Capítulo 23: Gemas. Parte 1.

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Luego de que uno de los hechiceros reales lograra mantener en un profundo sueño a la mayoría de invitados que se hospedaban temporalmente en el palacio, Ford comenzó a alistar sus carruajes para enviarlos a todos hacia una ciudad cercana que tenía alojamiento para todos ellos.

Había pasado gran parte de la mañana interactuando brevemente con la mayoría de los seres que habían sido liberados. En cuanto el último carruaje salió del palacio en dirección a la ciudad, el hechizo se desvaneció y lentamente las criaturas que habitaban en el palacete comenzaron a despertar. Me encontraba en el despacho de mi abuelo, recostada sobre uno de los sofás. Sentía los músculos agarrotados y el cansancio me arañaba con fuerza los ojos, casi había caído en un profundo sueño cuando Ford entró en el despacho. Me levanté con rapidez y estrujé mis ojos intentando mantenerme despierta y atenta. Se acercó a su escritorio y de una de las gavetas sacó un mapa que luego me tendió. En cuanto divisé las manchas rojas que rodeaban los lugares a los que debía ir en busca de las gemas, el alma me abandonó el cuerpo.

-¿La Isla de las Sombras Susurrantes? -inquirí.

-Sí, allí se encuentra una de las gemas. -aseguró.

-Pero no puedo ir allí, esa Isla es liderada por una reina, no puedo adentrarme en el palacio y robar la gema. -expliqué.

-Verena, sé a la perfección quién lidera esa Isla y cómo lo hace, sin embargo, necesito que vayas y encuentres la gema. -pidió con firmeza.

-¿Qué clase de magia tienen las piedras preciosas? -cuestioné.

-Una de ellas, posee el control sobre el pasado, y la otra, sobre el futuro. La roja, la que es capaz de rebobinar, solo puede ser usada en una ocasión por un ser. Por otro lado, la azul, la que puede adelantar el tiempo, solo se puede usar tres veces sin importar quién la use. Esta última se aparece a cada ser de una forma diferente y solo una criatura en todo Aethel ha sido capaz de tenerla entre sus manos y usarla a su antojo. Debes traerla. -explicó.

-Haré lo que esté en mis manos para traer las gemas. -aseguré.

-Harás mucho más que eso. -aseveró.

-No te atrevas a amenazarme o a intentar obligarme porque te juro que tendrás que ir y robar tus estúpidas gemas tú mismo.

Salí del despacho dando un portazo y sintiendo la irritación hormiguear por todo mi cuerpo. Me dirigí hacia mi habitación con rapidez. Apenas llegué, me recosté sobre la cama y en unos pocos minutos caí en un profundo sueño. Las horas pasaron rápidamente y para cuando desperté, el sol de la tarde acariciaba los pétalos de las flores que adornaban el jardín.

Comencé a prepararme para dirigirme hacia la Isla de los Sueños Mágicos, donde se encontraba una de las gemas, pues aún debía trazar un plan para robar la que se encontraba en la Isla a la que pertenecía mi némesis. En cuanto terminé con mi baño, me puse una blusa corta negra a juego con una falda del mismo color, esta tenía un cinturón con un diamante celeste en el centro. Mis brazos estaban adornados con cintas negras que se enroscaban simulando ser serpientes cascabel. Recogí mi cabello en un moño alto y opté por usar unas botas negras bajas.

No podía permitirme perder el tiempo, pues en unos días mi boda con Nolan tendría lugar y no podía ausentarme durante tantos días. En cuanto salí del baño, mi corazón de aceleró de sobremanera apenas lo vi sentado en el sofá de cuero negro que había en mi habitación. La furia se apoderó de mí y me arañó con fuerza, los añicos cristalizados en los que se había convertido mi corazón, se incrustaron lentamente en mi pecho como un vivo recordatorio de todas las faltas que había cometido en nombre de un sentimiento que no debía sentir.

-¿Qué haces aquí? -inquirí y la rabia acarició mi voz.

-Emery me envió una carta, dice que tiene una importante noticia para mí y para mi novia. -comenzó diciendo.

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora