era una mujer muy atractiva y elegante. Pero, Imra se parecía más a su padre que a ella.
La mujer, paso un brazo sobre los hombros de Kara, y la llevo consigo unos cuantos pasos más, adentro de la casa.

— Nada de fiestas, ¿de acuerdo? — Kara la miró confundida — Ya se lo dije a Imra, pero quiero estar segura de que tú también lo sabes — Kara asintió en silencio — Iremos a visitar a la abuela, así que en nuestra ausencia, quiero pedirte un favor.

— Sí, claro — la mujer se puso frente a ella y sujetó con ambas manos por los hombros para mirarla directo a los ojos.

— He notado estos últimos días que Imra parece algo… triste. Le he preguntado si sucede algo, pero no ha querido decirme nada. Incluso llegué a sospechar que se trataba de Ben, pero ella me aseguró que todo estaba bien entre ellos.

Kara no supo cómo reaccionar ante aquella información. Se tardo algunos segundos en suponer que Imra no le había contado nada a sus padres. Ni siquiera les dijo que había terminado su relación con el imbécil de Ben.

— Sé que eres su mejor amiga — continuó la madre de Imra, sin darse cuenta del desconcierto de la rubia — Y que ella te cuenta todo.

Kara apenas pudo asentir en respuesta.

— Habla con ella. Ben es un buen chico. Y si todo esto es por que están peleados, trata de ayudarla para que se solución las cosas.

— ¿Qué? — Kara no podía creerlo.
El claxon de la camioneta del padre de Imra sonó y la mujer se apresuro a tomar su bolso.

— Hora de irnos.

Se despidió con beso de Kara, dio un par de pasos para despedirse, se detuvo un momento, y se giró para verla de nuevo con un gran sonrisa en el rostro.

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora