Jugueteando con el anillo plateado que adornaba mi dedo anular y después de haber secado las saladas lágrimas lastimeras que habían abandonado mis ojos, me dirigí hacia el salón principal donde la fiesta tenía lugar.
El salón principal del palacio, habitualmente imponente y frío, ahora rebosaba de calidez y romanticismo, todo aquello que no sentía en aquel momento. La decoración, concebida para la celebración de un compromiso con el que no estaba de acuerdo, se inspiraba en un jardín primaveral. Las paredes, normalmente tapizadas con sedas doradas, ahora lucían un delicado tejido de encaje blanco, sobre el que se deslizaban guirnaldas de flores blancas y rosadas, creando un efecto de cascada de pétalos.
En el centro del salón, un enorme ramo de flores blancas y rosas, con predominancia de orquídeas y lirios, coronaba la mesa de honor. Esta, adornada con un fino mantel de encaje y cubiertos de plata, se erigía sobre un pedestal de mármol blanco. Las sillas, tapizadas en terciopelo blanco y adornadas con lazos de encaje, se disponían alrededor de la mesa formando un semicírculo perfecto.
Las lámparas de araña, con sus cristales que normalmente reflejaban una luz fría y azulada, ahora emitían una luz cálida y suave, gracias a la colocación de filtros de seda rosa y blanca. Los aromas de las flores llenaban el aire, mezclados con el ligero aroma dulce de los postres.
Los invitados se encontraban embelesados con la decoración del salón y parecían rebosar alegría y sentir todo el romance que yo no podía. Bajé lentamente por las largas escaleras sintiendo, con cada paso, los nervios acariciar mi cuerpo. Nolan, como si todo aquello no hubiera sido más que una obra preparada y ensayada, se posicionó al pie de la escalera y me tendió la mano con una dulce sonrisa adornando sus labios.
Le sonreí desbordando la alegría infinita que era incapaz de sentir y mirándole con la culpa difuminada en mis orbes. Tomé su mano, nos acercamos al centro del lugar y en cuanto una baja melodía comenzó a sonar, nuestros cuerpos se movieron como si estuviéramos destinados a simplemente bailar para siempre.
Quise embriagarme con el aroma que Nolan desprendía, quise sentir la calidez de su tacto mientras me abrazaba al ritmo de la melodía, quise engañarme y obligarme a sentir por él, lo que por alguien más sentía. Pero de mi cabeza no salían los recuerdos de lo que había sucedido, era incapaz de olvidar todo lo que me producía la cercanía de mi rival.
-Creí que usarías el vestido que traje para ti. -comenzó diciendo mi acompañante.
-Me pareció mejor dejarlo para otra ocasión, pues es un vestido hecho con la seda del amor y quizás sería mejor usarlo en nuestra luna de miel. -sonreí culpable luego de haberle soltado semejante mentira.
Nolan asintió y nuestro baile continuó hasta que la música cesó y pude alejarme del lugar. Sentía la mirada de mi rival seguirme y detallarme en todas partes, sin embargo, fingí sentir una alegría enorme acariciar mi pecho y lo ignoré de manera tal, que me dolió el corazón.
Por otro lado, Ford se encontraba en su despacho moviéndose de un lado a otro con los nervios a flor de piel. Esperaba impaciente la llegada de su nieta para darle una noticia que iba estrechamente ligada a una petición.
No podía parar de preguntarse cómo había podido aquella chica esquivar por completo su ataque y redirigirlo hacia sí mismo, después de todo, ¿qué sentido tenía aquello?
Él no había sido capaz de comprender en qué momento eso había sucedido, pues aún no había terminado de pronunciar aquellas palabras cuando sintió el diminuto y delgaducho artefacto penetrando las capas de su piel y posicionándose a unos pocos milímetros de su corazón.
Él conocía más que nadie las capacidades de su nieta y a pesar de estar al tanto de la luz que ella poseía, no conocía nada acerca de una magia que la hiciera capaz de controlar el tiempo. Esperaba que aquellas solo fueran suposiciones de un viejo incapaz de reconocer una falla proveniente de sí mismo.
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El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)
Fantasy"En un mundo de magia y misterios, el amor puede ser un refugio... o la tormenta que desata la guerra. La sangre dorada en el suelo es solo el comienzo; en Aethel, cada lágrima derramada forjará el futuro de un ser mágico."