Regresar a Aethel fue demasiado confuso.
Apenas crucé la pequeña división que separaba mis dos vidas, me encontré con la imagen exacta del bosque que me había visto desfallecer tan solo unos meses antes. Me sentía como una joven perdida en un museo de artes en el que solo se encuentran miles de pinturas idénticas.
Era casi como ver un cuadro estático dibujado con los colores más melancólicos de la paleta de un pintor reconocido. Parecía ser que ni siquiera la fuerte brisa de octubre era capaz de mover por completo las hojas verdosas de los frondosos árboles.
Mi cabello se removía furioso por los vientos ágiles que soplaban en todas direcciones. Mis pasos se sentían temblorosos sobre la tierra mojada que amenazaba con tragarme del todo. Tuve unas inmensas ganas de llorar en aquel momento. Era un dolor que se esparcía por mi pecho y me abrazaba la garganta, dejándome sin consuelo y sin nada más que la tristeza.
Me había prometido, o bueno, les había prometido que jamás mi silueta volvería a dibujarse a lo largo de aquel lienzo que se encontraba al otro lado del fino cristal que guardaba la magia en este mundo. Pero lo cierto era que, viéndome atrapada en las cadenas de un pasado tomentoso que no hacía más que lastimarme evocándome recuerdos, se me instalaron en el pecho unas irremediables ganas de volver.
No permití que mi voluntad se tambaleara nuevamente ante los dichosos deseos que mi alma tenía. Avancé despacio, buscando llenar mi cuerpo con ese gusto que antes había sentido al atravesar el bosque, pero, no lo encontré. Ya no se me hacía delicioso el olor pelicular de la tierra al ser empapada por las gotas de lluvia, ni el color llamativo de las flores venenosas que se escondían tras la belleza de sus pétalos y mucho menos la tranquilidad que en algún momento el silencio me había regalado.
Recordé entonces que al volver a este lugar mis bestias también habían hecho lo mismo, justo como sucedió cuando mi destino había sido otro. Me enredé un cordel dorado en uno de los conductos de mi miocardio y ejerciendo un poco de fuerza sobre él llamé por el vínculo a las dos bestias que jamás me habían abandonado.
-Creí que te habías olvidado de nosotros. -la voz aterciopelada de Ebony logró calmar el terror que mi cuerpo sentía.
-Jamás podría olvidarme de ustedes. -les aseguré.
-Niña, qué es ese dolor que siento en tu pecho. -preguntó el dragón de escamas de noche.
-Han sido unos días complicados. -musité cabizbaja intentado no pisar alguna de las trampas que, generalmente, se encontraban en los suelos del bosque.
-¿Quién se atrevió a lastimarte? -cuestionó la pantera.
-En el campamento recibimos algunos ataques por parte de demonios, aún no se con certeza quién pudo haberlos enviado.
-Creo que todos sabemos quién lo hizo. -afirmó Nyx mientras se removía enfadado.
-Es imposible que Ford pudiera encontrarnos en el mundo humano, Nyx. -intenté convencerme de aquello.
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El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)
Fantasy"En un mundo de magia y misterios, el amor puede ser un refugio... o la tormenta que desata la guerra. La sangre dorada en el suelo es solo el comienzo; en Aethel, cada lágrima derramada forjará el futuro de una tierra mágica."