Capítulo 24: Gemas. Parte 2.

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Anónimo:

Durante algún tiempo creí que casarme con el amor de mi vida y tener hijos con él sería un regalo divino de la Diosa Luz como compensación por todo lo que había sufrido, sin embargo, cuando supe que en una semana sería llevada a mi tortura nuevamente, me di cuenta de que en realidad aquella boda no era más que una ilusión que terminaría pronto.

Viví endulzada por la ingenuidad y creyendo que había alcanzado la felicidad. ¡Qué tonta había sido! ¿Cómo se me había ocurrido pensar que alguien como yo, nacida entre lamentos y miserias, lograría vivir en la alegría eterna?

No había tenido más que una pequeña probada de las esperanzas que guardaba con respecto al futuro. Choqué contra la realidad y el sabor de la alegría se disipó con rapidez. Había vivido siempre de esa manera, entre efímeros momentos felices que me dejaban con inmensas ganas de vivirlos por más tiempo.

¿Cómo volvería con Raden con dos niñas en mi vientre, frutos de un amor nacido de lo prohibido y lo secreto?

¿Cómo iba a sonreírle a mi amado sabiendo que en pocas horas nuestros sueños acabarían?

No sabía cómo, pero esa había sido siempre mi forma de vida. No supe cómo alejarme de mi horrible familia, y lo hice, tampoco supe como escapar de las mazmorras, y lo logré, no supe qué era el amor hasta que con él lo aprendí. Por eso, estaba segura de que tarde o temprano encontraría una respuesta para aquellas preguntas que me atormentaban a toda hora.

El cansancio que sentía era demasiado grande, me había costado demasiado llegar a la Isla de los Sueños Mágicos sin quedarme dormida en el camino. Llevaba alrededor de veinte minutos esperando con impaciencia el inicio de la ceremonia para poder adentrarme en el valle y encontrar la gema.

Para mi suerte, el hechicero comenzó con su charla y las mismas palabras que había escuchado la vez anterior, se repitieron en mi cabeza como el eco de un bucle. Los jóvenes que habían en el salón junto a mí, parecían rebosantes de emoción y nervios por encontrar artefactos mágicos para usar a su voluntad. Por mi parte, sentía un aburrimiento tremendo y el cansancio no hacía más que rogarme por un descanso. Los seres comenzaron a atravesar la inmensa puerta y yo esperé a que cada uno de ellos estuviera dentro, para acercarme al hechicero con una interrogante.

-¿Cree usted que yo pueda invocar a una de mis bestias para hacer más ameno el recorrido? -inquirí.

-Niña, nadie jamás ha utilizado a su criatura para evitar el aburrimiento a lo largo del camino. -aseguró el señor.

-Pero, ¿puedo?

-No debes liberar a tu dragón, pues por lo general, esas bestias son criaturas nacidas de la oscuridad y el resto de criaturas les teme de sobremanera. -explicó.

-De acuerdo. -asentí.

Aunque el hechicero no lo había dicho con palabras explícitas, sabía que aquello significaba que al menos Ebony me acompañaría en el largo viaje. Me acerqué a la puerta que daba al valle de los artefactos y bestias, y en unos pocos segundos la atravesé.

Apenas mis ojos se acostumbraron a la luz, toda la magia pura que había en el lugar se enroscó alrededor de mi cuerpo como el abrazo nostálgico de un viejo amigo. La brisa llena de azúcar y sonrisas me acarició y mi cabello se meció junto a las flores que habían en el césped. Llamé a Ebony a través del vínculo y enseguida tuve a la pantera a mi lado.

_Jamás me cansaré de pensar en lo majestuosa que luces. -le aseguré.

_Lo sé. -me miró como si de alguna manera aquella hubiera sido una broma entre nosotras. _¿Estás segura de lo que estás haciendo?

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora