EPÍLOGO

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El sol se estaba poniendo sobre el océano, tiñendo el cielo de tonos cálidos de naranja y rosa mientras las olas rompían suavemente contra la orilla. Sebastian y Elvira estaban sentados en una mesa frente al mar en Newport, disfrutando de una cena íntima para celebrar un año lleno de cambios, desafíos, y amor, un año desde su encuentro.

Ambos se miraron con una mezcla de ternura y alegría mientras repasaban lo que había sido un año increíble. Habían pasado tantas cosas, tantas decisiones importantes, tantos momentos que los habían marcado y fortalecido como pareja.

—¿Recuerdas cómo comenzó todo? —preguntó Elvira, su voz suave mientras jugaba con su copa de vino.

—¿Cómo podría olvidarlo? —respondió Sebastian, sonriendo—. Comenzó con una carta, una confesión, y un ramo de flores que casi me delató antes de tiempo.

Elvira se rió suavemente, asintiendo mientras pensaba en lo lejos que habían llegado desde aquel momento.

—Fue un año lleno de sorpresas —dijo ella—. Desde aquellas primeras salidas donde intentábamos mantenernos bajo el radar, hasta el estreno de tu película... ¿Te acuerdas de cómo intentábamos que nadie se diera cuenta de lo que había entre nosotros?

—Difícil de olvidar —respondió Sebastian, con una sonrisa traviesa—. Especialmente cuando mis amigos no dejaban de hacer bromas sobre nosotros en cada oportunidad que tenían. Pero lo mejor fue cuando finalmente decidimos hacer pública nuestra relación.

Elvira asintió, recordando ese momento en particular.

—La entrevista con Jimmy Fallon —dijo, su tono nostálgico—. Nunca olvidaré cómo mi corazón latía tan fuerte cuando te vi anunciar nuestro noviazgo ahí en vivo. Y luego cuando Jimmy te preguntó quién era esa "bella dama" que señalabas en el público, y tú respondiste "mi querida novia, Elvira, también conocida como RAYA"... Diooooos que momento cariño.

Sebastian sonrió ampliamente, recordando la sorpresa en el rostro de Jimmy Fallon y cómo la audiencia había estallado en aplausos y murmullos de asombro. El mundo ya los había visto juntos en varias ocasiones, pero nadie había sumado dos más dos hasta ese momento.

—Nadie lo vio venir —dijo Sebastian, riendo—. Ni siquiera los fans más leales. Pero fue perfecto. Fue la manera en que siempre imaginé que saldríamos a la luz.

—Y luego la publicación en Instagram —añadió Elvira—. Decidí que ya era hora de dejar el anonimato, pero en mis propios términos. Me encantó poder decirle al mundo que, sí, soy RAYA, pero también soy Elvira, una persona con sueños, miedos, y amor.

Sebastian la miró con admiración, sintiendo el orgullo inflar su pecho. Elvira había manejado todo el proceso con una gracia increíble, desafiando las expectativas de todos y ganándose aún más respeto y amor por parte de sus seguidores.

—Ha sido un año increíble —dijo Sebastian, su voz más baja mientras tomaba la mano de Elvira—. Y todo ha sido posible porque tú has estado a mi lado.

Elvira lo miró, sus ojos brillando con emoción.

—Y yo no podría haberlo hecho sin ti, Seb —respondió—. Eres mi roca, mi refugio. Te amo más de lo que jamás pensé que podría amar a alguien.

Sebastian sonrió, pero había algo en su mirada, algo que hacía que el corazón de Elvira latiera un poco más rápido.

—Hay algo que quiero decirte —dijo Sebastian, su tono serio pero lleno de cariño.

Se levantó de su silla y se arrodilló frente a ella, sacando una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo. Elvira llevó una mano a su boca, sorprendida, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Els, este año  y los 190 días más que hemos compartido juntos me ha mostrado lo que es el verdadero amor, lo que significa encontrar a tu alma gemela. Cada día contigo ha sido un regalo, una bendición que no podría haber imaginado. Te amo con todo mi corazón, y no quiero pasar ni un solo día más sin saber que seremos compañeros de vida para siempre.

Abrió la caja, revelando un anillo de compromiso simple pero elegantemente hermoso.

—¿Elvira, RAYA, cariño, dragă? —dijo, su voz temblando ligeramente por la emoción—. ¿Me harías el honor de casarte conmigo?

Elvira, con lágrimas corriendo por sus mejillas, apenas podía hablar. Asintió con fuerza, sonriendo mientras las palabras finalmente salían de su boca.

—Sí, Sebastian, sí, quiero casarme contigo.

Sebastian se levantó, poniéndose el anillo en el dedo de Elvira antes de abrazarla con fuerza. Se besaron, con las olas rompiendo suavemente a sus espaldas y el cielo estrellado como testigo de su amor.

Mientras se abrazaban, el mundo se desvaneció una vez más, dejándolos en su propia burbuja de felicidad, sabiendo que habían encontrado en el otro todo lo que siempre habían buscado. Y en ese momento, no había nada más que importar. Solo el amor, solo ellos, y el futuro brillante que los esperaba juntos.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora