Capítulo 13: Escapar de mi propia mente.

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La mente que se abre a una nueva idea, jamás vuelve a su tamaño original.

Albert Einstein

Sentía el dolor presente en mi cuerpo como si de una segunda piel se tratase

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Sentía el dolor presente en mi cuerpo como si de una segunda piel se tratase. Era incapaz de respirar con normalidad y en mi cabeza no había más que una enorme sensación de inquietud y molestia. Mi ojo derecho estaba tan magullado, que me costaba de sobremanera abrirlo y ver con él.

Mis brazos tenían incontables heridas y cortes que dejaban caer sobre el suelo gruesas y espesas gotas de sangre. Ford sabía a la perfección lo que estaba haciendo conmigo, enviaba a hechiceros para que me curaran por completo, a sabiendas de que el dolor no desaparecería y apenas los hombres abandonaba la oscura habitación, sus lacayos volvían a golpearme por todas partes.

Comenzó a darse cuenta de que no importaba la cantidad de heridas físicas que mi cuerpo tuviera que sufrir, mi voluntad no temblaría ni cedería ante sus caprichosos pedidos. Por lo que haciendo uso de un montón de maquinas desconocidas y trayendo a mujeres vestidas con uniformes blancos e impolutos, conectó numerosos cables a mi cabeza y me inyectó sedantes que me hicieron dormir durante horas.

La primera vez que mi mente divagó entre el tiempo y el espacio, no era capaz de definir lo que me rodeaba o encontrar algún concepto absoluto para describir aquello que estaba viviendo. Al principio fue solo eso, permanecer durante horas en un silencio abrumador y una cantidad abrumadora de ''nada''. En mi cabeza se crearon incógnitas que jamás sopesé y cuando por fin volvía a sentir que poseía el control sobre mi cuerpo, me daba cuenta de que realmente no existían respuestas para mis tontas interrogantes.

Llegó el momento en el que no soporté seguir viviendo rodeado de nada y mi mente luchó por sentir algo, por ser capaz de rememorar alguna situación capaz de aportar sentimiento al hombre vacío en el que me estaba convirtiendo debido a las constantes torturas del rey de Arcania. Recordé con exactitud, como si estuviera viéndolo todo desde una esquina oscura e invisible, la muerte de mi padre.

Lo vi sufrir y llorar a causa del dolor arrollador que su enfermedad le causaba. Observé como la culpa consumía su cuerpo y dejaba su alma sumida en las posibilidades que habría tenido si las cosas hubieran sido de manera diferente. Fue un golpe realmente duro para mí y, por primera vez, sentí mi coraza de hielo temblar y mi voluntad ceder ante aquello que Ford me pedía.

Me di cuenta de que todos los seres que habitaban en el universo, o al menos aquellos con los que había tenido la oportunidad de compartir, sentían el peso de un pasado cargado con posibilidades futuras arraigadas a decisiones que habrían cambiado sus presentes. Todos sentíamos que, de haber pensando y actuado distinto, habríamos recorrido caminos que nos llevarían hacia otros destinos.

Me hizo sentir dolor y rabia, me obligó a revivir la muerte de mi padre tantas veces, que comencé a saber con exactitud que ocurría en el próximo segundo. Cuando creí que ya no podía hacerme daño, pues mi mente había aceptado rememorar el sufrimiento y se había adaptado a él, me llevó a explorar caminos distintos.

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora