Epílogo.

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En cuanto los cinco seres cruzaron la grieta que tenía la barrera, se encontraron con mundo que, al parecer, quizás no era tan diferente al suyo. En realidad, no podían asegurar aquello, pero viendo el bosque que tenían ante sus ojos, no tenían mucho más que pensar.

Caminaron durante un rato y en cuanto salieron de aquel bosquecito, se encontraron con una ciudad inmensa ante sus ojos. Las casas eran pequeñas y estaban separadas por jardines chiquitos y vallas de madera y los humanos, aquellos seres extremadamente similares a ellos, reían en voz alta y provocaban muchísimo ruido. Vestían con ropas parecidas a las que ellos llevaban, sin embargo, estas carecían de colores alegres.

Verena hizo una mueca de desagrado y molestia en cuanto un niño molesto y chillon manchó de helado su pantalón. Enseguida una muchacha de cabello castaño le ofreció disculpas a la chica de ojos cerúleos, tomó al niño del antebrazo y se lo llevó perdiéndose entre la multitud.

Celia les hizo una seña para que la siguieran y luego de pasar tres sustos tremendos provocados por el molesto sonido que emitían los extraños carruajes de ese mundo, lograron adentrarse en una rara torre.

Para ellos aquel lugar no tenía sentido, era una especie de torre rectangular que tenía muchísimas ventanas. Apenas entraron, divisaron una barra y una muchacha que yacía detrás de la misma. Celia comenzó a hablar sobre hospedaje, noche y habitaciones, todas esas cosas sobre las que los jóvenes no entendían mucho.

Luego de algunos minutos, sintiéndose cansados por el peso de las bolsas que llevaban y el largo viaje, Celia se dirigió hacia las escaleras de caracol seguida por los muchachos. Se sorprendieron al darse cuenta de que en aquella extraña torre a la que la mujer de cabello de fuego llamaba ''edificio'', las personas podían pagar algunas noches para quedarse allí. Era como una casa inmensa y alta en la cual humanos desconocidos descansaban.

Se extrañaron al darse cuenta de que debían compartir una pequeña casita que tenía una cocina, un baño y dos habitaciones. No le tomaron demasiada importancia, pues al final de cuentas, solo estarían en ese lugar hasta que Verena lograra encontrar a su madre, ¿o no?

Celia y mallory durmieron en una de las habitaciones que, para su suerte, tenía dos camas personales en muy buen estado. Verena tuvo que compartir la otra recámara con su prima y Zayn pasó una noche incómoda en el diminuto sofá que había a unos pasos de la cocinita. Esa noche, la chica de ojos cerúleos y su prima, tuvieron una larga charla en la que prometieron no volver a mentirse jamás.

Cuando la mañana llegó, la mujer de cabello de fuego, salió de la casita y fue en busca de suerte por las calles de la desconocida ciudad. Los cuatro jóvenes se quedaron solos y pasaron la mayor parte del día entre risas provocadas por su falta de experiencia en la cocina. Al final, comieron tostadas con un poco de jugo que había en la extraña nevera. Por su parte, Celia, luego de haber caminado a montones y sentir los pies llenos de ampollas, logró llegar a una ostentosa tienda de joyas.

Todos los humanos que habían en el lugar, la miraron de arriba abajo juzgando las pintas que la mujer lucía y enseguida Celia recordó el porqué había huido de ese mundo. Se acercó a donde la joven que atendía se encontraba y sacó de la vieja bolsa que tenía en su mano, todas las bolsitas de oro y diamante que se habían llevado de Aethel.

La muchacha se sorprendió tanto, que enseguida llamo a su jefe para corrobar que aquello no se tratase de una estafa. Luego se pasó el resto del día entre papeleos, bancos, efectivo y tarjetas de crédito, hasta que por fin llegó a la casita en la que se estaba hospedando, felicitándose por tener tan buena memoria y recordar el camino.

Celia se dió cuenta de que aquellas pastillas que había tomado antes de cruzar la barrera, habían cambiado la mayor parte de su aspecto, pues además de que sus ojos perdieron su toque mágico, su cabello ya no se veía como llamas y algunos otros cambios eran notables en su rostro.

Enseguida llegó a la casita y encontró a los cuatro jóvenes riendo sentados sobre el suelo. Les dio las nuevas noticias y les contó sobre aquellos detalles que había podido observar. Verena corrió hacia el pequeño baño y se tocó el rostro con desesperación, dándose cuenta de que, en efecto, su cara había cambiado, sin embargo, los seres con magia podían ver la forma verdadera que ellos poseían, pues cuando se miraban los unos a los otros, no lograban ver ningún cambio.

Más tarde se darían cuenta de que, no solo a los ojos de los humanos ellos se veían diferentes, sino que las personas lucían diferentes cuando ellos los miraban, excepto, cuando se trataba de un ser mágico.

Todo esto de las perspectivas se debía a que los seres mágicos debían permanecer ocultos y a sus ojos, los humanos tomaban su verdadera forma, volviéndose así, personas convertidas en aquello que abundaba en su corazón. Pasaron los días y los cuatro muchachos ya tenían un apellido común y unas tarjetas pequeñas con información personal, evidentemente falsa, sobre ellos. Vivían en una casa inmensa y preciosa que tenía espacio suficiente para todos ellos.

Iris y Mallory pasaban gran parte de sus días con Celia, ya fuera de compras o en la cocina, mientras que Zayn y Verena invertían su tiempo en la búsqueda de Lyra.

Así, el tiempo pasó con rapidez y los jóvenes fueron aprendiendo a vivir en un mundo totalmente diferente al suyo. Verena no perdía las esperanzas de encontrar a su madre, quién le diría que siempre había estado más cerca de lo que creía.

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora