Capítulo 29: ¿El final?

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Para cuando desperté, la suavidad de unas mantas desconocidas me acariciaba. Sentía la inmensa comodidad del colchón que había debajo de mí y la incapacidad de abrir los ojos debido al cansancio que tenía. Me removí un par de veces hasta que por fin fui capaz de dejar el sueño de lado. Divisé lo que había a mi alrededor y enseguida supe que no estaba en mi recámara, pues, aunque la decoración no era demasiado diferente, conocía a la perfección cada uno de los objetos que habían en mi habitación. El sonido de unos pasos llamó mi atención y el movimiento del picaporte de la puerta hizo lo mismo.

Había comenzado a asustarme, debido al desconocimiento que tenía respecto a dónde me encontraba y con quién, cuando los orbes violetas de Zayn chocaron con los míos. Él se adentró en la habitación con una bandeja entre sus manos. Me acomodé en la cama, sentándome sobre ella y arreglando el reguero de mantas que había. Enseguida sentí un tirón en el vínculo que ambos compartíamos y le permití adentrarse en mi cabeza.

Sin embargo, apenas divisé mis piernas, mi corazón se detuvo. Tenía numerosas heridas por todas partes, algunas más grandes que otras, unas casi curadas por completo y otras que parecían que no se curarían jamás.

-El uso desmedido de magia provoca tales heridas en el cuerpo de quien lo hace, por suerte, llegué a tiempo y pude evitar un final peor para ti. -Tragué saliva con dificultad comprendiendo sus palabras.

-¿Cuánto tiempo llevamos aquí?

-No lo sé con exactitud, pero, creo que alrededor de unas dieciséis horas. -explicó.

¿Había pasado tanto tiempo?

No podía seguir en este lugar, pues sabía que en un par de horas se llevaría a cabo el funeral de Ford y....el de Nolan. El hecho de pensar en la muerte de mi mejor amigo no solo me dejaba un mal sabor de boca, sino que la culpa me carcomía el corazón, pues, aunque no había sido mi culpa en su totalidad, la espada que atravesó su cuerpo fue la mía.

Enseguida mis ojos se llenaron de lágrimas que arañaron con fuerza las retinas de mis ojos. No quería llorar, pero sentía que durante toda mi vida no lo había hecho lo suficiente. Quizás sería ridículo decir que me dolía la muerte de Ford, pero de alguna manera, en todo el tiempo que pasé creyendo que éramos familia, lo quise. Tal vez mi amor por el no haya sido arrollador o inmenso, porque no lo era, pero había aprendido a quererle.

Por otro lado, el hecho de haber visto morir a mi mejor amigo, me había robado el aliento. Nolan era esa clase de chico que parecía llevar los sentimientos escondidos dentro de un cajón invisible, y no era solo el hecho de la frialdad tremenda que habitaba en sus ojos, sino la gelidez que lo caracterizaba. Sin embargo, cuando yo pensaba en él, no veía el invierno que había en su mirada, tampoco las pocas palabras que decía y mucho menos la seria mascara que se dibujada en su rostro, yo veía la calidez de su sonrisa cuando algo le hacía feliz y la vulnerabilidad en sus orbes cuando se sentía demasiado expuesto.

Pero, sin duda alguna, lo que más me había dolido había sido verle morir entre los brazos de la chica que había robado su corazón. Nolan no había tenido la oportunidad de ser feliz junto a Mallory, no había podido mostrarle las miles de cosas que le hacían feliz y lo dispuesto que estaba a sacrificarlo todo por ella. Las palabras de Zayn me sacaron de mis cavilaciones.

-¿Estás bien? -pregunto intrigado.

-Claro, ¿por qué preguntas? -inquirí

-Estás llorando. -aseguró y enseguida reparé en lo mojada que sentía las mejillas.

-Lo siento. -fue lo único que pude decir. El guardó silencio, incitándome a contarle aquello que atormentaba mi alma. -Nolan está muerto por culpa mía, jamás debí empezar esta batalla, Zayn, robé la vida de mi mejor amigo y le quité la oportunidad de ser feliz, de vivir.

El Poder De La Nada. (LIBRO 1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora