Capítulo 6: La Soledad de Ser RAYA

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Elvira observó cómo el café humeaba en su taza mientras estaba sentada en una pequeña mesa cerca de la ventana, con una vista perfecta de los árboles de Central Park. Era un día frío pero soleado, uno de esos días que la mayoría de la gente aprovecharía para pasear y disfrutar del aire fresco. Pero para Elvira, ese café representaba su única compañía en un mundo que se sentía cada vez más solitario.

Desde que sus historias en Wattpad comenzaron a ganar popularidad, su vida había cambiado de formas que jamás habría imaginado. Los seguidores aumentaban día a día, los mensajes de admiración y las solicitudes de entrevistas llegaban sin cesar, y la presión por mantener su identidad en secreto crecía proporcionalmente. Sabía que su éxito traía consigo un precio, y poco a poco había comenzado a pagarlo.

Uno de los primeros sacrificios fue cerrar sus antiguas redes sociales. Había creado una nueva identidad en línea, desvinculando su pasado de la persona que había sido antes de convertirse en RAYA. Los amigos que había hecho gracias a sus bandas favoritas, con quienes solía pasar horas compartiendo memes, teorías y fangirleo, se convirtieron en recuerdos lejanos. Incluso los conocidos que había hecho a través de sus clientes o antiguos amigos fueron gradualmente eliminados de su vida. Elvira se aisló, creando una barrera entre la escritora famosa que todos admiraban y la joven introvertida que solo quería disfrutar de la simpleza de la vida como fangirl.

Incluso su familia estaba en la oscuridad sobre su verdadera vida. Sabían que escribía, que vivía en Estados Unidos, pero no tenían idea del alcance de su éxito ni de la presión que sentía a diario. A veces, se preguntaba si deberían saberlo, si deberían compartir ese éxito con ella, pero el miedo a ser juzgada, a ser criticada por aquellos que la conocían desde antes, la mantenía en silencio.

Elvira se había construido un muro alto, un refugio del mundo exterior, pero a veces ese refugio se sentía más como una prisión. Las cosas que solían traerle alegría, como unirse a un grupo de WhatsApp para discutir sobre sus artistas favoritos, ahora estaban fuera de su alcance. No se atrevía a participar, temiendo cometer un desliz, dejar escapar alguna pista que pudiera revelar quién era en realidad. La posibilidad de ser descubierta la aterrorizaba, pero al mismo tiempo, la idea de seguir ocultándose la llenaba de un sentimiento de vacío.

Hoy, como en muchas otras ocasiones, Elvira abrió Instagram y decidió publicar una historia. Era un simple gesto, una fotografía de su café con los árboles de fondo en Central Park. Una imagen aparentemente trivial, pero para ella, era una especie de juego, una forma de dar pequeñas pistas sobre su vida sin realmente revelar nada. Publicar esas historias era su manera de sentir que aún controlaba algo en su vida, aunque fuese una pequeña parte.

Pero en cuanto la publicación estuvo en línea, una oleada de ansiedad la invadió. Apagó el teléfono y se levantó de la mesa apresuradamente, como si el simple hecho de estar allí pudiera delatarla. Salió de la cafetería y comenzó a caminar rápidamente por el parque, sintiendo el frío en su rostro, pero también un calor incómodo en su pecho. Era como si la vida que había construido para protegerse estuviera comenzando a sofocarla.

Mientras caminaba, Elvira se preguntaba si todo esto valía la pena. Había cambiado tanto, se había alejado de tantas personas, todo para proteger un secreto que, a veces, parecía consumirla más de lo que la liberaba. Había días en que se preguntaba si realmente quería esto, si el precio que estaba pagando no era demasiado alto. Pero luego recordaba las historias que había creado, los lectores que esperaban ansiosamente su próximo libro, y sabía que no podía simplemente dejarlo todo atrás.

Central Park se extendía ante ella, un laberinto de caminos que parecían reflejar la encrucijada en la que se encontraba. Seguiría siendo RAYA, la escritora exitosa que todos admiraban, la que daba pequeñas pistas sobre su vida sin jamás revelar su verdadero yo. Pero en el fondo, sabía que siempre habría una parte de ella que anhelaría algo más, algo que, en su corazón, sabía que nunca podría tener.

Mientras continuaba su caminata, Elvira miró alrededor, asegurándose de que nadie la reconociera. Y con cada paso que daba, se aferraba a la esperanza de que, al menos por ahora, su secreto estaba a salvo, aunque a costa de una soledad que solo las palabras de sus libros podían llenar.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora