Capítulo 46: La Búsqueda Inicia

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La tensión en el aire era palpable mientras Nicholas, su esposa, y Georgeta se reunían para trazar un plan. Sabían que no podían perder tiempo, pero también comprendían que debían ser cautelosos. El bienestar de Elvira y Sebastian dependía de cómo manejaran esta situación. Después de una larga discusión, acordaron dividir las responsabilidades: Georgeta se quedaría en el hospital para cuidar de Sebastian, mientras que Nicholas y su esposa se encargarían de localizar a Elvira.

—El primero en tener respuestas le escribe al otro —dijo Nicholas, su voz firme, pero con una preocupación que no podía ocultar.

Georgeta asintió, aunque el miedo por su hijo estaba presente, sabía que encontrar a Elvira era igual de importante. Sebastian había sido claro, necesitaba a RAYA, y aunque Georgeta aún no entendía completamente la relación entre ellos, sabía que Elvira tenía un papel crucial en la recuperación de su hijo.

Nicholas, por su parte, trataba de mantener la calma, pero por dentro sentía una mezcla de desesperación y preocupación. Conocía a Elvira lo suficientemente bien como para saber que su desaparición no era permanente. Era algo temporal, una escapada que necesitaba para recomponerse. Sin embargo, el miedo a que algo saliera mal lo consumía. No podía permitir que su hermana se hundiera más en su tristeza.

Decidió tomar medidas prácticas. Lo primero fue contactar al equipo de la editorial. Les pidió que, si sabían algo sobre Elvira o si ella se ponía en contacto, le informaran de inmediato. Luego, se dirigió al encargado de la entrada del edificio donde vivía Elvira.

—Si la ves cruzar la puerta, sin decirle nada, por favor, llámame de inmediato —le pidió Nicholas, sabiendo que era una medida desesperada, pero necesaria. Necesitaba asegurarse de que estuviera bien, aunque fuera solo para calmar su propia ansiedad.

Mientras tanto, Georgeta se quedó con Sebastian en el hospital, tratando de mantenerlo tranquilo. Sabía que su hijo estaba ansioso, desesperado por salir y encontrar a Elvira él mismo. Pero también sabía que necesitaba tiempo para recuperarse. Le aseguró que al día siguiente sería dado de alta, y entonces podrían actuar con más claridad.

Esa noche, Nicholas y su esposa se sentaron juntos, hablando en voz baja, tratando de pensar en todas las posibles ubicaciones donde Elvira podría haberse refugiado.

—¿México? —sugirió su esposa, recordando cuánto amaba Elvira su tierra natal.

Nicholas negó con la cabeza. Sabía que regresar a su ciudad y país no era una opción para Elvira, sin importar cuán tentador pudiera ser.

—No. No creo que vuelva allí, no después de todo lo que ha pasado. —Su voz estaba cargada de certeza, aunque también de frustración.

—¿Boston? ¿Los Ángeles? —siguió ella, lanzando ideas al aire.

Cada sugerencia parecía más descabellada que la anterior. Elvira podía estar en cualquier parte, y la falta de pistas concretas los hacía sentirse impotentes. Sabían que ella era capaz de desaparecer completamente si quería, y eso los preocupaba aún más.

—¿Y si simplemente se ha quedado cerca? —dijo Nicholas, después de un rato de silencio—. A veces, cuando uno quiere desaparecer, no va muy lejos. Solo lo suficiente como para estar fuera del radar, pero no tanto como para ser imposible de encontrar.

Su esposa asintió, comprendiendo la lógica detrás de esa idea. A veces, las respuestas más simples eran las correctas. Pero incluso si Elvira estaba cerca, seguiría siendo un desafío encontrarla. Sin embargo, tenían que intentarlo.

—Quizá haya encontrado algún lugar tranquilo, cerca del mar... algo que le recuerde a su puerto —murmuró Nicholas, recordando cuánto significaba el mar para Elvira.

Ambos sabían que la búsqueda no sería fácil, pero estaban decididos a encontrarla. Sabían que no podían permitir que Elvira se hundiera más en su dolor, no cuando sabían que había personas que la amaban y la necesitaban, especialmente Sebastian.

Mientras la noche avanzaba, Nicholas y su esposa continuaron discutiendo posibles estrategias, cada una más detallada que la anterior. La preocupación y el amor por Elvira impulsaban cada decisión, sabiendo que no podían detenerse hasta que ella estuviera a salvo.

Al final, la esperanza de que Elvira regresara por su cuenta les dio algo de consuelo, pero no lo suficiente como para aliviar completamente la angustia que sentían. Sabían que la búsqueda apenas comenzaba, y que tendrían que estar preparados para lo que fuera necesario.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora