Capítulo 44: La Realidad Desgarradora

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Nicholas llegó al edificio de Elvira sintiendo una creciente ansiedad en su pecho. Había estado preocupado por ella durante los últimos días, pero nunca imaginó que las cosas se pudieran complicar tanto. Al abrir la puerta de su apartamento, encontró la nota que ella había dejado sobre la mesa. Sus ojos recorrieron las palabras rápidamente:

"Lo siento, solo dame unos días. Prometo ponerme al corriente a mi regreso... Los amo."

El alivio que sintió al saber que estaba bien, aunque lejos, fue rápidamente reemplazado por una profunda preocupación. Elvira había desaparecido, se había ido sin decirle a nadie a dónde. Y lo peor de todo, su celular estaba apagado. La sensación de impotencia lo golpeó con fuerza mientras intentaba llamarla, solo para ser recibido por el tono muerto de la línea desconectada.

Sin perder un segundo, Nicholas salió corriendo hacia su auto. Tenía que llegar al hospital, tenía que hablar con Georgeta y averiguar qué estaba pasando con Sebastian y Elvira. Había algo muy mal en toda esta situación, y no podía permitir que su pequeña hermana se enfrentara sola a lo que sea que estuviera pasando.

Veinte minutos después, Nicholas llegó al hospital, su mente corriendo con todas las posibles explicaciones de lo que podría estar ocurriendo. Apenas entró, vio a Georgeta sentada en la sala de espera, su rostro reflejando el cansancio y la preocupación que había acumulado en los últimos días. Se sentó a su lado, y antes de que pudiera siquiera preguntar, Georgeta rompió el silencio:

—Ya sabemos qué pasó. Tuvieron que sedar a Sebastian... —dijo Georgeta, su voz temblorosa—. Creo que deberías leer los mensajes que Elvira le mandó a Sebastian.

Nicholas sintió un nudo en el estómago. Tomó el teléfono que Georgeta le ofreció y comenzó a leer los mensajes, cada palabra resonando en su mente con una fuerza devastadora. Sabía que Elvira había pasado horas en terapia, incluso una temporada tomando medicamentos para la ansiedad, pero nada lo había preparado para ver su dolor tan crudamente expuesto.

Mientras leía, sintió cómo su corazón se rompía un poco más con cada mensaje. Elvira había desnudado su alma ante Sebastian, contando sus más profundas inseguridades, abriendo su corazón de una manera que Nicholas no había visto en mucho tiempo. Y ahora, al ver cómo Sebastian no había podido responderle, cómo la situación se había malinterpretado de la peor manera posible, se sintió fatal.

"Dios, debí quedarme con ella ayer," pensó Nicholas con desesperación. Conocía a Elvira lo suficientemente bien como para saber que cuando se alejaba y se desconectaba, regresaría con una nueva máscara, una nueva fachada que usaría para protegerse del mundo. Sabía que se pondría de nuevo en el papel de RAYA, escondiendo su verdadero yo detrás de esa identidad, sin dejar entrar a nadie.

Los audios de Elvira resonaban en su mente, su voz entrecortada por las lágrimas y el alcohol, cada palabra cargada de dolor y desesperación. Nicholas entendía ahora que el silencio de Sebastian había sido interpretado por Elvira como un rechazo, como una confirmación de todas sus inseguridades. Y mientras más leía y escuchaba, más se daba cuenta de lo profundo que era el daño.

—Dios... —murmuró Nicholas, sintiendo que la culpa lo consumía—. Mi pobre niña... De seguro piensa que no es suficiente.

El peso de la situación lo aplastaba. Sabía que Elvira había estado luchando con sus demonios durante mucho tiempo, pero no había imaginado que las cosas pudieran llegar a este punto. Había fallado en protegerla, en hacerla sentir que era suficiente, que era amada. Y ahora, todo parecía estar desmoronándose.

Georgeta, al ver la angustia en los ojos de Nicholas, puso una mano sobre su hombro, tratando de ofrecerle algo de consuelo.

—Nicholas, sé que esto es difícil... pero necesitamos encontrarla. No podemos dejar que siga pensando así, no podemos dejarla sola en este estado. Sebastian también está preocupado por ella, tanto que intentó salir del hospital. Él también la necesita.

Nicholas asintió, tragando con dificultad mientras trataba de recomponerse. Sabía que Georgeta tenía razón. Tenían que encontrar a Elvira antes de que el daño fuera irreparable. Ella se había alejado para protegerse, pero ahora más que nunca, necesitaba que alguien la trajera de vuelta, que le recordara que era suficiente, que era amada.

—Lo haré —dijo Nicholas, su voz firme a pesar de la desesperación que sentía—. La encontraré, Georgeta. No importa cuánto tiempo tome, la traeré de vuelta.

Y con esa determinación, Nicholas se puso de pie, sabiendo que tenía una misión por delante: salvar a Elvira de la oscuridad que la estaba consumiendo, y asegurarse de que tanto ella como Sebastian supieran que no estaban solos, que aún había esperanza para ambos.

La Búsqueda que nos unió - Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora