Capítulo 45: Buscando Respuestas

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Elvira despertó de su pequeña siesta en el camastro frente al mar con una idea clara en su mente. Había llegado el momento de enfrentar lo que la estaba consumiendo. Sin pensarlo dos veces, tomó su celular, lo activó, y envió un mensaje a alguien que nunca pensó que volvería a contactar desde que fue dada de alta: su terapeuta, Karla.

"Hola, Karla. ¿Tienes algún espacio libre hoy? Necesito hablar."

No pasó mucho tiempo antes de que recibiera una respuesta.

"Hola, Elvira. Tengo un espacio libre en 20 minutos. ¿Te viene bien?"

Elvira miró el horizonte, observando cómo el sol apenas comenzaba a ocultarse. Serían las 5 de la tarde, y el cielo se teñía de tonos cálidos que contrastaban con la frialdad que sentía en su corazón. "Sí, me viene bien," respondió rápidamente antes de volver a poner su celular en modo avión.

Corrió al baño para mojarse la cara, tratando de sacudirse el aturdimiento que aún sentía después de la siesta. Se sentó frente a su laptop y abrió Zoom, esperando a que Karla se conectara. A medida que el tiempo pasaba, la ansiedad crecía en su pecho, pero también la determinación de desahogar todo lo que había guardado durante tanto tiempo.

Finalmente, la sesión comenzó. Karla apareció en la pantalla, con su habitual sonrisa amable y profesional.

—Hola, Elvira. Me alegra verte. ¿Cómo has estado? —preguntó Karla, con ese tono calmado que siempre lograba relajar a Elvira un poco.

Elvira tomó una profunda respiración antes de responder.

—Hola, Karla. He estado... mal. Muy mal, en realidad. No sé ni por dónde empezar... —susurró, mientras sentía que las emociones comenzaban a arremolinarse dentro de ella.

—Tranquila, empieza por donde te sientas más cómoda. Estoy aquí para escucharte —respondió Karla, dándole espacio para que se abriera a su propio ritmo.

Elvira asintió lentamente, intentando ordenar sus pensamientos.

—Bueno... creo que todo empezó a ir mal hace unos meses. Conocí a alguien, en línea. Es... un actor famoso. Sebastian Stan. Al principio fue como un sueño, pero luego... —Elvira hizo una pausa, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con salir—. Comenzamos a hablar mucho, y con el tiempo, él se convirtió en alguien muy importante para mí. Pero todo esto era un secreto. El, ammm ni siquiera sabía quién era yo realmente, y eso comenzó a... a hacerme sentir ansiosa.

Karla la escuchaba atentamente, asintiendo de vez en cuando para mostrar que estaba comprendiendo.

—¿Y cómo te hacía sentir ese secreto, Elvira? —preguntó Karla con suavidad.

—Me hacía sentir... —Elvira tragó saliva, luchando por encontrar las palabras adecuadas—. Me hacía sentir pequeña, como si todo fuera a derrumbarse en cualquier momento. No sé... al principio, era emocionante, pero luego comencé a sentir que estaba... que estaba viviendo una mentira. No podía ser completamente yo misma, y eso... eso hizo que todas mis inseguridades regresaran. Inseguridades que pensé que ya había superado.

Karla tomó nota mental de lo que Elvira decía, sabiendo lo crucial que era este momento para ella.

—Es comprensible que te sientas así... Estabas compartiendo una parte muy importante de ti misma con alguien, pero al mismo tiempo, te sentías obligada a ocultar quién eres. Eso puede generar una enorme cantidad de ansiedad. ¿Qué sucedió después? —preguntó, guiándola a través del proceso de desahogo.

Elvira tomó otra profunda respiración antes de continuar.

—Todo comenzó a desmoronarse cuando empecé a sentir que... que no era suficiente. Las cosas parecían ir bien. Nos acercamos mucho en tan poco tiempo, compartiendo nuestras vidas de una manera que nunca había experimentado. Por Navidad, le envié mi libro como regalo. Quise que fuera algo especial, algo que mostrara lo que significaba para mí... y él lo recibió, lo agradeció. Me sentí tan feliz de poder compartir eso con él.

Elvira se detuvo por un momento, sintiendo que la tristeza la envolvía de nuevo.

—Luego, en mi cumpleaños, él me sorprendió en medio del live que hice por el lanzamiento con un regalo increíble, un ramo de flores y una dedicatoria que me hizo sentir valorada, vista... incluso amada. Pero fue justo después de eso que todo cambió. Las horas pasaron y le envié un mensaje de agradecimiento, intentando mostrarle cuánto me había tocado su gesto, cómo me hacía sentir. Y entonces... nada.

Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro mientras continuaba.

—Le abrí mi corazón, Karla. Le conté lo que realmente sentía, le dije quien era yo, mi pasado, el porqué no quería decir quien era, pero cuando no obtuve ninguna respuesta, asumí que me estaba rechazando. Empecé a pensar que... que era por cómo me veo, por quién soy. Me comparé con todas esas mujeres hermosas con las que trabaja, con las actrices y modelos que lo rodean, y pensé que... que no podía competir con eso.

Elvira se secó las lágrimas, pero la tristeza seguía latente.

—Pensé que, por más que lo intentara, nunca sería suficiente para él y para nadie. Y su silencio... su silencio se convirtió en la confirmación de mis peores miedos. Karla dejó que Elvira se desahogara, sabiendo que este era un paso crucial para su recuperación. Cuando la vio hacer una pausa, tomó la palabra con cuidado.

—Elvira, lo que estás experimentando es profundamente doloroso, y es natural que te sientas así dadas las circunstancias. Pero quiero que recuerdes algo: tu valor no depende de la percepción de los demás, ni de las comparaciones que haces. Estás lidiando con un montón de emociones que no son fáciles de manejar, especialmente cuando te has abierto de esta manera a alguien. Pero tu miedo y tu ansiedad no definen quién eres, y menos aún, tu valor como persona.

Elvira asintió, escuchando las palabras de Karla, aunque aún le costaba interiorizarlas.

—Siento que... que he perdido el control de todo, Karla. No sé quién soy sin este personaje que he creado, sin RAYA. —Su voz temblaba al hablar, dejando entrever la profundidad de su confusión—. Pero ser Elvira... ser solo yo, me da miedo. Siento que no soy suficiente.

Karla esperó un momento antes de responder, permitiéndole a Elvira procesar lo que acababa de decir.

—Elvira, es normal que te sientas así, sobre todo después de haber pasado tanto tiempo escondiéndote detrás de un seudónimo. Pero quiero que te permitas sentir estas emociones, sin juzgarte a ti misma. Es un proceso, y no estás sola en esto. No tienes que decidir quién eres de inmediato, y no tienes que ser perfecta. Nadie lo es.

Elvira sollozó, sintiendo cómo una pequeña parte de su carga emocional se aligeraba, aunque solo un poco. Saber que alguien entendía por lo que estaba pasando, que no estaba completamente sola en su dolor, la reconfortaba en cierto modo.

—Gracias, Karla... —murmuró Elvira, limpiándose las lágrimas.

—No tienes que agradecerme, Elvira. Estoy aquí para ti, y lo que necesitas ahora es tiempo y paciencia contigo misma. Podemos trabajar juntas en esto, paso a paso. —La voz de Karla era firme, pero llena de compasión.

Elvira asintió de nuevo, sabiendo que el camino por delante no sería fácil, pero al menos ahora tenía una dirección. Había comenzado a desenterrar las raíces de su ansiedad y su miedo, y aunque el proceso sería doloroso, sabía que era necesario.

Mientras la sesión continuaba, Elvira se dio cuenta de que, aunque había caído en un profundo abismo emocional, todavía había esperanza. No estaba completamente perdida, y con la ayuda de Karla, podría empezar a reconstruirse, pedazo a pedazo.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora