Capítulo 40: Una Llamada Inesperada

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Nicholas despertó con la cabeza latiendo, un recordatorio inevitable de la resaca que lo acompañaba tras la fiesta de Año Nuevo. Eran las 8 de la mañana, y a pesar del cansancio, la sensación de inquietud se instaló en su pecho cuando el teléfono comenzó a sonar. Era un número privado, algo que, en su línea de trabajo, podía significar cualquier cosa, desde un asunto trivial hasta una emergencia crítica.

Su esposa, también despertada por el sonido, lo miró desconcertada mientras él tomaba el teléfono con cierta reticencia.

—¿Hola? —dijo Nicholas, su voz ronca por el sueño.

—Oh, Dios, muchas gracias por responder —contestó una voz femenina, visiblemente alterada—. Yo... ammm, soy Georgeta. Soy mamá de Sebastian... Sebastian Stan. Sé que quizá te parezca muy rara esta llamada, pero no podía dejar de llamarte, no después de los ruegos de Seb...

Nicholas se enderezó de inmediato, el sueño y la resaca desapareciendo de golpe al escuchar el nombre de Sebastian.

—Mi hijo está en el hospital. Tenemos ya algunos días acá debido a un asalto en un establecimiento donde estaba Seb. Despertó en la madrugada y no dejaba de mencionar a RAYA. Tuvieron que sedarlo porque estaba un poco alterado. Al hablar con sus amigos y unos colegas, hace rato me pasaron este número. Sé que parecerá muy raro de mi parte, y entenderé si por algún contrato no puedes revelarlo, pero... ¿será que puedo obtener su teléfono? Seb ha estado muy inquieto. Cada que despierta, solo la nombra. No sé si se iban a ver o qué estaba pasando. Sé de la situación del libro, las flores y todo, pero... ammm... perdón, estoy desesperada.

Georgeta comenzó a llorar, su voz quebrándose por el peso de la preocupación y el miedo. Nicholas, aún aturdido por la información que acababa de recibir, sintió un nudo en el estómago. La situación era mucho más grave de lo que había imaginado. Lo que Elvira estaba viviendo, lo que la había llevado a encerrarse en sí misma y apartarse del mundo, ahora tenía una explicación aterradora.

—Georgeta, por favor, cálmate —dijo Nicholas, intentando mantener la calma en su voz mientras sus pensamientos corrían a toda velocidad—. Entiendo lo preocupada que estás. Gracias por contactarme. Sé que todo esto es complicado, pero... tal vez podamos hablar en persona. ¿Te parece si nos vemos en una cafetería cerca del hospital? Necesitamos hablar, y creo que sería mejor hacerlo cara a cara.

Georgeta asintió al otro lado de la línea, su voz aún temblorosa mientras aceptaba la propuesta de Nicholas. Acordaron reunirse en un lugar cercano, y Nicholas prometió que haría lo posible por ayudar, aunque todavía estaba procesando la gravedad de la situación.

Al colgar el teléfono, Nicholas se quedó sentado en la cama por un momento, mirando fijamente la pared mientras intentaba comprender lo que acababa de escuchar. Su esposa, que había estado observando en silencio, le tocó el brazo con suavidad.

—¿Qué ha pasado, Nick? —preguntó, su voz llena de preocupación.

—Sebastian... está en el hospital. Ha pasado por algo horrible, un asalto o algo así. Y lo que me preocupa más es que... Els  no sabe nada de esto. Georgeta me llamó porque Sebastian no deja de mencionar a RAYA. Parece que la situación entre ellos es mucho más complicada de lo que pensábamos.

Su esposa frunció el ceño, su expresión reflejando la misma preocupación que sentía Nicholas.

—¿Qué vas a hacer?

Nicholas suspiró, sabiendo que no había una respuesta fácil.

—Voy a reunirme con Georgeta y ver qué puedo hacer para ayudar. No sé qué ha pasado entre ellos, pero sé que Els está pasando por una racha complicada. No sé cuánto tiene que ver con Sebastian, pero necesito averiguarlo.

Se vistió rápidamente, sus pensamientos todavía enfocados en Elvira. Sabía que ella estaba sufriendo, y ahora entendía que su dolor podía estar ligado a lo que le había pasado a Sebastian. Pero no podía ir directamente a ella, no sin saber más. Necesitaba entender la situación antes de poder ayudarla.

Mientras salía de su casa, Nicholas no podía evitar sentir una mezcla de urgencia y miedo. Temía por Elvira, por cómo podría reaccionar al saber lo que había sucedido, y al mismo tiempo, sabía que tenía que ser fuerte por ella. No podía dejarla enfrentar esto sola, no cuando sabía que estaba al borde del colapso.

Al llegar a la cafetería cerca del hospital, encontró a Georgeta esperándolo. La mujer, con el rostro demacrado por la preocupación, se levantó de su asiento al verlo entrar.

—Gracias por venir, Nicholas —dijo Georgeta, su voz aún temblorosa.

Nicholas la abrazó suavemente, tratando de transmitirle algo de calma.

—Estoy aquí para ayudar en lo que pueda, Georgeta. Vamos a resolver esto, te lo prometo.

Se sentaron en una mesa apartada, y mientras el café se enfriaba en sus tazas, Nicholas comenzó a contarle todo lo que sabía sobre Raya sin contar nada de ella que pudiera afectar su anonimato, pero sí sobre lo que había estado pasando y sobre cómo la situación con Sebastian podía estar relacionada con su reciente comportamiento.

Sabía que tenía que ser honesto con Georgeta, porque solo así podrían encontrar una solución que ayudara a ambos, a Sebastian y a Elvira, a salir de este doloroso enredo en el que se habían encontrado atrapados.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora