Fue una Navidad muy distinta para todos la ausencia de Grace fue dolorosa, sobre todo para su marido y sus hijos. Aaron habría deseado estar ya casado y Rachel que el pollo a la Kiev le hubiese quedado la mitad de bueno que a su madre, con mantequilla congelada o sin ella.
Después de cenar, Santana, Tom y Richard se fueron al porche a fumar puros y beber whisky, mientras el resto de la familia tomaba café en la cocina— ¿Qué tal por Italia? —le preguntó Aaron a Britt, mientras se servían una segunda taza.
—Genial. Hizo muy buen tiempo y lo pasamos muy bien. ¿Y los planes de boda?
—Avanzando. Aunque cuando Rachel propuso alquilar cien palomas y soltarlas tras la ceremonia, tuve que pararle los pies. Me imaginé a algunos de mis parientes disparándoles a los pobres bichos —añadió, guiñándole un ojo.
— ¿Cómo están tus padres?
—Bien Rachel le consulta muchas cosas de la boda a mi madre y ella está encantada. ¿Cómo va todo con Santana?
Britt escondió la cara en la nevera, mientras buscaba la crema de leche—Bien.
—Excepto cuando su ex se presenta por sorpresa.
Ella se volvió hacia Aaron, que la estaba mirando comprensivo—No quiero hablar de ello.
Él jugueteó con la cucharita—Santana es distinta cuando está contigo—Dejó la cucharita en la encimera y se frotó la barbilla—Parece feliz.
—Y ella me hace feliz a mí.
—Una Santana feliz es tan difícil de ver como un hobbit. Estamos encantados de que esté así. Y respecto a la ex, bueno, no creo que fueran muy en serio, la verdad. No tanto como contigo.
—Gracias, Aaron.
Los dos se dieron un rápido abrazo.
Más tarde, Britt y Santana se retiraron a la habitación que habían alquilado en un hotel cercano. Mientras Britt se estaba lavando la cara en el cuarto de baño, le llegaron los acordes de Lying in the Hands of God desde el dormitorio.
Santana apareció tras ella, con sólo con unas bragas y un top de seda azul marino y una sonrisa—No es Barry White, pero es nuestra canción—La miró con deseo y le apartó el pelo del cuello para recorrérselo con los labios— Te deseo —susurró— Ahora.
Deslizándole las manos por debajo de la camiseta, le dejó el vientre al descubierto por encima de los pantalones de yoga— ¿Por qué no te pones una de esas cosas bonitas que te compraste en Toronto? ¿O el corsé azul atado por delante? Sabes que es mi favorito—Su voz se volvió más grave a medida que su boca iba avanzando hacia su hombro.
—No puedo.
Ella sonrió con picardía—No quiero decir aquí mismo, mi amor no estoy segura de que estés preparada para hacerlo delante de un espejo aunque a mí no me importaría.
Cuando empezó a quitarle la camiseta, ella se apartó bruscamente—Esta noche, no.
Santana bajó los brazos y la observó en silencio evitando su mirada, Britt volvió a lavarse la cara.
Frunciendo el cejo, Santana volvió al dormitorio y apagó la música, aparte de en la galería de los Uffizi, nunca la había rechazado claro que sólo llevaban juntas un par de semanas, pero aun así...
La profesora López no estaba acostumbrada a que la rechazaran aunque era evidente que Britt tenía buenas razones—O por lo menos una razón llamada Paulina—Se dejó caer sobre la cama y se cubrió los ojos con el brazo era comprensible que estuviera disgustada por la súbita aparición de su ex y no le extrañaba que no le apeteciera pensar en el sexo en esos momentos aparte de que, por lo visto, le había pasado algo desagradable en el restaurante esa misma tarde.