Flashback
Brittany dejó la bicicleta cerca de casa de los Clark-López, un edificio grande y blanco, y se dirigió al porche. Nunca llamaba a la puerta antes de entrar, así que subió el escalón de un salto y abrió la puerta mosquitera. La escena que se encontró la dejó helada la mesa auxiliar del salón estaba hecha añicos y había manchas de sangre en la alfombra las sillas y los cojines estaban tirados por el suelo y Lucy y Aarón estaban abrazados en el sofá. Lucy estaba llorando.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó Brittany, con los ojos como platos.
—Santana —respondió Aarón.
— ¿Santana? ¿Está herida?
— ¡Ella está bien! —respondió Rachel, riendo histéricamente—. Hace menos de veinticuatro horas que está en casa y ya se ha peleado con mi padre a empujones, ha hecho llorar a mi madre dos veces y ha enviado a Scott al hospital — Aarón, muy serio, siguió acariciando la espalda de su novia para tranquilizarla.
Brittany ahogó un grito — ¿Por qué?
— ¿Quién sabe? Es imposible saber qué le pasa por la cabeza. Ha discutido con papá y cuando mamá se ha interpuesto entre ellos, la ha empujado. Scott le ha dicho que la mataría si volvía a ponerle un dedo encima, y Santana le ha dado un puñetazo y le ha roto la nariz—Brittany bajó la vista hacia la mesita. Vio que había trozos de cristal clavados en la alfombra, junto a la sangre, restos de tazas de café rotas y galletas desmenuzadas.
— ¿Y qué ha pasado aquí? —preguntó, señalando la macabra escena.—Scott se ha caído sobre la mesa por culpa de un empujón de Santana. Papá y Scott están en el hospital. Mamá se ha encerrado en su habitación y yo voy a pasar la noche en casa de Aarón.
Dicho esto, Rachel se levantó y arrastró a su novio hacia la puerta de la calle Brittany seguía inmóvil en el sitio —Tal vez debería ir a hablar con tu madre.
—No pienso quedarme aquí ni un minuto más. Mi familia está rota. —Con estas palabras, su amiga se marchó Brittany se acercó a la escalera, pero entonces oyó un ruido que venía de la cocina, por lo que se dirigió a esa parte de la casa. La puerta trasera estaba abierta y vio que había alguien sentado en el porche, llevándose una botella de cerveza a los labios. Tenía una abundante mata de pelo negro, que brillaba a la luz del atardecer la reconoció por las fotos que tenía Rachel.
Sin pensarlo dos veces, salió de la casa y se sentó cerca de ella, en una tumbona de jardín, abrazándose las rodillas y apoyando la barbilla en ellas.
Santana la ignoró.
Brittany la examinó a conciencia, grabándose su imagen a fuego en la memoria. En persona era todavía más guapa. Tenía los ojos marrones inyectados en sangre, pero aun así resultaban impresionantes y contrastaban vivamente con sus cejas oscuras. Resiguió el ángulo de sus pómulos, de su nariz, noble y recta, y de su mandíbula y vio un hoyuelo.Finalmente, clavó la vista en sus labios, observando la forma y grosor del labio inferior antes de darse cuenta de los moratones tenía sangre en la mano derecha y un cardenal en la mejilla izquierda. El puño de Scott la había alcanzado, pero sorprendentemente, Santana no había perdido el conocimiento.
—Llegas tarde para la sesión de las seis. Ha acabado hace media hora —Su voz era suave, casi tan agradable como sus rasgos. Por un instante, Brittany pensó cómo sería oír esa voz pronunciando su nombre se estremeció.
—Aquí hay una manta —le ofreció ella, señalando una manta de lana a cuadros escoceses que tenía junto a la cadera. Sin levantar la vista, dio unos golpecitos a la prenda.
Brittany la miró con desconfianza. Cuando se convenció de que ya no era peligrosa, se acercó y se sentó en un taburete, aunque todavía manteniendo cierta distancia. Se preguntó si sería rápida corriendo. Y luego se preguntó si ella podría correr más rápido si la persiguiera Santana le dio la manta.
—Gracias —murmuró Brittany, cubriéndose los hombros con ella la miró de reojo. Era bastante alta y se le veía encogida en la silla Adirondack de jardín. La cazadora de cuero negro hacía que su pelo se viera más negro. La llevaba desabrochada y Brittany vio sus voluminosos pechos cubiertos por la ceñida camiseta, de color negro, igual que los vaqueros. Tenía las piernas pequeñas pero trabajadas se dio cuenta de que estaba más alta y fuerte que en las antiguas fotos de su hermana.