Despertar en el mundo humano era muy diferente a como lo era en Aethel, pues en mi mundo bastaba sentir la calidez de los dorados rayos del sol acariciando mi piel para abrir mis ojos, pero, aquí el molesto ruido de la alarma que tenía programada en el celular era lo que me garantizaba un despertar de muy mal humor.
Quité todas las mantas que se abrazaban a mi cuerpo y fui directo a tomar una ducha. Si había algo que me encantaba de esta casa, eran los cuartos de baño, pues en la regadera podíamos regular la temperatura de la falsa lluvia y aquello era como un sedante dulce para recibir el día con una media sonrisa en mis labios.
Apenas terminé, me vestí como usualmente lo hacía, con unos pantalones oscuros, una camiseta fresca de color azul y las botas que Celia me había comprado cuando llegamos. Recogí mi cabello en una coleta alta y salí de mi recámara camino al comedor. El lugar estaba adornado con una larga mesa de madera, la cual tenía encima un precioso mantel de encaje blanco, a juego con algunas sillas del mismo material.
Un frutero yacía en el medio de la mesa, en las esquinas de la habitación habían algunas estanterías con copas y cubiertos de plata, y en una de las paredes, se encontraba un inmenso cuadro de nosotros cinco sonriendo, como si fuéramos una familia. Sacudí mi cabeza para sacar aquellos pensamientos de mi mente y saludé a Celia, pues, como usualmente sucedía, era la única que estaba despierta a las ocho de la mañana y quien me hacía compañía para tomar el desayuno.
Había preparado panqueques con miel y un zumo de mango, sonreí para mis adentros y la miré significativamente, pues ella sabía que aquel era mi desayuno favorito. Tomé asiento y comencé a devorar lo que Celia había hecho. Le pedí a la Diosa Luz en silencio para que la mujer no comenzara con su usual interrogatorio, sin embargo y, como siempre sucedía, enseguida comencé a escuchar sus preguntas.
-¿Has conseguido encontrar alguna pista? -preguntó con suavidad y yo negué con la cabeza mientras tragaba con dificultad. -Quizás deberías tomarte unos días para que pued..
-Celia, yo no estoy aquí en busca de una vida mejor, ni para huir de la guerra. Estoy aquí porque quiero encontrar a Lyra y hasta que no lo consiga no voy a irme.
-Tal vez ella está...-la interrumpí nuevamente.
-¿Muerta? -inquirí un poco molesta. -Me queda el día de hoy para encontrarla, si no lo consigo antes de que el crepúsculo tiña los cielos, voy a irme.
-¿Cómo que te irás? -sus ojos se abrieron como si fuesen los platos de porcelana sobre los que estaba servida la comida. -Las clases en la Academia de arte comienzan mañana.
-No voy a quedarme a jugar a las vidas perfectas, Aethel es el lugar al que pertenezco, Celia, no puedo estar aquí. Además, ambas sabemos que no hay nada artístico en mí.
Le di un suave beso en la frente y tomé la bolsa que había dejado sobre una esquina de la masa para luego salir de la casa. En cuanto tuve un pie afuera de la propiedad, los rayos de sol me calentaron con suavidad. Divisé el radiante color verde que tenía el césped y los suaves tonos coloridos que las flores le aportaban al lugar.
No me entretuve y saludé a Jorge, el cochero que siempre me ayudaba a movilizarme. En el mundo humano los carruajes eran un poco diferentes, parecían estar hechos de un metal resistente y tenían el doble de ruedas que aquellas carrozas de unicornios que habían en Aethel. El hombre tenía el tiempo dibujado en el rostro, labios finos y amables, algunos cabellos blancos esparcidos en su pelo y barba y la cortesía prsente en cada uno de sus actos me abrió la puerta del auto y luego de haberle dedicado una sonrisa genuina y amable, me adentré en el automóvil.
No tardamos en comenzar a movernos y, como era parte de mi rutina diaria, miré por la ventana y me entretuve observado la rapidez con la que las casas, los árboles e incluso los propios humanos, pasaban frente a mis ojos.
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El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)
Fantasy"En un mundo de magia y misterios, el amor puede ser un refugio... o la tormenta que desata la guerra. La sangre dorada en el suelo es solo el comienzo; en Aethel, cada lágrima derramada forjará el futuro de una tierra mágica."