Capítulo 50: La Espera Inquietante

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Sebastian estaba sentado en la sala de su casa, el silencio llenando cada rincón del espacio. Había pasado dos días desde que regresó del hospital, y aunque físicamente se sentía más fuerte, había algo dentro de él que seguía roto, algo que no sabía cómo arreglar. Su mamá había salido al supermercado, dejándolo solo por primera vez desde el incidente. Aunque había insistido en acompañarla, un miedo irracional lo detuvo. Recordar lo que había pasado en la tienda lo hacía sentir vulnerable de una manera que nunca antes había experimentado.

Flashbacks del incidente lo atravesaban en momentos inesperados, dejándolo inquieto y ansioso. El sonido de un carrito de supermercado, el movimiento rápido de alguien pasando a su lado, incluso el simple hecho de estar solo en casa, todo parecía disparar esos recuerdos que preferiría olvidar.

Se acomodó en el sofá, intentando distraerse con la televisión, pero nada lograba mantener su atención. Sus pensamientos seguían regresando a Elvira, a lo que ella podría estar haciendo, a si habría leído la carta que le escribió. ¿Estaría bien? La incertidumbre lo estaba consumiendo.

El día anterior, había tenido una larga conversación con Nicholas. Sebastian le había contado todo, cada detalle de lo que sentía por Elvira, todo lo que había sucedido desde que comenzaron a hablar. Le habló de la carta que le escribió, de cómo había volcado en esas palabras todo el amor y la desesperación que sentía por ella.

Nicholas, por su parte, lo había escuchado con atención, asumiendo su rol de hermano mayor o incluso de padre protector. No pudo evitar bromear al final, aunque en su tono había un fondo de seriedad.

—Sebastian, escúchame bien —le dijo Nicholas, su voz firme—. Si le llegas a romper el corazón a Elvira, te juro que te cortaré la cabeza. Y no lo digo en broma. Ella ha pasado por mucho, y no necesita más dolor en su vida. Así que más te vale estar seguro de lo que sientes, porque no habrá segundas oportunidades.

Sebastian asintió, entendiendo la gravedad de las palabras de Nicholas. Sabía que no podía equivocarse, que lo que sentía por Elvira era real, profundo, y que no podía permitir que sus propios miedos o inseguridades arruinaran lo que podría ser lo más importante de su vida.

—Lo sé, Nicholas. Lo sé. —Su voz había sonado decidida, aunque dentro de él, las dudas seguían acechando—. No quiero hacerle daño. Nunca quise. Solo quiero estar con ella, demostrarle que lo que siento es real.

Antes de terminar la llamada, habían acordado que, en cuanto Nicholas supiera que Elvira había regresado a su apartamento, Sebastian iría a verla. Quería estar allí cuando ella leyera la carta, quería ver su reacción, saber si había alguna esperanza para ellos.

Ahora, mientras se sentaba solo en su sala, Sebastian sentía que la espera lo estaba consumiendo. Cada minuto que pasaba se sentía como una eternidad. El dolor en su costado apenas era una molestia en comparación con la ansiedad que lo corroía por dentro. Necesitaba saber, necesitaba verla, pero todo lo que podía hacer era esperar.

El sonido de la puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Era su madre, regresando con las compras. Sebastian la saludó con una sonrisa cansada, agradecido por la compañía, aunque no quería preocuparla con su estado de ánimo.

—¿Cómo te sientes, dragă? —le preguntó Georgeta, dejando las bolsas en la cocina y acercándose a él.

—Estoy bien, mamá. Solo... esperando. —Sebastian trató de sonar más optimista de lo que se sentía.

Georgeta lo miró con una mezcla de ternura y preocupación. Sabía lo difícil que era para su hijo estar en esta situación, pero también sabía que la paciencia era lo único que podían ofrecerle en este momento.

—Todo saldrá bien, Seb. Lo que es para ti, llegará —le dijo, acariciándole el rostro con una mano cálida.

Sebastian asintió, queriendo creerle, aunque la incertidumbre seguía pesando sobre él. Sabía que en algún momento recibiría una llamada o un mensaje de Nicholas, y entonces, todo cambiaría. Pero hasta entonces, todo lo que podía hacer era esperar, con la esperanza de que, cuando llegara el momento, Elvira estaría dispuesta a darle una oportunidad.

Mientras la mañana avanzaba, Sebastian decidió que, pase lo que pase, no se rendiría. Había llegado demasiado lejos para dar marcha atrás ahora. Aunque el miedo y la incertidumbre lo acosaban, el amor que sentía por Elvira era más fuerte que cualquier otra cosa. Y estaba dispuesto a luchar por ella, sin importar lo que viniera.

De pronto, su celular vibró en la mesa, interrumpiendo sus pensamientos. Lo tomó rápidamente, con el corazón latiendo aceleradamente. Era un mensaje de Nicholas.

"Está en casa" 🔴 Ubicación

Sebastian no necesitó más. Sin pensarlo dos veces, se levantó de un salto y se dirigió a su habitación para arreglarse. El miedo, la ansiedad, todo quedó en segundo plano. Solo había una cosa en su mente: Elvira. Se vistió rápidamente, poniéndose lo primero que encontró, y salió de casa sin perder un segundo.

El destino estaba en marcha, y no podía permitirse dudar. Estaba decidido a encontrar a Elvira, a hablar con ella, a decirle todo lo que sentía. No importaba lo que viniera después, sabía que no podría vivir consigo mismo si no hacía este último intento.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora