Capítulo 9: Confesiones y Consejos

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El timbre del departamento de Sebastian sonó justo cuando estaba preparando una taza de café. Se dirigió a la puerta, y al abrirla, encontró a Chris con una sonrisa despreocupada y una bolsa de donas en la mano.

—¡Chris! Qué sorpresa —dijo Sebastian, dejándolo pasar—. ¿Qué haces por aquí?

—Estaba cerca y pensé en pasarme a ver cómo estabas. Además, traje combustible —respondió Chris, levantando la bolsa de donas—. No me vengas con que no las necesitas después de todas esas noches sin dormir.

Sebastian rió, tomando la bolsa y dirigiéndose a la cocina. Aunque la visita era inesperada, le alegraba tener a Chris ahí. A pesar de lo mucho que se había aislado últimamente, Chris siempre lograba sacarlo de su burbuja.

—Justo iba a hacer café —dijo Sebastian—. Siéntate, te sirvo una taza.

Chris se acomodó en el sofá, observando el departamento mientras Sebastian preparaba el café. Había algo en el ambiente que le indicaba que su amigo tenía algo en mente, algo que necesitaba sacar de su sistema.

—Seb, ¿qué pasa? —preguntó Chris, directo al grano, mientras Sebastian se sentaba con las dos tazas de café.

Sebastian dejó escapar un suspiro, sabiendo que no tenía sentido darle vueltas al asunto. Chris era uno de los pocos amigos con los que podía ser completamente honesto, así que decidió soltar todo lo que había estado guardando.

—Últimamente he estado... inmerso en algo —empezó Sebastian, sin saber exactamente cómo explicarlo—. Todo empezó con un libro... bueno, dos libros, en realidad. De una escritora llamada RAYA.

Chris asintió, interesado.

—¿RAYA? —preguntó, con una ligera sonrisa—. Mi hermano Scott ha hablado de esos libros. Los ha leído y me contó un poco, pero no sabía que tú también estabas metido en eso.

Sebastian asintió, tomando un sorbo de café antes de continuar.

—Sí, me enganché completamente. Empecé a leerlos casi por casualidad, pero no pude parar. Y no es solo la historia... es ella, RAYA. No sé cómo explicarlo, pero siento una conexión con lo que escribe, como si hablara directamente a... —Sebastian se detuvo, buscando las palabras correctas—. No sé, a mi alma o algo así.

Chris lo observó con curiosidad, viendo la seriedad en los ojos de su amigo.

—Y eso te tiene dando vueltas la cabeza —dijo Chris, captando la esencia de lo que Sebastian estaba diciendo.

—Exacto. Es una locura, lo sé. Pero es que hay algo en ella, en cómo escribe... —Sebastian se pasó una mano por el cabello, frustrado—. Llegué al punto de stalkear su cuenta en Instagram, algo que nunca pensé que haría. Y anoche estuve a segundos de enviarle un mensaje. Quería... no sé, decirle algo. Felicitarla, tal vez, o simplemente... hacerle saber que lo que escribe tiene un impacto real. Pero me detuve. No quiero parecer un loco acosador, y tampoco quiero que piense que estoy cruzando una línea.

Chris escuchó atentamente, comprendiendo la confusión de su amigo. Sabía que cuando Sebastian se obsesionaba con algo, era difícil para él soltarse. Y, por lo que parecía, este asunto con RAYA lo había atrapado más de lo que quería admitir.

—Seb, sé que esto puede parecer raro, pero a veces esas conexiones inesperadas son las que más nos afectan. Si sientes que lo que RAYA ha escrito te ha movido de esa manera, ¿qué tiene de malo decírselo? —Chris tomó un sorbo de su café, reflexionando—. Entiendo que no quieras parecer un fan obsesivo, pero no estás mandando un mensaje como un stalker. Solo estás siendo honesto. Y la honestidad, cuando se trata de arte y de cómo nos afecta, no es algo de lo que debamos avergonzarnos.

Sebastian lo miró, considerando sus palabras. Había algo en lo que Chris decía que tenía sentido. No quería que RAYA pensara que estaba invadiendo su privacidad, pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad de expresar lo que sentía.

—Scott me dijo que los libros de RAYA son intensos, que te dejan pensando por días. Si eso es cierto, y parece que lo es, ¿por qué no le haces saber lo mucho que te han impactado? —continuó Chris—. No tiene que ser un mensaje largo ni complicado. Solo un 'gracias' por lo que ha escrito. Estoy seguro de que lo apreciará, y quizás, solo quizás, eso te dé un poco de claridad sobre todo esto.

Sebastian se quedó en silencio por un momento, dándole vueltas a la idea. Tal vez Chris tenía razón. Tal vez no había nada de malo en simplemente decirle a RAYA lo que su trabajo significaba para él. Después de todo, ¿quién no querría saber que su arte ha tocado a alguien de una manera profunda?

Finalmente, Sebastian asintió, sintiendo una ligera sensación de alivio.

—Tienes razón, Chris. Quizás lo haga. No puedo seguir dándole tantas vueltas —dijo, con una sonrisa agradecida—. Gracias por escucharme, necesitaba sacarlo.

Chris sonrió y levantó su taza de café en un gesto de brindis.

—Para eso estamos los amigos. Y quién sabe, tal vez este sea el comienzo de algo interesante.

Sebastian rió, sintiéndose un poco más ligero. Mientras tomaba otro sorbo de café, no pudo evitar pensar en qué diría exactamente en ese mensaje, si finalmente decidía enviarlo. Pero por primera vez en días, sentía que tenía una dirección, un pequeño paso que podría tomar, y eso era suficiente por ahora.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora