38

101 6 13
                                    

— ¿Sabías algo de esto? — preguntó Ricardo.

— No — respondió Ben.

Apretaba tanto el teléfono que terminó rompiendo la pantalla. Su sangre estaba hirviendo, la furia se estaba acumulando en su garganta. No podía, no quería aceptar que fuera cierto. Imra, su Imra no podía haberlo engañado.

Tenía que tratarse de una broma. Un error.

— ¿A quién más se lo mostrate?

— A nadie. Pero… A esta hora, ya lo vio todo el mundo.

— ¡¿Qué?!

— El video se lo enviaron a todos los alumnos y profesores. Todos los que están conectados a la red de internet de la universidad lo recibió.

Rápidamente, Ben buscó entre sus cosas y cuando dio con su celular, se dio cuenta que tenía el mismo video en mensaje que Ricardo le acaba de mostrar. Lanzó el celular al suelo haciéndolo pedazos mientras se destrozaba la garganta gritando lleno de furia, luego fue por la mochila y comenzó a correr. Subió por la colina tan rápido, que a Ricardo le costó demasiado seguirlo. Aun así, fue tras él,  temiendo que hiciera alguna estupidez.

°°°

Imra estaba corriendo sin sentido y a toda prisa. Como si un asesino la estuviera siguiendo y la única forma de salvar su vida fuera correr y alejarse lo más que pudiera. Tenía los ojos llenos de lágrimas, la garganta le quemaba, pero no disminuyo el paso. Chocó con algunos alumnos que la miraban desconcertados, y justamente era de esas miradas de las que quería alejarse.

¿Por qué alguien quería exponerla de esa manera?

¿Qué ganaba con mostrarle eso a todo el mundo?

Salió de los territorios de la universidad y fue directo a su casa, chocó con una joven que llevaba las bolsas del mercado entre los brazos. Tal fue el impacto que la chica terminó en el suelo, con las verduras regadas por todos lados.

Pero no se detuvo ni a disculparse.
Escuchaba los gritos de Kara detrás de ella. Sabía que la había seguido, que la seguiría a donde fuera. Hacía rato que había salido de los límites de la universidad y el único lugar que le prometía protección y encierro era su casa, así que fue ahí donde terminó.

Abrír la cerca del jardín principal le pareció una tare imposible de hacer por los temblores de sus manos. Como pudo, quitó el candado y entró para desplomarse de rodillas sobre el césped. Se inclinó hacia delante para detener su cuerpo con las palmas de las manos y vomitó.

Kara llegó a su lado unos minutos después. Le colocó una mano sobre la espalda, intentando aliviarla.

— ¿Estas bien?

Imra negó con un ligero movimiento de cabeza.

— Ok. Vamos adentro para…

Lo que siguió para Kara, fue el  vértigo que se siente en el estómago cuando vas cayendo hacia atrás. Muy parecido a esa extraña sensación de caer mientras estas dormido. Pero no se trataba solo de la sensación, sino que en verdad estaba cayendo de espaldas.

— ¡Déjala en paz! — gritó Ben, jalándola del cuello para lanzarla contra el césped.

Desconcertada, Imra levantó la mirada para encontrarse con su exnovio que le tendía la mano para ayudarla a ponerse en pie. Sus piernas aun temblaban y se sentían demasiado débiles para levantarse. No tuvo tiempo ni siquiera de considerar la ayuda de Ben cuando miró a Kara ponerse en pie y lo empujó con todas sus fuerzas.

Ben terminó perdiendo el equilibrio, y se fue de boca contra el frio suelo.

— ¡¿Qué demonios te pasa?! — gritó Kara poniéndose delante de Imra para protegerla.

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora