En cuanto divisé a los demonios salir de las habitaciones, fue imposible no sentir como mi corazón se detenía. Nos encontrábamos totalmente indefensos sin armas para luchar y obligados a guardar nuestra magia, no solo porque terminaríamos con graves heridas que llamarían la tención de cualquiera, sino porque Alora y Jason estaba con nosotros, no podíamos arriesgarnos.
-Salgan todos de aquí. -grité y rápidamente salimos de la casa, cerrando la puerta tras de nosotros y sintiendo como las agujas de cielo nos mojaban completamente.
-¿Qué eran? -Alora temblaba asustada.
-Son unos animales salvajes. -Mallory contestó con rapidez.
-¿Animales? -Jason parecía aturdido y asustado. -Tienen garras capaces de acabar con nosotros en un parpadeo. No son animales.
-No, no lo son. -aseguré recibiendo una mirada acusatoria por parte de Iris. -Debemos correr, iremos hasta el comedor, destruir la cabaña no será un impedimento para ellos.
Como si hubiera sido una reafirmación de mis palabras, los cimientos de la cabaña temblaron y un ruido espantoso se produjo dentro de la misma. Comenzamos a correr, todos lucían aterrados y el fango que había en el suelo, causado por la fusión de la tierra y la cantidad de lluvia que estaba cayendo, nos retrasó más de lo esperado.
-¡Sepárense! -grité agitada y temerosa de que los demonios pudieran lastimar a mis amigos. -Busquen la forma de llegar a la cafetería por el camino más rápido.
Corrí hacia otro lugar, siendo consciente de que dos de los bichos corrían detrás de mí. La lluvia me molestaba tremendamente y no solo era el hecho de la incomodidad que sentía al correr con la pijama pegada al cuerpo, sino que la oscuridad no me permitía ver tanto como me gustaría.
La tarde en la que habíamos planeado intentar hacer uso de la magia, nos dimos cuenta de que era una tarea imposible, se nos dificultaba dejar salir nuestro poder en pequeñas cantidades y, teniendo en cuenta que queríamos evitar salir heridos y estábamos haciendo todo lo contrario, desistimos de nuestra idea.
Por lo que ahora tenía que correr por un bosque desconocido para mí, siendo perseguida por dos demonios que llevaban la ventaja y ocultándome en la espesa oscuridad que me rodeaba. De cualquier manera, esto era un recordatorio de lo que había hecho unos meses atrás, cuando estuve a punto de perder la vida porque aún no sabía que podía hacer uso de mi magia.
El problema ahora era que no tenía ningún arma que me ayudara a pelear contra ellos, la oscuridad me obligaba a permanecer sin verlos y estaba cansándome de correr sin llegar a ningún lugar en concreto. Con cada uno de mis pasos, los sentí más cerca, casi pisándome los talones. No tuve opción alguna más que suspirar con derrota y dejar salir un poco de luz que los afectara y los mantuviera lejos de mí para poder llegar al comedor.
Una herida se creó en mi antebrazo y comencé a sangrar un poco, sintiendo el ardor que se producía en ese lugar debido a la cantidad de agua de cielo que me empapaba. Me adentré en el comedor con el corazón a punto de salirse de mi caja torácica, con el dolor en las costillas por el esfuerzo de mi agitada respiración y con las piernas cansadas.
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El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)
Fantasía"En un mundo de magia y misterios, el amor puede ser un refugio... o la tormenta que desata la guerra. La sangre dorada en el suelo es solo el comienzo; en Aethel, cada lágrima derramada forjará el futuro de una tierra mágica."