Capítulo 6: Una ''agradable'' reunión.

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En Aethel existe magia capaz de mantener en secreto la identidad de un individuo, tanto así, que existen casos en los cuales los seres no son capaces de reconocerse a sí mismos.

En el mundo mágico esta clase de magia no tiene ninguna función, sin embargo, al otro lado de la barrera, un ser puede permanecer toda su vida sin conocer su verdadera imagen, sin conocer a aquella criatura que se encuentra frente al espejo.

El rey de Arcania escuchaba con atención las palabras que el Alto Lord de la Isla Aerion pronunciaba. Desde que se habían reunido no había parado de hablar sobre las supuestas magníficas ideas que tenía para lograr que los demás lores del resto de las islas se unieran a ellos.

-Oslo, llevas dos horas hablando del mismo tema. -Ford interrumpió las palabras del hombre.

-Mi rey, debemos encontrar una manera para que ellos se unan a nosotros por la vía más pacífica posible. No puede suceder lo mismo que con Nolan. -expuso el Lord de Aerion.

-El problema es que, si le sugerimos que se unan a nosotros, ellos tendrán la libertad de decidir si quieren hacerlo o si, por el contrario, prefieren luchar junto a Adler. -explicó con obviedad el rey de nuevo aspecto.

-Nolan no se ha unido a usted todavía. -aquellas palabras acabaron con la paciencia del monarca.

-Pero lo hará, más temprano que tarde, lo hará. -aseguró el rey levantándose de la cómoda silla para luego salir del salón de reuniones sin siquiera permitirle a Oslo decir una palabra más.

Ford sabía que aún tenía la oportunidad de evitar que toda esta guerra tuviera lugar, por lo que tragándose su orgullo, como lo había hecho tantas veces con anterioridad, salió del palacio de Aerion y emprendió su vuelo hacia Atheria.

Durante el trayecto, mientras el aire le despeinaba el cabello y la ambición se mezclaba con la anticipación, el rey se permitió pensar en la joven a la que había aceptado como su nieta. Verena había sido una chiquilla traicionera y malagradecida que jamás había visto todo lo que él había hecho por ella.

Quizás sus métodos no habían sido los mejores, tal vez la había herido demasiadas veces, pero, aunque todo lo había hecho para salvar su propio pellejo, Ford la hizo más fuerte. Le costaba admitirlo, pero él la admiraba.

Verena había vivido bajo sus engaños y mentiras durante veinte largos años. Fue humillada delante de todos los lores y reyes, fue ocultada entres sombras tan egoístas como el propio rey lo era y el lugar que ella creía que le pertenecía, le había sido arrebatado, como si ella no fuera lo suficientemente buena y capaz como para merecerlo.

Y aún así, ella se levantó cada mañana y dejó que su cuerpo se llenara de moretones mientras se creía a sí misma una joven simplona y ordinaria. Se esforzó y luchó cada día para demostrarle a todos que, aún sin un título y sin una corona, ella era la verdadera reina. Aprendió a utilizar el arco y blandía la espada de manera tal, que parecía estar danzando sobre un profundo mar de temores y miedos.

Ford solo pudo sonreír con orgullo, sabiendo que esa joven que se había atrevido a cortar su cabeza, era idéntica a como él lo había sido en algún momento. Cuando lo mató, abrió una puerta a un lugar desconocido para la mayoría de seres que a día de hoy habitaban la tierra. Ella había sido un peón magnífico en su perfecto juego de ajedrez, puso a la reina oscura en el lugar preciso en el que él la quería y, sin siquiera darse cuenta, la había llevado a una tétrica y terminal muerte.

Cuando el cuerpo de Ford murió en aquella pelea, su alma abandonó el lugar en el que había vivido durante tantos años y encontró un huésped al que adherirse para la eternidad. En cuanto supo que la profecía estaba a punto de cumplirse le ordenó a una bruja que, para su mala suerte, conocía demasiado bien, que creara un hechizo capaz de proteger su ser incluso después de la muerte, logrando así, que Ford jamás pueda morir.

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora