Capítulo 2: Noches de Palabras y Reflexiones

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La puerta de la casa se cerró con un suave clic detrás de Sebastian mientras entraba, un poco tambaleante, pero con una sonrisa relajada en el rostro. Había sido una buena noche. Los tragos con Chris y el resto del reparto habían hecho su efecto, suavizando las tensiones del día y llenando el ambiente de risas y bromas. A pesar de los momentos pesados en el set, terminaron riéndose de sus propias equivocaciones, lanzando comentarios sarcásticos sobre algún camarógrafo despistado, y compartiendo los últimos chismes de Hollywood.

Sebastian lanzó las llaves al sofá sin mirar, y caminó directo a su habitación. Aún tenía en la cabeza los flashbacks de la cena: las carcajadas, las burlas amistosas entre compañeros, y la sensación de camaradería que siempre surgía en estas salidas. Era reconfortante, un recordatorio de que, pese a la presión constante del trabajo, siempre había espacio para relajarse y disfrutar de la compañía de amigos.

Entró en su habitación, despojándose de la ropa mientras avanzaba. Cada prenda fue cayendo al suelo, dejada atrás sin cuidado. Al llegar al cajón, sacó su pijama favorita, esa que llevaba años usando y que, a pesar del tiempo, seguía siendo la más cómoda. Se la puso rápidamente, sintiendo el algodón suave contra su piel. A medida que el silencio de la casa lo envolvía, la euforia de la noche comenzaba a disiparse, dejando una agradable sensación de calma.

Ya listo para dormir, Sebastian se deslizó bajo las sábanas, dejando que el colchón lo acogiera en su familiar abrazo. Cerró los ojos por un momento, pero algo lo inquietaba, una sensación de que la noche aún no estaba completa. Volvió la cabeza hacia el mueble al lado de su cama y vio su celular descansando sobre la superficie. La pantalla apagada, pero con una promesa silenciosa.

Lo tomó sin pensarlo mucho. No tenía llamado al set mañana, así que podía permitirse perder algunas horas de sueño. Además, esa historia... esa historia que había comenzado a leer más temprano había dejado una marca en su mente, un anhelo por saber qué más ocurriría con los personajes de RAYA.

Encendió la pantalla y el brillo azul iluminó la oscuridad de la habitación. Desbloqueó el teléfono y, con solo un par de toques, volvió al punto donde lo había dejado. Inmediatamente, el mundo a su alrededor comenzó a desvanecerse de nuevo, reemplazado por las imágenes vívidas de la historia que tanto lo había cautivado.

Sebastian se acomodó mejor en la cama, con una sonrisa apenas perceptible en los labios. No sabía exactamente qué lo había atrapado tanto en ese libro, pero sentía que había algo especial en las palabras de RAYA, algo que hablaba directamente a su alma. Y así, con la emoción de quien descubre un nuevo mundo, continuó leyendo, dejando que las horas pasaran sin preocuparse por nada más que las páginas que tenía frente a él.

La noche avanzaba, y el silencio de la casa solo era interrumpido por el suave sonido de las páginas digitales pasando en la pantalla. Y, aunque su cuerpo le pedía descanso, su mente estaba más despierta que nunca, completamente absorbida por la magia de una historia que, sin saberlo, estaba a punto de cambiar su vida para siempre.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora