Capítulo 7: ¿Un sueño?

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¿Cuántas veces en un instante él aparecería entre mis recuerdos?

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¿Cuántas veces en un instante él aparecería entre mis recuerdos?

Pensarlo a veces dolía, me hacía sentir una quemazón incómoda en el pecho, como si tuviera un puñal arraigado en las entrañas impidiéndome respirar y obligándome a sentir un dolor insoportable. A veces, pensar en él era la cura para todos mis pesares, para cada enfermedad que amenazaba con consumirme y para ese veneno peligroso y egoísta que se diluía peligrosamente por todo mi torrente sanguíneo.

Había ocasiones en las que prefería fingir que lo había olvidado, era mucho más fácil para mi quebradizo corazón pretender que nosotros jamás habíamos pensado. En las noches más oscuras, cuando la lluvia repiqueteaba constante contra el cristal de mi ventana, los recuerdos me golpeaban con fuerza y las lágrimas me abrazaban intentando reconfortar mi alma.

Me era imposible no revivir en mi mente aquel día, cuando me besó con ternura, dejándome saber que todo ese hielo que envolvía su aura era solo una coraza gélida que intentaba proteger su corazón. El llevaba melodías bajas y dulces grabadas en el alma y, sin darse cuenta, dibujó sobre mi piel el sonido constante de cada uno de sus besos, el sentir presente de sus caricias y la sinfonía perfecta que había en su voz.

Me costaba demasiado fingir que no habíamos sucedido, pero, me dolía mucho pensar en lo que habríamos sido si hubiéramos tomado decisiones diferentes. Quizás, Nolan estaría acariciando mi cabello mientras repartía dulces besos en mis mejillas entre tanto la radio reproducía una romántica y empalagosa canción. Tal vez, si hubiera decidido quedarme en Aethel, mi vida estaría corriendo peligro y una guerra masiva habría dejado cicatrices terribles en mi piel, pero estaríamos juntos.

Dicen que lo primero que olvidas de alguien es su voz, no recuerdo donde leí esa frase, pero puedo asegurar que es muy real. No era capaz de recordar el tono específico con el que Nolan me decía despacio lo mucho que significaba para él, tampoco recordaba la tonalidad exacta con la que me había dicho que me amaba estando al borde de la muerte.

Y, por si fuera poco, había comenzado a olvidarlo a él. No de la manera sentimental en la que tu corazón comprende que ya no ama a una persona, sino que yo era incapaz de recordarlo por completo. Su rostro era una pintura que entremezclaba muchos tonos de un mismo azul y, con el paso del tiempo, un sutil y delgado pincel había empezado a difuminar los matices, dejando un lienzo completamente pintado de un mismo color.

El sonido de una ruidosa canción que se reproducía como despertador en el celular de Amalia, me obligó a dejar de pensar en Nolan y a darme cuenta de la solitaria lágrima que había resbalado por mi mejilla. Recordé que Celia nos había dado permiso para pasar la noche en casa de nuestra amiga, y en cuanto miré el rostro adormilado de mi hermana y el brillo reluciente que tenían sus orbes, sonreí obligándome a guardar en un pequeño cofre bajo llave aquellos sentimientos intensos que tenía en el corazón.

Aún estaba asombrada, no creí que Celia nos daría permiso de quedarnos a dormir en una casa que no fuera la nuestra una noche antes de irnos por cuatro largos días a un inmenso bosque en medio de la nada, aunque, quizás estaba exagerando un poco. De igual manera, fue inevitable no detallar el panorama que tenía frente a mis ojos, la habitación de Amalia estaba hecha un desastre. Había envoltorios de dulces regados por el suelo, palomitas tiradas sobre la cama y el olor a la cerveza que se había derramado sobre la alfombra se coló por mis fosas nasales.

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora