Capítulo 31: Despedidas y Confesiones

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Elvira se quedó en el umbral de la puerta, despidiéndose de los últimos colegas de la editorial que se marchaban después del exitoso live y un pequeño brindis para celebrar las impresionantes ventas del día. La emoción del momento aún estaba presente, pero a medida que las personas se iban, la euforia comenzó a ceder, dando paso a una sensación de tranquilidad.

Finalmente, solo quedaron Nicholas y su esposa, quienes siempre habían sido más que solo colaboradores; eran como su familia en este país. La habían acogido desde que llegó a Estados Unidos, luchando por su sueño de convertirse en escritora después de ser descubierta a través de sus fanfics. Ellos la habían guiado, apoyado y, en muchos sentidos, habían hecho posible que su carrera despegara.

Nicholas, con una mezcla de orgullo y humor, rompió el silencio mientras cruzaba los brazos, mirándola con una sonrisa paternal.

Ok, tengo que aceptar que estoy sorprendido. Mi pequeña ha crecido —dijo, con un tono juguetón—. No quería decirlo delante de todos los demás, pero ¡wow! ¿De dónde salió todo ese discurso final? ¿El malévolo cucarachón finalmente se nos puso sentimental y quiere salir a la luz?

Elvira rió, pero el comentario la hizo reflexionar. Había compartido mucho más de lo que había planeado durante el live, y aunque aún estaba procesando todo lo que había dicho, no podía negar que había sentido un peso levantarse de sus hombros al ser tan honesta con sus seguidores.

Cállate, que sigo abrumada —respondió, agitando la mano como si intentara quitarle importancia a sus palabras. Pero luego, un pensamiento cruzó su mente, algo que la había estado inquietando desde que recibió el enorme ramo de flores—. Pero, hablando de cosas sorprendentes, ¿me puedes explicar cómo es que el remitente de esas flores sabía mi dirección?

Nicholas sonrió, sabiendo que esa pregunta llegaría tarde o temprano. Se acercó y puso una mano en su hombro, tranquilizándola.

Cálmate, las flores las mandaron a la editorial, y nosotros enviamos a alguien acá. No te asustes, no vaya a venir Romeo a traerte serenata...

Elvira dejó escapar un suspiro aliviado, aunque parte de ella todavía estaba procesando todo lo que había ocurrido.

No, no es eso —dijo, con un tono más suave—. Simplemente... gracias.

Nicholas la miró con ternura, sabiendo cuánto significaba ese gesto para ella. Su esposa, que había estado observando la interacción en silencio, intervino con una sonrisa cómplice.

Pero ya dinos, ¿qué decía la dedicatoria? —preguntó, con una curiosidad evidente.

Elvira sintió un nudo en el estómago. No estaba lista para compartir esos detalles, no cuando aún estaba procesando lo que significaban para ella. Vaciló por un momento, buscando las palabras adecuadas.

Ammm, yo... Es por mi cumpleaños, sí, eso. Solo me felicitó y... yo... sí... ¡Ay, mi celular! Es cierto, no le he agradecido... —dijo, tratando de escapar del interrogatorio con una excusa torpe.

Nicholas y su esposa intercambiaron una mirada significativa. Conocían a Elvira lo suficientemente bien como para saber cuándo intentaba desviar una conversación. La verdad era que ellos sabían, o al menos sospechaban, que ella estaba enamorada de ese chico. Habían visto cómo su relación había evolucionado a lo largo del tiempo, desde las largas conversaciones hasta las dedicatorias en su libro, y ahora, transmitiendo en vivo, algo que antes era un rotundo no para ella.

La conocían desde hacía más de cuatro años, desde que había llegado a Estados Unidos, persiguiendo su sueño después de ser descubierta escribiendo fanfics sobre sus artistas favoritos. Su talento para escribir había sido un shock para Nicholas, quien ya estaba en la industria editorial. Aunque siempre había sido reacio a darle una oportunidad a alguien que venía de esa plataforma, había hecho todo lo posible para traerla y lanzar algo en conjunto.

Elvira, sintiendo la mirada de ambos sobre ella, fingió estar ocupada con su teléfono, aunque su mente estaba en otra parte. No podía dejar de pensar en las palabras de la dedicatoria, en lo que significaban y en lo que había confesado durante el live. Sabía que había un cambio ocurriendo dentro de ella, algo que la estaba empujando a salir de su zona de confort, a ser más valiente, más abierta.

Finalmente, Nicholas se acercó y le dio un pequeño empujón en el hombro, sonriendo.

Sabes que estamos aquí para ti, ¿verdad? No importa lo que pase, siempre estaremos de tu lado.

Elvira levantó la mirada y vio la sinceridad en sus ojos. Sonrió, sintiéndose más apoyada que nunca.

—Gracias, chicos. De verdad. Ustedes son lo mejor que me ha pasado desde que llegué aquí.

La esposa de Nicholas le dio un abrazo cálido y luego se apartó, dándole un espacio para respirar.

Y tú eres lo mejor que nos ha pasado a nosotros. Ahora, ve y responde ese mensaje. No lo hagas esperar demasiado.

Elvira asintió, sabiendo que tenía razón. Mientras los veía salir, su corazón se llenó de gratitud y de una nueva determinación. Sabía que las cosas estaban cambiando, que ella estaba cambiando, y que era hora de empezar a enfrentar esos cambios de frente.

Cerró la puerta detrás de ellos y se recostó contra ella por un momento, tomando una profunda respiración. Luego, con una pequeña sonrisa en los labios, fue a buscar su teléfono, lista para responder al mensaje que había dejado esperando, y tal vez, solo tal vez, dar el siguiente paso en su vida.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora