Capítulo 34: Un Giro Inesperado

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Sebastian no sabía cómo, pero de un momento a otro, todo cambió. Había salido a hacer algunas compras, buscando distraerse de la espera que lo estaba matando. Después de enviarle su mensaje a Elvira, la ansiedad lo había estado consumiendo, así que decidió salir a la tienda más cercana para comprar algo de comida. Sabía que su alimentación había sido desastrosa últimamente, así que era hora de llenar su refrigerador con frutas, verduras, y todo lo necesario para mantenerse saludable.

Dejó su celular en casa, queriendo desconectar por un rato. Mientras se dirigía al supermercado, pensaba en lo irónico que era estar tan nervioso por la respuesta de alguien que había llegado a conocer tan bien, y a la vez, sentía que apenas estaba empezando a descubrir quién era realmente.

Al llegar al supermercado, recorrió los interminables pasillos, llenando su carrito poco a poco. Había escogido esta hora deliberadamente, sabiendo por internet que había menos flujo de personas. Aun así, llevaba una gorra y un suéter con capucha, riéndose de sí mismo por actuar como uno de sus personajes cuando escapaba de los Vengadores. Pasó por la sección de cereales, luego por las verduras, y finalmente se dirigió a los productos de limpieza. A medida que llenaba su carrito, notaba cómo sus pensamientos se deslizaban de nuevo hacia Elvira, hacia lo que había escrito, hacia lo que ella podría estar pensando en ese momento.

Pero todo cambió cuando llegó a la caja para pagar. Algo no estaba bien.

La cajera que lo atendía parecía nerviosa, casi asustada. Sebastian notó cómo hacía gestos con los ojos, tratando de indicarle que no volteara o que se cubriera. La situación se volvió más clara cuando escuchó voces alzadas en la caja contigua. Al girar un poco la cabeza, vio a un hombre amenazando a una cajera con un arma.

El corazón de Sebastian comenzó a latir más rápido. Esto no era un set de filmación; esto era la vida real. La ansiedad comenzó a recorrer su cuerpo al darse cuenta de que no solo era un hombre, sino al parecer una banda entera. Varios de ellos estaban amenazando a las otras cajeras y a los pocos clientes que había en la tienda. Estaban exigiendo que todos se agacharan, y Sebastian, sintiendo el miedo apoderarse de él, obedeció.

Mientras se agachaba, sus pensamientos se volvieron caóticos. No traía su celular, no podía llamar a nadie, no podía hacer nada. Temblaba mientras veía cómo el guardia de seguridad en la entrada estaba siendo amenazado también. Los delincuentes, en su prisa por no ser descubiertos, comenzaron a correr por la tienda, metiendo dinero en mochilas y quitando los celulares de las personas que estaban agachadas.

Varios de los asaltantes ya habían salido de la tienda, pero uno de ellos aún estaba recogiendo dinero en la caja donde estaba Sebastian. Y fue en ese momento cuando algo dentro de él se activó.

Después de tantos ensayos, de tantas películas de acción, sabía cómo se desarmaba a alguien. Pero esto era diferente. Esto no era una película, no había repeticiones, ni directores que gritaran "corte". Era la vida real, y cualquier movimiento en falso podría costarle la vida.

Sin embargo, antes de darse cuenta, Sebastian se puso de pie, actuando casi por instinto. Forcejeó con el hombre, intentando quitarle el arma. Su mente estaba en blanco, sus movimientos eran automáticos, una mezcla de entrenamiento físico y pura adrenalina. Logró desarmarlo, pero en el proceso, se escuchó un disparo.

Todo sucedió en un instante, y al mismo tiempo, pareció durar una eternidad. El sonido del disparo resonó en sus oídos, pero era como si no pudiera procesarlo. Vio al hombre que había desarmado correr, escuchó a la cajera gritar mientras corría hacia él, pero algo no estaba bien. No escuchaba nada más, todo se volvió confuso, borroso. El mundo a su alrededor se desvanecía, y la última cosa que vio fueron los ojos asustados de la cajera, mirándolo con terror.

Y luego, todo se volvió negro.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora