Sebastian estaba inmerso en una oscuridad pesada, como si su mente estuviera atrapada en un espeso mar de niebla. A lo lejos, empezaba a escuchar ruidos, voces que se volvían más claras a medida que intentaba abrir los ojos. Al hacerlo, lo primero que vio fueron las luces brillantes de varias lámparas pasando por encima de él, moviéndose como si estuviera acostado en una camilla que avanzaba hacia algún lugar.
Intentó moverse, pero un dolor agudo en su costado derecho lo atravesó, arrancándole un gemido involuntario. El sonido alertó a uno de los enfermeros que lo transportaban, quien rápidamente se dio cuenta de que Sebastian estaba consciente.
—Tranquilo, te estamos llevando a cirugía para extraer la bala —dijo el enfermero con una voz tranquilizadora, pero la tensión en su tono no pasó desapercibida.
A lo lejos, Sebastian escuchó fragmentos de una conversación entre los paramédicos y el personal médico:
—Paciente masculino, entre 30 y 40 años, presenta una herida de bala en el costado derecho, con posible afectación hepática y hemorragia interna significativa. Necesita una laparotomía exploratoria urgente para evaluar el daño hepático y controlar la hemorragia...
Sebastian trató de procesar lo que estaba escuchando, pero el dolor y la confusión lo mantenían en un estado de semiinconsciencia. Lo único que sabía con certeza era que su situación era grave. Con un esfuerzo que le costó cada onza de su energía, alzó una mano y tomó la del enfermero que estaba a su lado.
—Por favor... no dejes que se sepa que estoy aquí... —murmuró con dificultad.
El enfermero, al notar quién era el paciente que tenía ante sí, comprendió la importancia de su petición. Sin decir nada, asintió y apretó suavemente la mano de Sebastian antes de volverse hacia su compañero. Sabía que tenía una misión adicional: contactar a alguien del equipo de Sebastian y asegurarse de que todo se manejara con la mayor discreción posible.
Poco después, los paramédicos que habían transportado a Sebastian entregaron sus pertenencias al personal del hospital. Entre ellas, el enfermero encontró los datos de contacto de emergencia y rápidamente se comunicó con el nombre que figuraba en primer lugar: Georgeta. Mientras tanto, Sebastian fue ingresado por las puertas del quirófano, el dolor haciéndose cada vez más insoportable mientras las voces a su alrededor se volvían más distantes y confusas.
Minutos después, mientras Sebastian estaba siendo preparado para la operación, una colega del enfermero se acercó para avisarle que había personas preguntando por el paciente. Cuando salió al vestíbulo, vio a una señora de cabello rubio cenizo acompañada por un hombre de traje, que, por su porte y expresión seria, supuso que era el representante de Sebastian.
Hablaron brevemente, discutiendo la necesidad de mantener la situación en secreto. Con la ayuda del director del hospital, acordaron entrar en lo que en el hospital solían llamar "código 007", un término interno utilizado con humor para describir situaciones en las que necesitaban proteger la privacidad de pacientes de alto perfil. Todo se manejaría con la mayor discreción posible, asegurándose de que la presencia de Sebastian en el hospital no fuera divulgada ni siquiera entre el personal.
Mientras Georgeta y el representante discutían con el personal, el enfermero regresó al quirófano, donde Sebastian ya estaba bajo los efectos de la anestesia general. El equipo médico trabajaba rápidamente, tratando de estabilizarlo antes de proceder con la cirugía.
Afuera, la preocupación y la tensión eran palpables. Georgeta, con una expresión de profunda angustia, se mantenía cerca de la puerta del quirófano, esperando noticias. Sabía que este tipo de incidentes podían desencadenar una tormenta mediática, y su prioridad era proteger a Sebastian, tanto físicamente como en términos de su privacidad.
El hombre de traje, el representante de Sebastian, habló en voz baja con el director del hospital, asegurándose de que se tomaran todas las medidas necesarias para evitar cualquier filtración de información. Era un momento crítico, y ambos sabían que el más mínimo desliz podría tener consecuencias graves.
Dentro del quirófano, los médicos continuaban su trabajo, cada uno consciente de la importancia de lo que estaba en juego, no solo para la vida de su paciente, sino también para la delicada situación que rodeaba su identidad.
Sebastian, mientras tanto, permanecía inconsciente, su mente y cuerpo entregados a los cuidados del equipo médico, mientras la vida y el secreto pendían de un hilo frágil.
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La Búsqueda que nos unió - Sebastian Stan
FanfictionCOMPLETA 🫰🏻 ¿Alguna vez has sentido que las palabras de un libro te hablan directamente al corazón? Sumérgete en la fascinante historia de Sebastian, un actor que lo tenía todo: fama, dinero, éxito y un brillo que muchos envidiarían. Pero detrás...