Capítulo 16: Recuerdos...

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Cuando se trata de hechizos mágicos que requieren demasiado poder, del cruce entre mundos y descubrimiento de verdades secretas, se necesita un balance. Debes dar algo capaz de calamar el recelo de la naturaleza y a cambio lograrás obtener aquello que tanto deseas.

Tal vez, para salvar al mundo debes sacrificarte a ti mismo. Quizás, para lograr ser un héroe primero debes ser el villano. La cuestión aquí es que no se puede obtener lo que deseas si no sacrificas aquello que amas. Es doloroso, pero, así es como funciona la magia, siempre está ligada al balance natural.

Abrí mis ojos despacio viendo encima de mi cuerpo un montón de luces que me molestaban de sobremanera

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Abrí mis ojos despacio viendo encima de mi cuerpo un montón de luces que me molestaban de sobremanera. El dolor de mi cabeza iba en aumento y la sensación de hormigueo que tenía en el torso se había esparcido despacio por mis extremidades.

Tenía la boca seca, una clara señal de la necesidad tan inmensa que mi cuerpo tenía por sentir un poco de agua en contacto con mi paladar. El hedor que desprendía mi cuerpo, aquella mezcla asquerosa de sangre viscosa y sudor que me había recorrido de pies a cabeza, me había mantenido durante todo el día con unas ganas enormes de vomitar.

Intenté despejar mi cabeza y evitar pensar en aquello, obligándome a mirar con atención a la joven muchacha que, como era de costumbre, me analizaba mediante un par de máquinas. Tenía el cabello blanco, aunque sabía que naturalmente no había sido así, algunas pecas pequeñas a lo largo de sus mejillas, brazos y espalda y los ojos de la tonalidad exacta que tenía el café ligado con leche.

Por un instante, ver su pelo de aquel color tan específico, logró hacer que mi mente se retorcijara en el dolor de recordarla, de volver a grabarse con lentitud la silueta de Mallory. No sabía cuanto tiempo había pasado dormido, pero, me sentía demasiado enérgico como para pensar que solo había descansado un par de horas.

Ford no se había aparecido por aquí en ningún momento, o al menos, yo no había escuchado su voz. Me pregunté qué estaría sucediendo fuera de este lugar, si la guerra ya habría comenzado, si mi madre había decidido seguir mis peticiones o si, tal vez, finalmente alguien había logrado matar al jodido rey de Arcania.

Dejé salir una larga exhalación que me dejó los pulmones totalmente vacíos. Llamé despacio y en voz baja a la muchacha que se encontraba de espaldas a mí. Ella se dio la vuelta y me miró con atención, con la intriga dibujada en sus orbes.

-Agua. -logré pronunciar aquella palabra y mi garganta se quejó debido a lo rasposa que se sentía.

Sabía que ella no podía ayudarme, pues era una de las reglas que Ford le había impuesto a cada uno de los seres que se encargaban de analizarme, y fue precisamente por eso que me sorprendí al verla tomar la jarra que tenía a su lado, verter un poco de agua en un vaso, levantarse de su cómoda silla y comenzar a caminar hacia mí. Cuando estuvo a mi lado me miró despacio y en silencio, analizando la situación en la que me encontraba.

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora