El 24 de diciembre llegó con un aire de tranquilidad inusual para Sebastian. No era la típica Navidad rodeada de familia y amigos, sino una de esas festividades que se sentía diferente, marcada por la ausencia y la soledad elegida. Se despertó temprano, sintiendo una inquietud que no podía sacudir, como si algo faltara en el aire festivo que solía acompañar este día.
Su madre había viajado a Rumania para pasar la Navidad con la familia, lo que dejaba a Sebastian solo en Nueva York. Aunque había recibido una invitación cálida de Anthony para unirse a su ruidosa familia en la cena navideña, con sus hijos corriendo y gritando por toda la casa, Sebastian había decidido rechazarla. No tenía ánimo para tanto alboroto, prefiriendo en cambio una noche tranquila.
Después de desayunar, se acomodó en el sofá con una manta, como si fuera un cliché navideño, y comenzó a ver una de esas películas navideñas que siempre parecían estar en la televisión durante esta época del año. Mientras la trama predecible se desarrollaba en la pantalla, su mente vagaba hacia RAYA. Había pasado una semana desde su último intercambio significativo, cuando ella le había pedido su dirección para enviarle un regalo. Desde entonces, la comunicación entre ellos había sido esporádica, y él supuso que ella estaba trabajando intensamente en su libro, posiblemente atrapada en una racha creativa.
Con el ruido de la película de fondo, Sebastian decidió que era un buen momento para contactarla. Aún sentía esa pequeña chispa de emoción cuando pensaba en el regalo que ella le había prometido. Había estado esperando algo, cualquier cosa, para mantener viva la conexión que habían forjado.
Tomó su teléfono y comenzó a escribir un mensaje, manteniendo el tono ligero y juguetón que había caracterizado su relación hasta ahora.
"Entonces, ¿qué es lo que hará mi escritora favorita para estas fiestas?" escribió, acompañado de un emoji de un árbol de Navidad.
Envió el mensaje y dejó el teléfono a un lado, volviendo su atención a la película por unos momentos, aunque su mente seguía divagando. Se preguntaba cómo estaría RAYA en ese momento, si también estaría sola, trabajando en su libro o disfrutando de alguna tradición navideña en particular. Había tantas cosas que aún no sabía sobre ella, pero sentía que cada pequeño detalle que compartían era un paso más hacia algo más profundo.
Mientras esperaba una respuesta, el timbre de su puerta sonó, anunciando la llegada de la comida que había encargado para los próximos días. Se levantó para recibirla, agradecido de tener algo que lo mantuviera ocupado mientras la tarde avanzaba. Después de pagar y guardar todo en la cocina, volvió al sofá, sintiéndose un poco más relajado pero aún con la mente en RAYA.
No pasó mucho tiempo antes de que su teléfono vibrara con una notificación. Sebastian lo tomó rápidamente y sonrió al ver que era un mensaje de ella.
"¡Oh, mira quién está curioso! Pues... nada muy emocionante, la verdad. Probablemente me quedaré en casa, trabajaré un poco y veré algunas películas navideñas malas. Pero oye, ¿qué tal tú? ¿Cómo va esa Navidad solitaria? ;)"
Sebastian rió entre dientes al leer la respuesta. Había algo reconfortante en saber que, aunque ambos estaban pasando la Navidad de manera poco convencional, aún podían compartir esos pequeños momentos juntos, incluso a la distancia.
"Eso suena perfecto, la verdad. Estoy haciendo lo mismo: películas malas y buena comida. Aunque tengo que admitir que tu compañía sería un gran plus. A propósito... ¿alguna pista sobre ese regalo misterioso? Estoy muriendo de curiosidad aquí."
Envió el mensaje y se recostó en el sofá, sabiendo que, aunque no estaban físicamente juntos, la conexión que compartían era suficiente para hacer que esta Navidad se sintiera un poco menos solitaria. Y mientras la tarde se deslizaba hacia la noche, Sebastian no podía evitar sentir que, a pesar de todo, esta Navidad sería una que recordaría durante mucho tiempo.
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Elvira sintió una cálida sensación al leer el mensaje de Sebastian. Saber que él también estaba pasando la Navidad de manera tranquila y sin grandes alborotos hizo que la suya se sintiera un poco menos solitaria. A veces, esos pequeños intercambios podían cambiar el ánimo de su día, y ahora, después de leer sus palabras, se sentía menos nostálgica y más conectada con él, aunque fuera a la distancia.
Con una sonrisa en los labios, comenzó a escribirle de vuelta.
"Creo que tendrás que averiguarlo entre hoy o mañana. No sé cómo esté el correo en esta época, pero prometo que me dijeron que llegaría a tiempo. Uy, mala comida y películas, buena elección."
Envió el mensaje, pero la sensación de querer decir más permaneció. Comenzó a escribir un nuevo mensaje, queriendo expresar algo que estaba en su mente, pero cada vez que sus dedos tocaban la pantalla, se detenía. Escribía algunas palabras, pero luego las borraba, incapaz de encontrar el tono adecuado. No quería parecer patética o demasiado abierta.
Elvira sabía que Sebastian era una gran estrella, alguien acostumbrado a estar en el centro de atención, rodeado de gente impresionante. Y ella, bueno, solo era ella. Una escritora que había construido una barrera entre su vida pública y su vida personal, en parte por miedo a que su verdadero yo no fuera suficiente. Ese era su mayor temor: que todo este juego de la búsqueda de su identidad terminara en decepción para Sebastian. ¿Qué pasaría si, al final, él descubriera que no había nada especial en ella, que no era más que una persona común y corriente?
No soy gran cosa, pensó mientras dejaba caer el teléfono a su lado en el sofá, sintiendo una punzada de inseguridad. La idea de decepcionarlo la atormentaba. Había algo tan especial en cómo se habían conectado a través de sus mensajes, en cómo él la hacía sentir valorada e interesante, pero todo eso podría desvanecerse si él descubría quién era realmente.
Se llevó una mano al cabello, enredando sus dedos en los mechones mientras intentaba calmar su mente. La duda la consumía, pero también sabía que no podía esconderse para siempre. Esta conexión que habían construido, aunque frágil, tenía el potencial de ser algo más. Pero solo si ella podía superar el miedo a ser vista por quién era realmente.
Finalmente, con un suspiro, decidió dejarlo por ahora. El regalo que le había enviado a Sebastian llegaría pronto, y eso sería un paso importante. Quizás entonces, cuando él tuviera el libro en sus manos, podría comenzar a abrirse un poco más, permitirle ver un poco más de quién era ella, sin esconderse tras las palabras.
El teléfono vibró con un nuevo mensaje de Sebastian, pero esta vez, Elvira decidió no abrirlo de inmediato. Necesitaba un momento para procesar sus propios pensamientos antes de seguir adelante. Se levantó del sofá y se dirigió a la ventana, mirando las luces navideñas que iluminaban la calle. Se permitió unos minutos de calma, recordándose a sí misma que, aunque el camino fuera incierto, lo importante era seguir adelante, un paso a la vez.
Quizás, al final, todo saldría bien. Y si no, al menos podría decir que lo intentó. Con esa idea en mente, volvió al sofá, decidida a continuar la conversación con Sebastian, pero esta vez, dejando que las cosas fluyeran sin presionarse demasiado.
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La Búsqueda que nos unió - Sebastian Stan
Hayran KurguCOMPLETA 🫰🏻 ¿Alguna vez has sentido que las palabras de un libro te hablan directamente al corazón? Sumérgete en la fascinante historia de Sebastian, un actor que lo tenía todo: fama, dinero, éxito y un brillo que muchos envidiarían. Pero detrás...