Capítulo 11 (aparece Lena)

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— ¡Tutora! ¡¿Yo?! — preguntó la joven saltando de la silla.

— Señorita Zorel, por favor. Tome asiento.

Kara hizo lo que la directora le pidió sintiéndose aun en problemas. Era extremadamente poco común que estando en la universidad, te llamaran a la oficina del director.

Si lo hacían, solo podía significar que en verdad habías hecho algo malo.

No conocía a nadie que hubiera estado dentro de aquella habitación. Es más, cuando llegó aquella chica de cabello alborotado a buscarla, había pensado que se trataba de una broma que la directora necesitaba verla.

Estuvo a punto de mandarla al demonio por tratar de burlarse de ella. Pero, se sorprendió aún más, cuando se enteró cual era el motivo por el que había sido llamada.

Ya conocía a la directora porque solo un mes atrás, había tenido una entrevista en el departamento de titulación con ella. Kara quería entrar a su programa de estudios y desarrollo, y allí, realizar la tesis para titularse. Era alumna de último año de arquitectura. La mejor alumna de su clase. La mejor alumna de la escuela. Así que la mujer no había tenido ninguna duda de aceptarla en el programa.

Una vez que terminara con su último año, podría unirse al equipo de trabajo en el instituto.

Pero ahora, la misma mujer que había estrechado su mano con tanto gusto días atrás, le daba una nueva tarea para poder tener el lugar que ya le habían asignado.

— Directora, es que no lo entiendo. — comenzó a decir Kara con desesperación — Ya me aceptaron en el programa, ¿por qué ahora pone una nueva condición para que entre?

— Señorita Zorel. En este momento estoy hablando como la directora de esta facultad, y no como la directora del programa de titulación. Usted tiene un historial académico impecable. Las notas más altas de toda su generación. Su CV es sorprendente, y el proyecto que presentó para su ingreso al programa, es el mejor que he visto en años. Pero, sus actividades extracurriculares no dicen mucho de usted — la mujer hojeó unos papeles que tenía sobre el escritorio — Si, hay muchas actividades académicas, pero ninguna cultural, y mucho menos deportiva.

— Discúlpeme directora, pero ¿eso qué tiene que ver con...?

— Necesita desarrollarse activamente con su entorno, señorita Zorel. Hacer amigos.

— Yo ya tengo amigos. — la mujer le pidió que la dejara continuar, al verse interrumpida por la rubia.

— No me refiero a sus amigos, señorita Zorel. Me refiero a ser un miembro productivo en la sociedad estudiantil. Alguien que no solo es respetado por sus buenas calificaciones, sino que además es admirado por su interés con los demás alumnos. Quiero que sea el ejemplo a seguir para los de nuevo ingreso.

— ¿Siendo la tutora de un chico de primer año? — preguntó Kara, cruzándose de brazos sobre su asiento. Particularmente en este momento de su vida lo que menos deseaba era ser la niñera de algún adolecente de primer año. Suficientes problemas tenía como para ahora tener que andar correteando a algún imbécil de nuevo ingreso. Pero, parecía que la directora hablaba muy enserio, y aunque hasta ahora no lo había planteado como algo obligatorio, sabía que si se negaba, podría no entrara al programa en el instituto.

Así que literalmente, aquella mujer la tenía entre sus manos.

— Nuestro programa de tutoría es el mejor de toda la universidad. Y es tradición que los jóvenes de último año, tomen a su cargo a un nuevo estudiante. Espero que usted honre esa tradición.

— Yo... — Kara no sabía cómo zafarse. Cómo negarse de una manera sutil y que le trajera los menos problemas posibles.

— ¿Algún problema señorita Zorel?

La mujer, colocó los papeles de su admisión en el programa de titulación sobre el escritorio intencionalmente para que Kara los viera. Faltaba una firma, la de ella. Y sin esa firma, prácticamente no estaba aceptada.

Eso era una amenaza. Clara y contundente.

No había de otra. Pensó cara apretando los dientes con impotensia. Tendría que aceptar.

— ¿Quién es el chico? — preguntó controlando su boca para no gritarle a la directora.

— Chica — corrigió la mujer poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta para abrirla — Pase por favor señorita Luthor.

Una chica de piel blanca y ojos verdes, atravezó por la puerta.

La joven tenía el cabello largo y negro, recogido en un chongo. Llevaba puesto un pantalón de mezclilla y una sudadera que era por lo menos dos tallas más grande de lo que necesitaba su cuerpo. Sobre los ojos, unas gafas negras de grueso armazón, enmarcaban las esmeraldas de sus iris.

Kara se puso de pie lentamente mirando a la joven.

La joven no sonrió. Miró directamente a Kara con una expresión neutra. Tenía una boca pequeña, pero unos labios naturalmente rojos y abultados que dejaron a Kara con la boca abierta.

— Lena — dijo la directora parada a un lado de ella — Le presento a su nueva tutora. La señorita Kara Zorel.

— Es un gusto — dijo la joven levantando la mano al frente para saludar a la rubia.

Al escuchar su voz, Kara le regaló la sonrisa más grande, sinsera y brillante que había tenido en semanas.

— El gusto es mio. — dijo, acercándose a ella para estrechar su mano.

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora