Capítulo 18: Encuentros Inesperados

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El 4 de diciembre siempre había tenido un significado especial para Sebastian. Era el día del encendido del árbol de Navidad en el Rockefeller Center, un evento que, a pesar de ser un cliché neoyorquino, le encantaba. Había algo en la multitud, las luces, y la sensación de comunidad que lo hacía sentir más conectado con la ciudad que tanto amaba.

Los últimos días habían sido un torbellino de actividades. La prensa para la película que había grabado con Chris había sido intensa, pero afortunadamente, en su mayoría, había sido virtual, lo que le había permitido quedarse en Nueva York. Había pasado las horas libres intercambiando mensajes con RAYA, quien, aunque seguía siendo un enigma, se había convertido en alguien a quien consideraba un amigo cercano. Era extraño cómo alguien a quien nunca había visto en persona podía ocupar un lugar tan importante en su vida.

Hoy, sin embargo, quería hacer algo diferente. La rueda de prensa había terminado temprano, y aunque la película aún no se había estrenado, la gira de medios ya se sentía agotadora. Decidió que asistiría al encendido del árbol de Navidad, un evento que siempre le traía algo de paz y alegría, a pesar del caos que lo rodeaba.

Sabía que tendría que ser cuidadoso. No quería atraer la atención de los fans, así que se puso una gorra y un gran abrigo, con la esperanza de que sería suficiente para pasar desapercibido. En momentos como este, no podía evitar pensar en RAYA y en cómo debía sentirse tener una segunda identidad, una que te permitiera moverte por el mundo sin ser reconocido. Era una idea tentadora.

Tomó las llaves de su casa y salió, optando por tomar el metro en lugar de enfrentar el tráfico infernal que colapsaba la ciudad en esta época del año. Aunque vivía cerca, el metro era la opción más rápida. Bajó en la estación más cercana al Rockefeller Center y comenzó a caminar, disfrutando del aire frío y del bullicio de la multitud que se dirigía al mismo lugar.

Con un café caliente en la mano, se perdió en sus pensamientos mientras caminaba entre la gente. Estaba tan absorto en sus pensamientos, imaginando lo genial que sería poder salir sin ser reconocido, que no se dio cuenta de la figura que venía en dirección contraria hasta que chocaron.

El impacto fue leve, pero suficiente para hacer que su café se tambaleara en su mano. Levantó la vista y vio a la chica con la que había chocado. Tenía la tez blanca y un cabello cobrizo, casi naranja, que brillaba bajo las luces de la ciudad. Sus ojos se encontraron por un breve instante, y algo en su mirada le resultó sorprendente, como si ella también lo reconociera.

—Lo siento —dijo Sebastian rápidamente, recuperando la compostura—. No estaba mirando por dónde iba.

La chica lo miró fijamente por un momento, su expresión una mezcla de sorpresa y reconocimiento. Parecía estar a punto de decir algo, pero luego, como si hubiera decidido lo contrario, simplemente sonrió.

—No te preocupes —respondió, con una sonrisa que parecía contener algo más, quizás un secreto—. Está todo bien.

Sebastian asintió, aún sintiendo una extraña sensación de familiaridad que no podía ubicar. Quería preguntar algo más, pero no quería parecer extraño. Además, estaba en público, y aunque llevaba un disfraz sencillo, no quería arriesgarse a ser reconocido.

—Bueno, disfruta del encendido del árbol —dijo finalmente, con una sonrisa cortés.

La chica asintió, y mientras se alejaba, Sebastian no pudo evitar mirar hacia atrás una vez más, preguntándose por qué había sentido esa extraña conexión. Pero sacudió la cabeza y decidió dejarlo pasar. Seguramente solo era una coincidencia, y había algo en la atmósfera festiva que lo hacía imaginar cosas.

Continuó su camino hacia el Rockefeller Center, donde las luces del árbol comenzaban a iluminar la noche. Pero, mientras se unía a la multitud para ver el espectáculo, no pudo evitar que su mente volviera a la chica con el cabello cobrizo. ¿Quién era? Y, sobre todo, ¿por qué tenía la sensación de que había algo más detrás de ese encuentro?

Con un último vistazo hacia la dirección en la que había desaparecido, Sebastian dejó que el ambiente festivo lo envolviera, recordándose que la magia de diciembre a menudo traía consigo encuentros inesperados. Quizás este había sido uno de ellos.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora