Capítulo 8: Coincidencias Inesperadas

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El agua todavía goteaba del cabello de Sebastian mientras se dejaba caer en el sofá, con una toalla colgando descuidadamente sobre sus hombros. Había tenido una ducha rápida después de su carrera matutina, y ahora, con la mente un poco más despejada, decidió abrir Instagram, una aplicación que había tenido desinstalada durante un buen tiempo. Había algo en esa red social que siempre lo incomodaba, la constante exhibición de egos, los logros brillantes, los autos lujosos, y las adquisiciones que la gente parecía ansiosa por mostrar al mundo.

Pero, aun así, mantenía la cuenta activa para compartir momentos con algunos de sus antiguos colegas y amigos. Era una forma de mantener el contacto, aunque de manera superficial, con aquellos que habían sido parte de su vida en algún momento. Así que, con un ligero suspiro, desbloqueó su teléfono y abrió la aplicación, preparado para lo habitual: selfies cuidadosamente editadas, anuncios de proyectos, y la interminable cadena de éxitos que todos parecían tener.

Sin embargo, lo primero que vio al abrir Instagram fue algo completamente diferente. Justo en la parte superior de su feed, una nueva historia de RAYA había aparecido. Su corazón dio un pequeño brinco al verla. Era una imagen sencilla: una mano sosteniendo una taza de café, y al fondo, el inconfundible paisaje de Central Park.

"¿Ella es de Nueva York?" se preguntó, sorprendido. Hasta ese momento, RAYA había sido una presencia etérea, una escritora que existía solo en sus palabras, sus libros y en la nebulosa del internet. Pero ahora, esta pequeña revelación le daba una nueva dimensión a la imagen que tenía de ella. Las publicaciones anteriores de RAYA en Instagram habían sido una mezcla de fotos de su libreta de apuntes, tazas de café al lado de una MacBook, paisajes de lugares que, hasta ahora, Sebastian había asumido que eran de cualquier parte del mundo. También subía cosas que sus fans le enviaban: dibujos, frases inspiradoras, pequeños homenajes a sus historias.

Pero la idea de que ella estuviera en la misma ciudad que él, de que quizás caminara por las mismas calles que él, le dio un vuelco al estómago. Era una coincidencia demasiado grande para ignorarla, y por un momento, no supo cómo procesarla. Su mente comenzó a correr en diferentes direcciones, imaginando encuentros fortuitos en una cafetería o en una librería, como en las películas. Sin embargo, la realidad era mucho más complicada.

Sebastian se frustró. La posibilidad de que RAYA estuviera tan cerca le generaba un deseo inexplicable de ponerse en contacto con ella. Pero al mismo tiempo, no quería parecer raro, como un fan más que se emocionaba al descubrir que su ídolo vivía cerca. Él era un actor conocido, con una cuenta verificada en Instagram, y el hecho de enviarle un mensaje podría parecer sospechoso, invasivo, o simplemente extraño. "¿Sabrá quién soy?", pensó, sintiendo la inseguridad enraizarse en su mente. "¿Me leerá siquiera?"

Miró la pantalla de su teléfono, el pequeño ícono de mensaje directo lo tentaba a actuar, a romper esa barrera de silencio que había mantenido. Pero, ¿qué le diría? ¿Cómo podría iniciar una conversación sin parecer que estaba invadiendo su privacidad? Después de todo, ella había sido muy cuidadosa en mantener su identidad oculta, y quizás lo último que querría sería recibir un mensaje de alguien como él.

Sebastian pasó varios minutos con el dedo sobre el ícono de mensaje, debatiéndose entre la curiosidad y la prudencia. Sentía una extraña conexión con RAYA a través de sus libros, pero al mismo tiempo, sabía que había una distancia entre ellos que quizás no debía cruzar.

Finalmente, con un suspiro de resignación, decidió no enviar nada. Cerró Instagram y dejó el teléfono a un lado, tratando de ignorar la pequeña punzada de decepción en su pecho. Se levantó del sofá, secándose el cabello con la toalla, mientras su mente seguía dando vueltas en la coincidencia que acababa de descubrir.

"Quizás sea mejor así", pensó, intentando convencerse. Pero en el fondo, sabía que no sería capaz de dejar de pensar en la idea de que, en algún lugar de la ciudad, la misteriosa RAYA estaba escribiendo su próximo capítulo, caminando por Central Park, o quizás, tomando un café en la misma cafetería que él. Y aunque no iba a enviarle un mensaje, no podía evitar la sensación de que sus caminos estaban destinados a cruzarse de alguna manera.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora