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Nuevamente llegó el lunes y Kara se sentía tremendamente confundida y algo frustrada por su falta de deseo de ver o hablar con Imra.

Aunque claro, ese no era el motivo de su mal humor. Se había enterado, un día antes, que Lena estuvo todo el fin de seman ocupada con Diana.

Durante todo el día, había ido de una clase distraída mientras intentaba entender, comó había permitido que la imbécil de Diana acaparara todo el tiempo de Lena enfrente de sus narices.

¿Por qué esa odiosa mujer seguía invitándola a salir?

Lena le había comentado que era como su hermana mayor. Lo cual, Kara estaba segura, se trataba de una sarta de patrañas.

Iba de camino a casa, con el celular en la mano, tratando de decidir si llamar a Lena o no, cuando chocó de frente con un hombre.

Pidió disculpas al sujeto, pero ni siquiera se molestó en mirarlo y siguió su camino.

— ¿Kara?

Al escuchar su nombre, levanto la mirada y se giró justo antes de que le taparan la cara, le sujetaran las manos por la espalda y la arrastraran obligándola a tirar el celular a media calle.

Kara trató de gritar, intentó zafarse del agarre de sus captores.

No entendía lo que estaba pasando, ni por qué le estaba sucediendo a ella. Lo único que entendía era que debía pelear para liberarse.

No sabía a donde la llevaban, y no fue difícil saber que no solo se trataba de una persona la que la estaba secuestrando. Había alguien más, un cómplice.

Fueron tal vez cinco minutos los que la arrastraron para luego lanzarla sobre el duro y frio concreto.

Lo primero que golpeo el suelo fue le hombro de Kara. Un dolor pulsante que le recorrió el cuello, pero, solo permitió que la invadiera por un momento. Al sentirse liberada, se puso en pie y se quitó de la cabeza la bolsa que la había cubierto.

Delante de ella había dos hombres de mala pinta. Parecían rondar los 35. Corpulentos y con el semblante aterrador. Uno de ellos, tenía una cicatriz que le rodeaba el cuello, quizá, de alguna quemadura de hacía años atrás. El otro, un poco más alto que el de la cicatriz, llevaba una densa y bien cuidada barba, varios tatuajes en los brazos y unos ojos azules penetrantes.

— ¿Qué es lo que quieren?—pregunto Kara demostrando más valor del que sentía.

Los hombres se miraron. Asintieron y avanzaron nuevamente hacia ella.

— ¿Qué…?

El de la cicatriz, quien obviamente era mucho más fuerte que ella, volvió a sostenerla por la espalda, inmovilizando sus brazos a pesar de la resistencia que Kara intentó poner.
El otro tipo, se colocó delante de ella y la sujetó de las mejillas apretándolas fuertemente.

Kara gritó clamando ayuda, pero él, le tapó la boca y le dio un fuerte golpe sobre la boca del estómago dejándola chillando entre las garras de aquellos hombres.

Le quitó la mano de la boca, solo para amordazarla.

¿Iban a amatarla a golpes?

Parecía un asalto, pero hasta ahora no le habían pedido nada.  La fuerte presión que hacia el sujeto sobre sus brazos, más los movimientos que ella había intentado hacer para zafarse podría romperlo sentía el dolor con cada movimiento. Y si no se trataba de un asalto, entonces…

En un último intento desesperado, hizo la cabeza hacia atrás golpeando la cara del hombre y liberándose de su agarre. Él la soltó, y Kara corrió sin esperar un segundo. Pero el otro atacante la detuvo lanzando algo a sus pies enredándose al rededor de ellos.

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora