"En un mundo de magia y misterios, el amor puede ser un refugio... o la tormenta que desata la guerra.
La sangre dorada en el suelo es solo el comienzo; en Aethel, cada lágrima derramada forjará el futuro de un ser mágico."
En el mundo mágico, Aethel, existían numerosas leyendas y profecías. Una de ellas, era la leyenda de "Los Elegidos". Aquella relataba como en los primeros años después de la creación del universo, los Dioses cedían parte de su poder a algunos jóvenes que poseían el control sobre su mismo elemento.
Los jóvenes elegidos, después de recibir el poder de las deidades, llegaban a aumentar su nivel de maná innato y a poseer un poder superior al de cualquier heredero de una de las Legiones.
Siempre que aquellos dioses cedían su poder hacia el grupo de individuos, lo hacían en conjunto. Sin embargo, hacía más de 10 000 años que aquello no ocurría.
No todos los dioses eran capaces de compartir su poder a sus discípulos, en la última historia contada acerca de este suceso, muy pocos de ellos pudieron hacerlo.
Los seres de Aethel ya no creían que aquello fuese capaz de ocurrir en algún momento y por ello lo relataban a los niños como cuentos para dormir.
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Antes de poder reaccionar y alejarme del centro del lugar, unas fuertes manos se posaron en mi cintura a la vez que me acercaban a su cuerpo. Me miró a los ojos y con una sonrisa ladina susurró.
-Así que eres una pequeña mentirosa. No conocía esa faceta tuya, Verena.
-No creo que haya algo relacionado conmigo que deba interesarte. -contesté seca.
-Descuida, no me interesas, pero esperaba que al menos fueras sincera cuando volviéramos a vernos.
-Creo que debiste haberte dado cuenta de la poca relevancia que tienes en mi vida cuando ni siquiera pude reconocerte. -sonrió perverso.
-No creo que eso sea cierto, mírate aquí bailando conmigo y aferrándote a mi cintura como si la vida te dependiera de ello. No creo que hayas podido olvidarme, sé que no puedes hacerlo.
Zayn pareció haberse dado cuenta de lo que había estado haciendo, pues sentí sus brazos ceder levemente. Pero seguía sin soltarme y eso era un problema.
-Te has vuelto antipática. -dijo.
-Solo contigo.
-Solo alguien cómo tú podría tener esa actitud.
-¿Qué quieres decir con alguien cómo yo? -inquirí.
-Alguien tan ingeua y dolida ,como tú, que pudo creer en mis palabras. ¿En serio creíste que no te olvidaría Verena?
-Te odio -sentencié enfurecida.
Dispuesta a irme, detuve nuestro baile y me di la vuelta para ir en busca de Iris, pero para mi mala suerte, Zayn me tomó de la cintura y ,pegando mi espalda a su pecho, susurró suave en mi oído.