Capitulo 15

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«La nieve en la ciudad no se parece en nada a la nieve en el campo», pensó Britt mientras acompañaba a Santana a buscar el coche a su casa, bajo una intensa nevada.

Esa noche iban a cenar a un elegante restaurante francés, el Auberge du Pommier.

Santana tiró del brazo de ella y la acorraló contra el escaparate de una tienda para besarla apasionadamente cuando acabó, Britt se echó a reír casi sin aliento esa vez, fue Britt la que la arrastró hasta la acera para disfrutar de los copos de nieve.

En el campo se podía oír el susurro de los copos al caer nada las molestaba en su descenso, ni rascacielos ni siquiera los edificios más bajos. En la ciudad, en cambio, el viento encarrilaba la nieve entre las casas, haciendo que cayera de manera menos armónica y uniforme. O eso le parecía a Britt.

Al llegar al edificio de Santana, se detuvo un momento a mirar el escaparate de la gran tienda de vajillas de la planta baja aunque lo que le interesaba no eran los artículos expuestos, sino la guapísima mujer reflejada a su lado Santana llevaba un abrigo largo de lana negra y una bufanda Burberry alrededor del cuello, como si fuera un pañuelo asimismo llevaba guantes de piel negros, pero lo que en realidad la fascinaba era el sombrero la profesora López llevaba una boina.

A Britt, su elección de accesorios le pareció curiosamente atractiva Santana se había negado a unirse a la moda local de llevar gorros de lana una boina de lana negra complementaba su aspecto de un modo mucho más original y elegante-— ¿Qué pasa? -—preguntó Santana, con una sonrisa.

-—Eres muy guapa -—contestó ella, sin poder apartar la mirada de su reflejo.

-—Tú sí que eres hermosa por dentro y por fuera. Eres un precioso polo helado Y la besó sin prisas frente a un centenar de platos de porcelana china.

-—Mejor tomemos un taxi para ir al restaurante. Así podré dedicarme a ti durante el trayecto. Voy un momento a sacar dinero del cajero automático vuelvo en seguida puedes esperarme aquí, a no ser que quieras acompañarme.

Britt negó con la cabeza-—Prefiero disfrutar de la nieve mientras dure.

Santana se echó a reír-—Estamos en Canadá. No te preocupes por eso. La nieve durará bastante. —-Le apartó un momento la pashmina para besarla en el cuello, antes de desaparecer en el edificio Manulife riendo para sus adentros.

Ella se volvió entonces hacia el escaparate una de las vajillas le llamó la atención y se preguntó cómo quedaría en el comedor de Santana-— ¿Britt? —-Al volverse, se encontró con Lucy a la altura de los ojos con una gran sonrisa, Lucy le dio un cariñoso abrazo-— ¿Cómo estás?

-—Bien, muy bien -—respondió nerviosa, preocupada por la reacción de Santana si las encontraba así.

-—Tienes muy buen aspecto ¿Han ido bien las fiestas?

-—Muy bien. Te he traído un recuerdo de Pensilvania. Te lo dejaré en tu casillero, en el departamento. Y a ti, ¿qué tal te han ido?

-—Bien. Muy ajetreadas, pero bien. ¿Cómo te van las clases?

—-Muy bien, aunque la profesora Picton me tiene muy ocupada.

-—Me lo creo-—Lucy se echó a reír—-. Tal vez podríamos tomar café alguna tarde de la semana que viene para ponernos al día.

—-Tal vez. —-Britt sonrió, luchando contra el impulso de volverse en busca de Santana.
De repente, la sonrisa desapareció de la cara de Lucy frunciendo el cejo, dio un paso hacia ella con expresión amenazadora—- ¿Qué demonios te ha pasado?

Ella miró hacia abajo, pero no se vio nada raro en el abrigo se pasó la mano por la mejilla, pensando que tal vez tuviese pintalabios pero Lucy estaba mirando más abajo le estaba mirando el cuello se acercó aún más, invadiendo su espacio personal y le apartó un poco más la pashmina lila-—Por el amor de Dios, Brittany ¿qué demonios es eso?

El infierno de Santana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora