Capítulo 11: Luz que hay en mí.

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La Diosa Luz era la deidad máxima que habitaba en los cielos. Ella se había encargado de crear el universo y darle sentido a la vida de cada ser viviente sobre el mundo.

Le otorgaba dones a cada criatura mágica nacida en el universo. A menudo, estos dones estaban relacionados con la personalidad que el individuo poseía. También estaba el caso en el que permitía a padres poderosos heredar la magia a sus hijos.

Sin embargo, la Diosa Luz jamás había permitido que un ser mágico tuviese el control de su mismo elemento. Ninguna criatura en el universo había sido elegida por ella, por lo que nunca se había conocido de un ser que tuviera control sobre la luz además de la deidad.

 Ninguna criatura en el universo había sido elegida por ella, por lo que nunca se había conocido de un ser que tuviera control sobre la luz además de la deidad

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Durante todo el día estuve planeando cómo haría para llegar a la frontera. No podía salir en la noche, puesto que el viaje me tomaría casi un día entero.

Por lo que decidí que cuando la mañana tocase el cielo yo saldría del palacio. Nadie en el palacete tenía conocimiento de aquello que planeaba hacer.

Cuando llegó la noche y supe que todos estaban dormidos, comencé a escribir una pequeña carta en la que explicaba a tía Lyanna dónde estaría los próximos días. No sabía cuánto tiempo me tomaría que Nyx lograse subir de nivel, pero no me detendría hasta lograrlo.

Preparé un bolso con frutas y agua para el viaje y los días posteriores. Tomé mi arco, mi caraj, unas dagas, una espada, unas pócimas para las heridas y también las guardé dentro del pequeño maletín.

Aquella noche no pude descansar casi nada. Los nervios me acariciaban el cuerpo y la sensación de anticipación no me permitía estar tranquila.

Cuando la madrugada aún dibujaba el cielo, tomé un rápido baño y me vestí con mi usual traje negro para entrenar. Tomé la carta, el bolso y a hurtadillas salí de mi habitación.

Me sitúe enfrente de la puerta de la recámara de tía Lyanna y por la pequeña ranura de abajo, metí la carta. Rápidamente bajé las escaleras y salí del palacio. Me aseguré de que ningún guardia pudiera notarme, di la vuelta alrededor del palacio y finalmente, llegué al bosque trasero.

Cuando la aurora se posó sobre el cielo y unos sutiles rayos de sol me acariciaron el rostro, llamé a Ebony y repitiendo el mismo proceso de las veces anteriores, comenzó con su recorrido.

Mientras nos adentrábamos en el bosque, la maleza se volvía más espesa, los árboles más altos y la luz más escasa. Tuvimos varias paradas para que Ebony pudiera descansar y para comer algo.

El recorrido fue bastante largo, podía notar el cansancio sobre el cuerpo de Ebony y el mío propio. Cuando ya no podíamos avanzar por la gran cantidad de maleza que había en el lugar, me desmonté de la pantera, quien volvió por un portal hacia su dimensión, y comencé mi recorrido a pie.

No fue muy largo ese camino, pronto el bosque dejó de ser tan espeso y dió paso a una especie de valle más tranquilo. En el fondo, se veía el "final" del mundo y cuando me acerqué y dejé mi mano descansar sobre él, casi me había parecido que la pared invisible cedía.

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora