Georgeta se sentía perdida, un torbellino de emociones la había envuelto desde que Sebastian fue hospitalizado. Había pasado días preocupada por su hijo, viéndolo luchar entre la conciencia y la inconsciencia, y en medio de todo, su mente no dejaba de volver a un nombre que Sebastian había mencionado una y otra vez: RAYA.
No sabía qué más hacer. Después de horas y horas de búsqueda desesperada, finalmente se había atrevido a mover cielo y tierra para encontrar una manera de contactar a la misteriosa escritora que había capturado el corazón de su hijo. Habló con un colega, Robert, quien le pasó el contacto de Nicholas. Era su última esperanza, y aunque se sentía nerviosa, sabía que tenía que intentarlo.
—Fui a casa, moví todo para conseguir algo que me haga llegar a RAYA —comenzó a decir Georgeta, mientras sus manos temblaban ligeramente alrededor de la taza de café—. Le escribí a un colega, Robert, y él me pasó tu contacto, Nicholas. Lo único que pude obtener fue el celular de Sebastian... lo puse a cargar. No sé mucho sobre cómo moverle a estas cosas, y no quería invadir la privacidad de mi hijo, pero nunca, jamás lo había visto así. Creo que hasta en sueños la nombra...
Nicholas la escuchaba con atención, preocupado por el estado en el que estaba Georgeta, pero también por lo que ella estaba describiendo. Algo había sucedido entre Sebastian y Elvira, algo que los había afectado profundamente a ambos, y él sabía que tenía que entenderlo antes de tomar cualquier decisión.
—No sé la situación exacta, como te dije —continuó Georgeta, su voz temblorosa—. Solo supe lo que planeaba hacer en su cumpleaños... y de eso ya pasaron varios días. Busqué en sus mensajes y no vi nada de ella... Nada, no se como se comunicaban pero no quería meterme más.
Nicholas asintió, entendiendo la gravedad de la situación.
—Mira, Georgeta, sé que algo pasó. No sé qué fue, pero ella estaba tan feliz en su cumpleaños. Mi esposa y yo la animamos a escribirle a Seb en agradecimiento por las flores y el detalle. Estaba radiante. No se qué pudo haber ocurrido desde entonces. Pecaré de chismoso, pero desde que la conozco, jamás la había visto así. Ella ha pasado por mucho, y lo único que llegué a pensar cuando la encontré hace unos días fue que Seb le había roto el corazón. No encontré otra explicación.
Georgeta lo miró, su rostro reflejando la mezcla de emociones que la consumía. Era evidente que tanto Sebastian como Elvira estaban profundamente afectados, y Nicholas sabía que, aunque podría estar equivocado, todo apuntaba a que el dolor que ambos estaban sintiendo estaba conectado.
—Ya no habla de él, ni del libro que tanto le costó publicar —continuó Nicholas, su voz llena de preocupación—. Por Dios, esa niña está ganando millones con las ventas y ni siquiera se da cuenta. Ya no quiere saber nada...
Georgeta sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Nicholas. Sabía que su hijo estaba en un estado vulnerable, pero no había comprendido hasta qué punto esto también había afectado a Elvira.
—Sé que sería meternos en su privacidad —dijo Nicholas, con cautela—, pero... ¿me permites ir a verla antes de asegurarnos de que vaya a visitar a Seb? Como te digo, no sé qué pasó entre ellos, pero ayer no salió de casa. Quizá solo siga dormida. Preferiría verla en persona antes de darte una respuesta sobre si puede visitarlo, ¿ok? No me gustaría que la primera vez que se vean sea en un hospital. Pero dejaré que la decisión la tome ella, ¿de acuerdo?
Georgeta asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. Sabía que Nicholas tenía razón; este encuentro no debía forzarse. Ambos, Sebastian y Elvira, estaban en un lugar frágil, y necesitaban manejar esta situación con cuidado.
—Está bien, Nicholas —respondió finalmente, su voz suave pero firme—. Haz lo que creas mejor. Confío en tu juicio. Solo... quiero que Seb esté bien. Y si RAYA es parte de eso, haré lo que sea necesario.
Nicholas le dio una sonrisa comprensiva y asintió.
—Te prometo que haré todo lo posible para ayudar a ambos. Primero hablaré con Ella y luego veremos cómo proceder. No te preocupes, Georgeta, estamos en esto juntos.
Georgeta sintió una oleada de gratitud hacia Nicholas. Sabía que estaba haciendo lo correcto, y aunque el camino por delante parecía complicado, al menos tenía a alguien en quien confiar. Mientras Nicholas se preparaba para ir a ver a Elvira, Georgeta se quedó sentada en la cafetería, sus pensamientos divididos entre su hijo y la mujer que parecía ocupar todos sus sueños. Sabía que el destino de Sebastian estaba entrelazado con el de Elvira, y rezaba para que, de alguna manera, todo pudiera resolverse para bien.
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La Búsqueda que nos unió - Sebastian Stan
FanfictionCOMPLETA 🫰🏻 ¿Alguna vez has sentido que las palabras de un libro te hablan directamente al corazón? Sumérgete en la fascinante historia de Sebastian, un actor que lo tenía todo: fama, dinero, éxito y un brillo que muchos envidiarían. Pero detrás...