Capítulo 24: Descubrimiento

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Sebastian se encontraba en su apartamento, sentado en el borde del sofá con el libro de RAYA en una mano y la carta en la otra. Era la quinta, quizás la octava vez que leía la dedicatoria. Las palabras de RAYA, llenas de sinceridad y vulnerabilidad, habían tocado algo profundo en él. La carta estaba ligeramente mojada, no por accidente, sino por las lágrimas que había derramado al leerla por primera vez.

La primera vez que leyó la dedicatoria, quedó en shock, sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Había enviado lo primero que se le ocurrió, un mensaje breve, antes de volver a leerla y releerla. Cuanto más leía, más sentía que su propia vulnerabilidad estaba siendo expuesta. Había algo en las palabras de RAYA que lo había desarmado, que lo había hecho sentir de una manera que no experimentaba desde hacía mucho tiempo.

Mientras reflexionaba, un recuerdo comenzó a tomar forma en su mente. Ese día en el Rockefeller Center, cuando había estado buscando desesperadamente a RAYA durante la transmisión en vivo. Recordaba claramente el momento en que había chocado con una chica entre la multitud. Sus ojos... Había algo tan familiar en ellos, algo que en ese momento no había podido ubicar. Pero ahora, con la carta en sus manos y la dedicatoria resonando en su mente, todo comenzaba a encajar.

Era ella. Su RAYA. Ese rostro que había visto tan brevemente, esa belleza natural que lo había dejado sin palabras en aquel instante. No sabía cómo había sido tan ciego para no darse cuenta antes. Había algo tan auténtico en esos ojos, algo que lo había atraído desde el primer momento.

Sebastian comenzó a reír, una risa que comenzó como un susurro y que poco a poco se convirtió en una carcajada, al darse cuenta de que, aunque no conocía todos los detalles, había descubierto algo importante. Ahora tenía una pequeña pista: la letra "E".

Sebastian comenzó a pensar en voz alta mientras trataba de adivinar el nombre detrás de la "E". "¿Emily? ¿Emma? ¿Evelyn? ¿Erin? ¿Elizabeth? ¿Ellie? ¿Eleanor?"

Cada nombre resonaba en su mente, cada uno con su propio encanto, mientras intentaba ponerle un nombre a ese rostro que no podía olvidar.

Pero antes de que pudiera pensar más en ello, su teléfono vibró con un nuevo mensaje. Lo leyó y, aunque tenía tantas cosas que quería decir, se dio cuenta de que era difícil encontrar las palabras adecuadas. La dedicatoria de RAYA había despertado sentimientos que no había expresado en mucho tiempo. Finalmente, dejó que sus dedos escribieran lo que salía de su corazón.

"Yo... woooooow. ¿Puedo llamarte E? ¿O seguimos con RAYA? No sabes lo que tu dedicatoria me ha hecho sentir. Me siento en una típica película navideña cliché, como si hubiera recibido el más grandioso regalo de Navidad. En verdad, muchas, muchas gracias."

Sebastian presionó enviar y, justo en ese momento, las campanas de la iglesia cercana comenzaron a sonar, marcando la medianoche. Era Navidad. Sonriendo, rápidamente envió otro mensaje:

"Feliz Navidad, btw..."

Mientras dejaba el teléfono a un lado, se recostó en el sofá, permitiendo que la serenidad de la noche navideña lo envolviera. Sabía que esta Navidad sería diferente a cualquier otra que había experimentado. Con RAYA—o E, como había comenzado a llamarla en su mente—, había descubierto una conexión que iba más allá de lo superficial. Y aunque aún había tanto que no sabía, sentía que estaba en el camino correcto, un camino que podría llevarlo a algo verdaderamente especial.

Miró el libro en su mano, sabiendo que esa noche, comenzaría a leerlo, pero esta vez, con una comprensión más profunda de la persona

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora